La economía de Japón volvió a contraerse entre julio y septiembre, lo que supone su segunda entrada en recesión en dos años y eleva la presión sobre el Ejecutivo que lidera Shinzo Abe para tomar medidas adicionales de estímulo.
El producto interior bruto (PIB) de Japón retrocedió un 0,8 por ciento en el tercer trimestre en comparación con el mismo período del año anterior, lastrado sobre todo por la caída de la inversión empresarial, según los datos publicados hoy por el Ejecutivo nipón.
La recuperación del consumo doméstico y de las exportaciones, dos de los pilares de la tercera economía mundial, no pudieron compensar el impacto de la desaceleración de China, que llevó a las empresas niponas a ser más conservadoras en sus inversiones de capital corporativo y a reducir sus inventarios.
Se trata de la segunda contracción trimestral consecutiva del PIB, tras la registrada entre abril y junio, del 0,7 por ciento, por lo que la economía nipona ha vuelto a caer en recesión técnica. A su vez, el producto interior bruto disminuyó un 0,2 por ciento en el periodo julio-septiembre con respecto al trimestre anterior, según las estadísticas publicadas por la Oficina del Gabinete.
El Gobierno trató de restar importancia a las cifras al afirmar que la economía volverá a expandirse en el cuarto trimestre, y por el momento no planteó medidas adicionales para lograr un crecimiento sostenido. El ministro de Economía y Política Fiscal, Akira Amari, señaló que Japón se encuentra en la vía de la "recuperación moderada", aunque también admitió que existen ciertas "debilidades", en declaraciones a los medios nipones.
En concreto, Amari se refirió al "empeoramiento de las economías exteriores" como "factor de riesgo" para Japón, así como al "gasto poco robusto de las empresas", una de las piezas clave para estimular el crecimiento dentro de "Abenomics", el programa económico del Ejecutivo que lidera Abe.
La contracción del PIB se debió principalmente a la aguda caída de la inversión de capital corporativo, que retrocedió un 5 por ciento en términos interanuales y un 1,3 por ciento en comparación con el trimestre precedente. La inversión pública, otra pieza clave "Abenomics", también mostró síntomas de debilidad y cayó un 1,3 por ciento interanual y un 0,3 por ciento intertrimestral.
En el lado positivo, el consumo doméstico, que representa prácticamente el 60 por ciento del PIB nipón, avanzó un 2,1 por ciento en comparación con el tercer trimestre del año anterior. A su vez, las exportaciones, otro componente de peso, experimentaron un avance interanual del 10,9 por ciento, y del 2,6 por ciento respecto a abril-junio. Tokio confía en que las empresas dediquen parte de sus beneficios récord cosechados en el pasado ejercicio fiscal a aumentos salariales y a una mayor inversión corporativa, lo que activaría el ansiado círculo de crecimiento, recalcó Amari.
Por ahora, el Gobierno sólo contempla aprobar un paquete de medidas destinadas a apoyar al sector agrícola e iniciativas de carácter social para fomentar la integración laboral de un mayor porcentaje de la población nipona. Mientras, los analistas advierten de que la incertidumbre sobre China y otras economías emergentes puede seguir frenando a Japón, y destacan la necesidad de medidas adicionales que van desde un mayor gasto público hasta reformas estructurales para paliar la rigidez del mercado laboral nipón.
También se han multiplicado las voces que reclaman más estímulos al Banco de Japón (BoJ), que activó en abril de 2013 un programa masivo de compra de activos para ampliar la base monetaria y dejar atrás casi dos décadas de deflación. El banco central nipón examinará la evolución de la economía nipona en su reunión mensual sobre política fiscal y monetaria, que se celebra este miércoles y jueves.
Desde la llegada al poder de Abe a finales de 2012, la economía nipona ha experimentado altibajos, y ya entró en una primera recesión técnica entre abril y septiembre de 2014 a raíz de la entrada en vigor del aumento del impuesto sobre el consumo.