"¿Qué no debemos tener?", le preguntan en una entrevista al diputado chavista, Ricardo Molina. El diputado venezolano responde: "exceso", como es "que alguien adquiera cinco o seis pares de zapatos al año". Estas sorprendentes declaraciones no acaban ahí, y Molina tiene el valor de decir, en un país asfixiado por el desabastecimiento, que "el patrón de consumo en Venezuela está totalmente distorsionado y exagerado".
Pero esta no es la única solución surrealista que le ha dado el Gobierno venezolano a sus habitantes para acabar con la crisis económica que azota el país.
El pasado mes de enero, la nueva ministra de Agricultura Urbana, Emma Ortega, también daba una solución insólita para maximizar la producción de alimentos. Ortega llamaba a los venezolanos a "buscar cualquier espacio, un balconcito, una botella vieja, una latica que tengan" para sembrar alimentos. "Compramos un cebollín, lo picamos, sembramos el bulbo y volvemos a meter maticas de cebollín", explicaba muy convencida.
Tampoco el gobernador de Vargas, Jorge Luis García Carneiro, quiere reconocer la escasez de alimentos que sufre su país. De hecho, advierte a los venezolanos de que "estamos cayendo en la trampa de esa guerra psicológica. Para nosotros no hay escasez, para nosotros lo que hay es amor, lo que hay es patria".
Tampoco existe la inflación para el nuevo ministro de Economía venezolano, Luis Salas. Hace un año, Salas publicaba un texto en el que explicaba que el aumento generalizado de los precios al que se enfrenta su país es una especie de mito capitalista.
"La inflación no existe en la vida real, esto es, cuando una persona va a un local y se encuentra con que los precios han aumentado, no está en presencia de una "inflación". En realidad, lo que tiene al frente es justamente eso: un aumento de los precios, problema del cual la inflación en cuanto teoría y sentido común dominante se presenta como la única explicación posible, cuando en verdad es tan solo una y no la mejor. Se presenta como la única posible porque es la explicación del sector dominante de la economía, en razón de la cual se la impone al resto. La inflación es el correlato económico del fascismo político. No tiene mucho sentido seguir hablando de "inflación y escasez" cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamiento".
Por otro lado, el diputado chavista Héctor Rodríguez, tiene claro quién tiene la culpa de la crisis venezolana y no es el Gobierno. Durante una entrevista en Globovisión aseguró que la falta de productividad en estos 16 años se debe a que el país tenía "un pueblo analfabeto".
"Tiene que venir una nueva etapa de la economía productiva. Muchos preguntarían ¿por qué no lo hicieron antes? Pues teníamos un pueblo analfabeto".