El economista Friedrich Schneider es, desde hace años, el académico más influyente del mundo a la hora de estudiar el peso de la economía sumergida sobre el PIB. Sus estudios sobre esta cuestión concluyen que la actividad informal depende principalmente de los costes fiscales y regulatorios que enfrentan las empresas y los trabajadores, de manera que habrá más movimientos "en B" conforme el coste de operar dentro de la ley sea más elevado.
Schneider ha concluido que la economía sumergida pesa, de media, el 33% del PIB. Esta media global esconde, eso sí, grandes desigualdades. Así, mientras que en la OCDE hablamos de niveles inferiores al 15% del PIB, en países en vías de desarrollo vemos tasas que duplican o hasta triplican este umbral.
En el caso de España, Schneider ha estudiado el peso de la economía sumergida entre 1999 y 2007. A lo largo de dicho periodo, la informalidad de empresas y trabajadores se movió entre el 22% y el 23% del PIB, situando a nuestro país al mismo nivel que Portugal (23% del PIB) o Israel (22% del PIB). La actividad "en B" registrada en España se compara positivamente con la de Italia (27% del PIB) o Grecia (28% del PIB).
Algo mejor que el 22,5% del PIB registrado en España es el 19% sueco, el 18% danés y finlandés, el 16% alemán o el 15% francés. Sin embargo, los países que salen claramente destacados son otros: entre ellos, Suiza y EEUU con un 9%, Luxemburgo y Austria con un 10% o Reino Unido y Holanda con un 13%.
En la media europea
Hasta aquí los datos del informe que Schneider dedicó al periodo comprendido entre 1999 y 2007, pero ¿qué hay de la crisis? Los últimos trabajos que ha dedicado este académico a la situación española (por ejemplo éste) arrojan que la economía informal está por debajo del 19% del PIB. Esto dejaría a nuestro país en la media europea (18,5%) y vendría a desmentir que la economía sumergida haya crecido durante la crisis.
Considerando todo lo anterior, conviene echar un vistazo al artículo que ha publicado Schneider como apéndice del Índice de Libertad Económica que editan cada año la Fundación Heritage y el Wall Street Journal. En dicho texto, el académico afirma lo siguiente:
La tendencia a medio y largo plazo es una disminución de la economía sumergida. No obstante, la solución a este problema pasa por aprobar políticas que tengan en cuenta los incentivos a los que se enfrentan los agentes económicos, de manera que el trabajo en la economía formal sea más atractivo. Impulsar medidas orientadas a liberalizar los mercados ayuda a estabilizar y a reducir el tamaño de la economía sumergida.