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José García Domínguez

¿Por qué hay tanta desigualdad en España?

España es la nación más desigual de Europa con la excepción de Portugal y Grecia. Todavía hay dos, sí, peores que nosotros. Triste consuelo.

España es la nación más desigual de Europa con la excepción de Portugal y Grecia. Todavía hay dos, sí, peores que nosotros. Triste consuelo. En ningún otro país del continente la distancia entre los ricos y los pobres resulta ser mayor que en el nuestro, amén de esas dos pequeñas anomalías intervenidas por la Troika. No se trata de una opinión subjetiva, sino un dato estadístico contrastado. Y los datos estadísticos contrastados no se discuten. Guste o no saberlo, es lo que hay. Aunque lo más curioso de todo es que derecha e izquierda piensan exactamente lo mismo sobre tan vergonzante extravagancia hispana. Así, los publicistas de la derecha y los publicistas de la izquierda predican que los impuestos constituyen la suprema panacea para acabar con esa tacha ominosa. Los de la derecha, huelga decirlo, proponen bajarlos con el argumento de que ello incentivaría la creación de una riqueza que ahora no se estaría generando por su culpa. A su vez, los de la izquierda defienden que los ricos debieran pagar muchos más tributos para que el Estado benefactor redistribuyese luego la renta entre los pobres.

Unos y otros repiten lo de siempre, por lo demás. Ocurre, sin embargo, que la derecha no tiene razón. Y la izquierda tampoco. Lejos de albergar tristes eriales menesterosos, los países de la OCDE con una presión fiscal alta o muy alta suelen resultar Estados ricos o muy ricos. De modo simétrico, las naciones con una presión fiscal baja o muy baja igualmente acostumbran a resultar lugares pobres o muy pobres. Pero como sabe cualquier estudiante de primero de Estadística, correlación nunca es sinónimo de causalidad. Y es que hay países a los que les va muy bien con una presión fiscal relativamente pequeña, los llamados liberales; y otros a los que les sucede lo mismo teniéndola relativamente alta, los llamados socialdemócratas.

Por ejemplo, al líder de Podemos en Aragón, Pablo Echenique, le sorprendería saber que el actual Estado del Bienestar español es más redistributivo (sí, he escrito "más") que los de Finlandia, Alemania, Holanda o Austria. ¿Y por qué entonces España resulta ser un país mucho más desigual que Finlandia, Alemania, Holanda o Austria? Pues por una razón muy sencilla: porque en todos esos países las diferencias de riqueza entre la población ya son mucho menores que aquí antes de pagar los impuestos. Dicho de otro modo, el genuino causante de su mayor equidad social no es el inexistente afán justiciero de sus Estados, sino una estructura económica que tiene bien poco que ver con la nuestra. Otra revelación estadística que desconcertaría a Echenique: los ricos españoles se llevan a casa un trozo del pastel menos grande que los ricos franceses.

España es una deformación grotesca de la civilización económica europea, que diría el gran Valle, no porque nuestros ricos sean muy ricos, que no es el caso, sino porque nuestros pobres sí son muy pobres. La primera peculiaridad sórdida de España es que los salarios bajos de aquí son mucho más bajos que los salarios bajos de cualquier otra parte de Europa Occidental. La segunda es que hay mucha más gente cobrando salarios bajos que en cualquier otro lugar de Europa Occidental. Y esa doble tara crónica de nuestro modelo productivo no se arregla con los impuestos. Ni subiéndolos ni bajándolos. O hacemos algo de una vez para acabar con este modelo productivo, o cada día nos seguiremos pareciendo más a Guatemala.

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