"Cuando Vladimir Putin se convirtió en Presidente de Rusia en el año 2000, el petróleo se vendía a un precio medio de 28,4 dólares por barril. Después de casi un lustro en niveles superiores a los 100 dólares, el crudo ha vuelto a los niveles observados hace quince años".
Anna Andrianova y Dina Khrennikova, periodistas del suplemento Benchmark editado por Bloomberg, tienen claro que el nuevo escenario de precios en el mercado del petróleo está asfixiando a la economía rusa.
"Solamente en las últimas semanas, los precios han bajado un 16%. El impacto de una caída así es muy significativo, pues hablamos de un país en el que las materias primas son esenciales para financiar el presupuesto estatal", señalan.
Déficit e inflación
Andrianova y Khrennikova aportan cuatro gráficas para justificar su pesimismo sobre el rumbo de la economía rusa. La primera está relacionada con el déficit público: "el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, ya ha avisado que el descuadre entre ingresos y gastos puede cerrar el año fiscal en el 6% del PIB. Los presupuestos partían de un petróleo a 50 dólares el barril, lo que hubiera supuesto un desajuste del 3%. En total, son necesarios recortes por valor de 19.000 millones de dólares para evitar esa desviación adicional".
Gasto público y PIB
Según Andrianova y Khrennikova, el problema es aún más grave si tenemos en cuenta que una parte muy significativa de los ingresos del Estado se deriva del petróleo y el gas. En la actualidad, estas fuentes de financiación suponen el 44% del gasto público, de acuerdo con las cifras del ministerio de Finanzas.
Considerando todo lo anterior, no sorprende que la evolución del PIB arroje una clara senda bajista. En 2015, la economía se contrajo un 3,7% y este 2016 se espera un descenso adicional del 0,6%. La recesión confirma que la dependencia de Rusia del precio del petróleo no solamente no se ha reducido sino que ha ido a más durante el último lustro.