Las ventas de petróleo, la recaudación de impuestos y el tráfico ilegal de arte son tres ingredientes esenciales para mantener el régimen económico del Estado Islámico. Desde un primer momento, la organización terrorista ha puesto el acento en conseguir recursos por sí mismo, sin depender de aportaciones externas.
Sin embargo, como apunta Newsweek, una parte de la financiación de ISIS sí proviene de donaciones y transferencias aportadas por agentes externos. Los países de los que proviene el grueso de estas aportaciones son Arabia Saudí, Catar y Kuwait.
Lori Plotkin Boghardt, investigadora especializada en Medio Oriente, advierte que resolver esta cuestión no es fácil. "En Kuwait, por ejemplo, los afines al Estado Islámico tienen mucho poder político. De hecho, el parlamentario Mohammed Hayek al-Mutairi ha recaudado fondos para facciones del islamismo radical que están directamente conectadas con dicha organización".
Clérigos radicados en Kuwait como Hajjaj al-Ajmi también se han destacado en este campo. En su caso, apoyan campañas de crowdfunding destinadas a financiar a ISIS. En el ámbito bancario, empresarios de alto nivel como Ajeel al-Nashmi también se han visto salpicados.
La financiación terrorista, en tres pasos
¿Cómo se canalizan estos fondos? De acuerdo con el Instituto Brookings, la estrategia seguida es la siguiente:
- En primer lugar, se capta el dinero a través de conseguidores. Dos figuras investigadas por jugar este rol son el catarí Tariq bin al-Tahar al-Harzi, que habría conseguido dos millones de dólares para el Estado Islámico, o su compatriota Salim al-Kuwaru, un conseguidor que habría movido cientos de miles de dólares para el mismo propósito. Un tercer nombre es el de Abd al-Rahman bin 'Umayr al-Nu'aymi, que en su día fue vinculado con la financiación de Al Qaeda, a la que habría enviado más de dos millones de dólares al mes durante un largo periodo de tiempo
- En segundo lugar, se maquillan las ayudas a través de organizaciones pantalla que, bajo la excusa de la "ayuda humanitaria", hacen estos envíos sin apenas controles.
- En tercer lugar, se hacen las transferencias a través de un país que sirva de intermediario. Para este propósito se acude a los sistemas bancarios menos regulados de la región.
- En cuarto lugar, se recoge el dinero mediante testaferros que coordinan la retirada de los fondos a través de programas como WhatsApp. Dicha aplicación de mensajería es de especial utilidad gracias a su función de localización por GPS. Otra red social empleada para estas tareas es Kik.
El segundo punto es el que hace posible la conjunción de los otros tres, de ahí el énfasis que han puesto gobiernos occidentales en detener este mecanismo de engaño. Esta vía resulta especialmente útil para transferir dinero ya que, bajo el paraguas de las "organizaciones caritativas" que sirven de pantalla, se puede enviar mucho más dinero, justificándolo como "ayuda humanitaria".
De acuerdo con las investigaciones del Instituto Brookings, "los captadores de fondos dicen que están recaudando dinero para enviarlo a huérfanos y refugiados, pero también los hay que abiertamente reconocen que ese dinero va a parar a actividades de combate justificadas como guerra santa o yihad".
¿Cuánto dinero suponen estas donaciones?
El Servicio de Análisis Financiero de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas ha señalado que, en los últimos años, Kuwait ha sido el país que más fondos no justificados ha canalizado a Siria. Hablamos de 200 millones de dólares desde 2011.
Desde Catar, la oficina de la ONU ha detectado cifras más pequeñas de transferencias opacas. Esta vez se trata de once millones de dólares. El resto de la financiación extranjera viene de Arabia Saudí, de acuerdo con los expertos consultados.