El Gobierno de EEUU lo tiene claro. "El Estado Islámico es la organización terrorista mejor financiada jamás conocida. No hay manera de acabar con esta situación de la noche a la mañana", advierte David Cohen, vicesecretario para asuntos de Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro en la Administración Obama.
Cohen tiene claro que "la principal fuente de financiación de ISIS es el control y la venta cautiva de crudo". Como explicó Libre Mercado, esta vía supone alrededor de 500 millones de euros al año. No obstante, la organización tambiéne debe buena parte de sus ingresos a los impuestos y confiscaciones que aplica en sus territorios.
Un buen ejemplo lo tenemos en Mosul. Antes incluso de que los terroristas tomasen el control de la ciudad (verano de 2014), los recursos conseguidos por esta vía ascendían a 12 millones de dólares al mes, según recogió Business Insider. La pauta se repite en todos los territorios de Siria e Irak que ha pisado la organización.
Tasa de aduanas en las carreteras
El modelo de ingresos fiscales de ISIS se adapta a las circunstancias de cada provincia. Por ejemplo, diversos puntos de las carreteras que conectan a Siria con Irak y Jordania están controladas por miembros del Estado Islámico que cobran una tasa de aduanas a los vehículos que circulan por estas vías.
Según el Instituto Brookings, el cobro de este tipo de impuestos y gravámenes ha sido delegado en muchos casos a tribus suníes que se encargan de gestionar estos ingresos a cambio de una fracción de los mismos. Para asegurar la lealtad de estos grupos, ISIS ha aumentado el margen de beneficio que retienen los "recaudadores".
Una estrategia de independencia financiera
Como apunta el Gobierno de EEUU, "romper estas fuentes de financiación es muy complejo, casi imposible si no se controla el territorio". Y es que, como ISIS ha tomado la forma de un Estado, la única forma de frenar este tipo de transferencias de renta pasa por derrocar a los terroristas, convertidos ahora mismo en autoridades de los territorios que controlan. Por este motivo, el Wall Street Journal advertía que "cada avance de las posiciones de ISIS redunda en más recursos financieros para la organización".
A largo plazo, el Estado Islámico sabe que este planteamiento fiscal le otorga mayor independencia financiera, pues buena parte de sus recursos se obtienen del mismo territorio que controlan. Además, la experiencia de Hamás muestra que, en el plano político, puede haber quienes otorguen cierto reconocimiento y legitimidad a grupos terroristas que operan de manera similar a un Estado.
Una recaudación "violenta y totalitaria"
El vicepresidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias, Jonathan Schanzer, advierte que esta vía de financiación se coordina de forma especialmente violenta y totalitaria. "Más que cobrar impuestos y tasas, lo que hacen es saquear sistemáticamente a la población. Van de ciudad en ciudad y de casa en casa para saquear a los residentes locales y conseguir recursos para seguir funcionando", denuncia.
Informes realizados sobre el terreno revelan que, en efecto, buena parte de los ingresos fiscales se deriva de confiscaciones y no de pagos regulares y establecidos. El 45% de la recaudación que obtiene ISIS en algunas provincias de la región llega de esta vía.
Refugiados que han huido de Siria han explicado que "lo único por lo que aún no cobra impuestos el Estado Islámico es por respirar... Hay servicios como el agua o la electricidad que han experimentado un aumento espectacular en sus precios, como consecuencia de las tasas introducidas por los terroristas".
Gravámenes de todo tipo
Forbes ha señalado que los bancos se han convertido en otro punto de recaudación de impuestos para ISIS. En ciudades como Raqqa se abonan tasas bimensuales que los terroristas ligan a conceptos dispares como la "seguridad" o los "servicios básicos". La organización procura que estos gravámenes se mantengan por debajo de lo que solía exigir el régimen de Al Assad para ahorrarse problemas con la población local.
Por otro lado, las multas también se han convertido en una fuente de financiación fiscal para el Estado Islámico. Un ejemplo lo tenemos con el castigo que sufren aquellas personas que desobedecen la prohibición de fumar o de comunicarse por teléfono con otras ciudades. Más llamativa aún, si cabe, es la penalización de 85 dólares (y una semana de prisión) que deben afrontar quienes se cortan el pelo sin seguir los patrones marcados por la organización.
En Mosul también nos encontramos con los 4,5 dólares que pagan los taxistas cada día a cambio de poder trabajar o el gravamen del 5% sobre ventas que soportan los comercios de la ciudad. Más compleja aún es la carga que enfrentan quienes salen de la ciudad con permisos que solamente se conceden en casos de urgencia: deben abonar 900 euros y entregar los papeles de propiedad de su vivienda. Si no regresan en menos de dos semanas, su residencia queda "expropiada" por los terroristas.
Christina Schori Liang, del Centro de Políticas de Seguridad de Génova, añade que ISIS no solamente se financia a través de esta maraña de recursos fiscales, sino que también cobra un Impuesto sobre la Renta del 10%, un Impuesto de Sociedades del 15% y un IVA del 2%. Hablamos de tipos extraordinariamente altos para Medio Oriente que se suman, además, a todas las tasas antes descritas.
¿También en Occidente?
Pero esta fuente de ingresos no solamente se observa en suelo sirio, sino que también ha sido detectada en países occidentales. Es el caso de Reino Unido, donde presos de cuatro centros de máxima seguridad han sido extorsionados por reos afines al Estado Islámico que les han arrancado el pago de un tributo al Califato a cambio de no ser atacados.
Según la investigación del Sindicato de Trabajadores del Sistema Penitenciario británico, los pagos se hacen con tabaco y otros bienes que entran en las cárceles a través del contrabando. En otros casos, los reos cumplen a base de pedirle a sus familiares que hagan la transacción exigida por los islamistas radicales.