Analizábamos en un primer artículo, los cambios importantes que trae la nueva Directiva sobre Mercados e Instrumentos Financieros (MiFID II) tanto sobre los proveedores de servicios de inversión como sobre los clientes. Antes de ocuparnos de las consecuencias que tendrá sobre los ahorradores (¿están verdaderamente preparados los clientes minoristas para estos cambios?) es necesario analizar el impacto sobre el modelo de negocio de los principales agentes involucrados en el negocio financiero.
Todos los cambios que trae MiFID II -clasificación de clientes, productos, riesgo o información- ya están teniendo un impacto importante sobre la industria financiera en España. Es, sin duda, todavía más trascendente en un país cuyo ahorro familiar está materializado en un 90% en vivienda y depósitos bancarios y con un mercado de capitales que apenas supera el 30% del total de la financiación.
Este año de prórroga para la adaptación definitiva de MiFID II, nos va a servir para determinar con más precisión el cambio radical del modelo de negocio financiero en bancos, gestoras de fondos, empresas de asesoramiento financiero o agencias de valores, entre otros. El nuevo marco regulatorio supondrá una merma de ingresos y un incremento notable de los costes, con lo cual, la rentabilidad disminuirá de una forma importante como casi siempre suele suceder en negocios altamente regulados.
Podemos resumir las consecuencias en los siguientes puntos:
- Eliminar las retrocesiones provocará una merma de ingresos notable, especialmente en aquellos agentes más pequeños y más dependientes de las comisiones que les dan las gestoras por vender sus fondos.
- Los requerimientos de información y la elaboración de los test a los clientes, multiplicará el coste burocrático, además de tener que realizar una importante inversión en técnica informática para cumplir con las exigencias del regulador.
- Progresivamente, se impondrá la obligación de que todos los asesores, gestores y comerciales acrediten sus conocimientos mediante una Certificación reconocida internacionalmente tipo EFA, CFA o CISI, entre otras.
Pasar de cobrar a la gestora a cobrar al cliente es ciertamente complicado en un país en el que no existe costumbre de pagar el asesoramiento financiero. Este aspecto es clave dentro de la necesaria extensión de la cultura financiera. Al igual que pagamos los servicios de un médico particular o los de un asesor fiscal para realizar las declaraciones de impuestos, también es necesario pagar el asesoramiento financiero en función de la calidad y grado de implicación con el cliente.
Con este nuevo marco, puede que se repita el mismo fenómeno que ocurrió en Reino Unido en 2013: muchos pequeños ahorradores se quedaron sin asesoramiento financiero, ya que a los asesores no les salía rentable prestar este servicio a patrimonios por debajo de las 300.000 libras esterlinas. De forma coloquial, valía más el papel empleado en los test de conveniencia, idoneidad, contratos e información que lo que iban a obtener por el asesoramiento prestado.
Movimientos en la banca
Por tanto, el incremento de costes y la disminución de ingresos lleva a un nuevo modelo de empresas de servicios de inversión, más grandes y, por consiguiente, más controladas por las autoridades regulatorias. Algo similar cabe esperarse en la banca, la cual está aprovechando la coyuntura de tipos bajos para convertirse en el agente mayoritario a la hora de gestionar y vender fondos de inversión.
Las comisiones por venta de fondos de inversión se han disparado conforme los "ahorradores" se están convirtiendo en "inversores" a marchas forzadas. La ausencia de rentabilidad en los depósitos bancarios (incluso bajo la amenaza de que los bancos empiecen a cobrar por depositar dinero) está obligando a muchos pequeños ahorradores a buscar rentabilidad en otros productos, mayoritariamente fondos de inversión no siempre adecuados a su perfil de riesgo.
En este momento, el negocio de vender fondos es una de las patas que sostiene el ROE bancario (rentabilidad sobre recursos propios). La cercanía de MiFID II -sumado a la aplicación de las normas de Basilea III- está provocando los primeros movimientos dentro de la banca en forma de desinversiones en negocios no estratégicos y reestructuración de sus filiales más financieras. Es el caso de bancos europeos como Deutsche Bank o BNP, los cuales han abandonado negocios que le fueron muy lucrativos en el pasado como el trading en el mercado de materias primas o el diseño y negociación de productos derivados.
Por el lado de la reestructuración, ya se ha abierto la veda de las fusiones y adquisiciones transfronterizas con operaciones como la compra del banco portugués Banif por parte de Santander o la venta de los negocios de Barclays en España y Portugal a Caixabank y Bankinter, respectivamente. Popular está buscando comprador para su filial de banca privada, mientras Santander absorbió la suya hace ya 3 años. Está por ver qué bancos extranjeros entrarán en España con un Banco Central todavía muy proteccionista (Banco de España), mientras la gestora de Santander se fusiona con la de Unicredit (Pioneer Investments) para tener presencia en 31 países.
En definitiva, los movimientos en este campo se están haciendo de una forma rápida para intentar no perder cuota de mercado. Detrás de los bancos vienen las gestoras de fondos independientes, el "wealth management" y la banca privada, además de las empresas de asesoramiento financiero independiente. En esta lucha darwiniana, el que sobreviva será el más fuerte, ya no valdrá tener buenas relaciones con el regulador porque éste estará en Europa, no en España.