La reunión del G-20 a 500 kilómetros de la frontera de Turquía con Siria ha vuelto a poner encima de la mesa la necesidad de combatir las vías de financiación que permiten el funcionamiento de grupos terroristas como el Estado Islámico.
¿Cómo funciona exactamente el entramado financiero de la organización que ha reivindicado los brutales atentados del 13-N en París? La clave radica en el control de los campos petroleros de Siria por parte de los terroristas.
Desde su irrupción en 2013, el Estado Islámico basa en el petróleo su estrategia de financiación. El Consejo de la Shura, que ejerce como principal autoridad político-religiosa del Califato, afirmaba entonces que era fundamental apoyarse en el crudo para financiar sus campañas.
El foco de los petrodólares que financian a los terroristas está en la provincia de Deir Ezzor, ubicada al Este de Siria y en plena frontera con Irak. Esta región produce anualmente entre 34.000 y 40.000 barriles diarios de petróleo que sirven para mantener en pie una organización de gran alcance.
Cierto es que, a lo largo de 2015, la caída en los precios del petróleo ha empujado a la baja los ingresos que estas explotaciones reportan a los terroristas. Tampoco ayuda la falta de personal cualificado o de inversión productiva.
En cualquier caso, el FT estima que el Estado Islámico se embolsa 1,5 millones de dólares al día por este concepto, lo que se traduce en unos ingresos anuales de más de 500 millones de euros, cifra idéntica a la que maneja Daniel Glaser, Secretario Adjunto para Asuntos de Financiación Terrorista en el Departamento del Tesoro de EEUU.
al-Tanak y al-Omar, las dos joyas de la corona
Los dos campos petroleros más importantes para el Estado Islámico son los de al-Tanak y al-Omar. El primero aún es capaz de producir unos 16.000 barriles de crudo al día, mientras que el segundo se mueve en el entorno de los 11.000.
Las dos "joyas de la corona" vendrían suponiendo unos 27.000 barriles al día, por lo que el 70% de la producción que controlan los terroristas depende de ambos puntos.
En al-Tanak y al-Omar, los precios negociados se mueven en una franja relativamente alta, que va de los 40 a los 45 dólares por barril. Para el resto de explotaciones controladas por los terroristas, los precios van de 20 a 30 dólares por barril.
Por tanto, estas dos explotaciones no solamente suponen el 70% de los barriles producidos, sino que aportan más del 80% de los recursos que obtiene el Estado Islámico derivado de las ventas del petróleo.
No se vende al mundo
Imponer un embargo a las ventas internacionales del crudo controlado por los terroristas parecería una solución rápida. Sin embargo, lo cierto es que el petróleo que controla el Estado Islámico no se vende en los mercados globales.
Y es que la organización sabe que su operativa no tendría salida en los mercados globales. Por eso, la totalidad del crudo controlado por los terroristas se vende en mercados locales de Siria y parte de Irak. Refinerías y gasolineras no tienen más alternativa que acudir a los campos que controla el Estado Islámico, lo que supone un "mercado cautivo", en palabras del Financial Times.
El margen de beneficio que obtienen los intermediarios ronda los 10 dólares por barril, de acuerdo con el diario británico. En cuanto a las refinerías que tratan el crudo, el grueso de las explotaciones sirias están en manos del Estado Islámico.
Hasta ahora, los bombardeos contra posiciones petroleras del Estado Islámico se han centrado en destruir las refinerías, si bien los terroristas han logrado reponerse a base de impulsar nuevos establecimientos.
La estrategia no ha surtido efecto, por lo que en círculos militares se ha vuelto a poner encima de la mesa la posibilidad de centrar los ataques en despojar a la organización del control de los grandes campos petroleros. Desde verano de 2014, apenas 200 de los 10.000 ataques aéreos coordinados contra posiciones de ISIS se han dirigido a su infraestructura energética.
Hasta ahora, este planteamiento era rechazado por miedo a que un colapso en el abastecimiento de petróleo acabase generando rechazo entre la población local. Se da la macabra paradoja de que una ambulancia que procede a evacuar a un rebelde sirio herido por ataques del Estado Islámico puede estar cargada de fuel que ha sido comprado a la red que controlan los terroristas.
He aquí el principal escollo que ha venido retrasando un enfoque más frontal a la hora de cortar de raíz la principal fuente de financiación del Estado Islámico.
420 millones conseguidos en Irak
En los últimos meses, los ataques contra las posiciones del Estado Islámico han obligado a la organización a replegarse de Irak y reducir notablemente su presencia en la provincia de Kirkuk. No obstante, mientras los terroristas mantuvieron dicha región bajo control, la extracción de crudo fue intensa y continuada.
Autoridades locales afirman que "desde que llegaron a las provincias del Norte de Irak vimos que tenían todo programado. Contaban con personal técnico, con expertos en finanzas... para que el flujo de producción no se alterase. Llegaron cientos de camiones venidos incluso de Mosul para transportar el petróleo extraído, a un ritmo de 150 camiones diarios".
Aunque los avances del Ejército de Irak en el segundo trimestre de 2015 obligaron al Estado Islámico a replegarse, se calcula que la organización logró ingresos por valor de 420 millones de euros a lo largo de casi un año.