Menos espacio para la marca en los nuevos paquetes de cigarrillos. Ésa es una de las principales consecuencias de la última Directiva europea antitabaco. La norma, que entrará en vigor el 20 de mayo de 2016, arremete contra el envasado de los cigarros y eleva el nivel de las advertencias sanitarias que contienen los paquetes.
En concreto, los mensajes y las imágenes que informan sobre los efectos nocivos del tabaco, así como el contacto de los profesionales especializados en el abandono del hábito, pasarán de ocupar el 40% de las caras frontales del envase, al 65%. En los laterales, habrá otro 50% destinado a más advertencias sanitarias. Además, para 2019, el sello de la Administración Tributaria tendrá que situarse en la parte de arriba del paquete y los fabricantes tendrán que incorporar a las cajetillas un código de seguridad que facilite su seguimiento y autentificación.
Advertencias más duras
Los fumadores se despedirán también de las 14 imágenes que el Ministerio de Sanidad implantó en los paquetes de tabaco españoles en el año 2010, y verán en sus cajetillas nuevas fotografías de aviso. Entonces, por primera vez, los paquetes mostraban situaciones tan impactantes como los estragos del cáncer de garganta o de pulmón, un cadáver esperando la autopsia o una arteria obstruida a causa del tabaco.
En esa misma línea, pero subiendo el nivel de impacto, irán las que se empiecen a fabricar de forma inminente. Una pareja al lado de un pequeño féretro, un cadáver que ha fallecido de un infarto o un hombre que se debate entre la vida y la muerte por una embolia son las más sobrecogedoras. "Deje de fumar: siga vivo para sus seres queridos", "Su humo es malo para sus hijos, familia y amigos", "Fumar puede matar al hijo que espera", son algunas de las advertencias.
Por ley, el Juego número 1 tendrá que estar en circulación antes del 20 de mayo de 2016. Al año siguiente, se dispensarán cigarrillos con otro Juego de advertencias en imágenes y al tercer año, con otras diferentes.
En mayo de 2017 no se podrán vender las antiguas
Al coste y al trastorno que les supondrá a los fabricantes tener que cambiar los envases de las cajetillas de tabaco, hay que sumarle otro problema. Y es que el Gobierno no ha traspuesto aún la normativa comunitaria a la legislación nacional.
"Estamos en el tiempo de descuento y todavía no hemos empezado a fabricar porque no sabemos cómo lo tenemos que hacer", aseguró el portavoz de la Mesa del Tabaco, Juan Páramo, esta semana en un encuentro con periodistas. La Mesa del Tabaco reúne a toda la cadena de valor del producto, desde cultivadores, transformadores, fabricantes, sindicatos y expendedores.
Al tratarse de una ley de mínimos, los estados pueden aplicar diseños más estrictos para sus respectivas cajetillas de cigarrillos. Aunque la Mesa de Tabaco prevé que España no añadirá más restricciones a las aprobadas en Europa, piden que apruebe un texto definitivo cuanto antes.
El tiempo corre en contra de los tabaqueros. A partir del 20 de mayo de 2016, no se podrán fabricar ya cajetillas antiguas. Las compañías tendrán un año para deshacerse del stock y será a partir del 20 de mayo de 2017 cuando ya no puedan comercializar los paquetes que ahora conocemos.
Según los cálculos del sector, desde que empiecen a fabricar, las marcas más conocidas, como Lucky, Marlboro o Fortuna, tardarán 3 o 4 meses en vender todo el producto antiguo. Para las firmas menos populares, el proceso será mucho más largo.
El siguiente paso: envasado genérico
Aunque, en principio, no es la intención del Gobierno de España, hay otros países del Viejo Continente que han dado un paso más al desarrollar la Directiva europea y han aprobado el envasado genérico de las cajetillas de tabaco. En Irlanda y Reino Unido es definitivo y en Francia está pendiente de aprobación.
Actualmente, sólo Australia ha impuesto el tabaco genérico a sus cajetillas de tabaco. La medida consiste en fabricar idénticos paquetes de cigarrillos con un pequeño espacio donde las compañías podrán poner el nombre de su marca, pero con la misma tipografía y color.
Así, se estandariza el tabaco, eliminando logotipos, colores y el diseño de las marcas propiedad de los fabricantes, lo que convierte en tarea imposible distinguir las diferentes referencias.
Para Juan Páramo, imponer cajetillas también llamadas de marca blanca es una medida "extrema e innecesaria" y que supone "una completa expropiación de la marca" para las firmas tabaqueras.
Además, como es mucho más difícil distinguirse de sus competidores, "las marcas solo contarán con el precio para poder ser más competitivas, por lo que tendrán que abaratar el producto para mantenerse en el negocio, lo que echa por tierra el objetivo de la Directiva europea de desincetivar el consumo en general e impedir que los menores tengan acceso" al tabaco, concluye.