Los indicadores cualitativos -en inglés conocidos como soft indicators- son una buena referencia de la marcha de la economía y, en algunos casos, pueden llegar a prever la evolución del PIB a corto plazo. Al contrario de lo que sucede con indicadores como las afiliaciones a la Seguridad Social, las ventas minoristas o la producción industrial -en inglés conocidos como hard indicators-, no ofrecen una referencia exacta, sino que constituyen la suma de encuestas cuyas respuestas se basan en sencillas preguntas y se publican relativamente pronto.
Por ejemplo, el indicador PMI del sector Servicios de enero que acaba de publicar Markit se sitúa en 54,6 puntos. Si bien aún se mantiene por encima del umbral de los 50 puntos, que marca la diferencia entre expansión y contracción de la actividad, se trata de su nivel más bajo desde diciembre de 2014.
Por otro lado, Markit mide la actividad en la Industria a través del PMI de manufacturas y, como se puede observar en el siguiente gráfico, existe una divergencia entre los Servicios -con una mayor exposición al consumo interno- y la Industria -que depende más de las exportaciones-, lo cual parece indicar una cierta ralentización de la demanda interna en contraposición con una mejora de la demanda externa.
En este sentido, Markit cita en su informe del PMI de Servicios que "algunos de los encuestados mencionaron la incertidumbre que rodea la situación política en España", lo que podría ser una razón de la citada divergencia entre los indicadores de servicios y manufacturas.
Ésta es una de las ventajas de encuestas como la de Markit, pues no sólo recoge la valoración "objetiva" de la actividad -bajo tres parámetros como son 100 mejora, 50 mantenimiento y 0 empeoramiento-, sino que incluye valoraciones subjetivas del encuestado, lo que facilita contextualizar el dato publicado.
Incorporando los registros del PMI de manufacturas, ambos indicadores ofrecen una base de previsión del crecimiento del PIB. Así, según estos primeros datos, la economía española podría avanzar un 0,6% en el primer trimestre de 2016, un menor ritmo que en el último de 2015, cuando el PIB alcanzó un crecimiento del 0,8%.
Otros indicadores relevantes
La tendencia de ralentización de la demanda interna también se refleja en otros indicadores cualitativos como en el Índice de Sentimiento Económico del sector Servicios de la Comisión Europea o en el Indicador de la Confianza del Consumidor (ICC) que publica el CIS y que es buen termómetro del consumo de los hogares.
La última referencia del ICC se sitúa en el mes de enero en los 99,1 puntos, 8,3 puntos por debajo del dato del mes anterior y con un descenso tanto en la percepción de la situación actual como especialmente notable en las expectativas.
Por otra parte, la encuesta sobre expectativas de exportaciones que elabora el Ministerio de Economía y que se concreta en un indicador sintético denominado ISAE también apunta a una mejora en la demanda externa.
Sobre este indicador hay que considerar que las exportaciones de mercancías dependen en gran parte de la demanda de bienes de consumo de nuestros socios de la Unión Europea, cuyas expectativas a su vez no son excesivamente boyantes.
En resumen, los indicadores de actividad y confianza apuntan a una ralentización de la demanda interna, cuyo efecto en el PIB no se compensaría con una posible mejora del sector exterior.
En conjunto, por tanto, dichos indicadores avanzan una cierta desaceleración en el crecimiento del PIB sobre el que, por el momento, apenas estaría afectando la incertidumbre política, pero que se podría intensificar en caso de que la actual inestabilidad se mantenga en el tiempo, agravando con ello el deterioro de las expectativas por parte de empresarios, inversores y consumidores.