Recesión, descontrol presupuestario, deuda pública al alza... Si hace años Brasil era ejemplo de crecimiento y desarrollo, hoy el gigante latinoamericano está en el epicentro de la crisis económica que atraviesa la región.
Esta semana, la agencia de calificación crediticia Fitch ha recortado en un escalón la nota de solvencia del país. Con un BBB- y una perspectiva negativa, el nuevo escenario deja al gobierno de Dilma Rousseff contra las cuerdas, en categoría de "bono basura".
El déficit público que se espera en los dos próximos años alcanzará el 6% del PIB, un nivel especialmente elevado para una economía emergente que cada vez goza de menos credibilidad en los mercados. Peor aún es el déficit esperado en 2015: llegará al 9% del PIB según los cálculos de Fitch.
En esta línea iría también la senda del endeudamiento público: llegará al 70% del PIB durante el próximo ejercicio, frente a los niveles del 45% que se observan en economías comparables.
PIB en números rojos
También el PIB va a experimentar un golpe en los próximos años. Fitch cuenta con una contracción del 3% en 2015, que coloca a Brasil en un escenario de recesión. También en 2016 habría un retroceso equivalente al 1% del PIB, mientras que en 2017 se daría un aumento muy reducido, cercano a cero.
La capacidad de maniobra política del gobierno de Dilma Rousseff añade complejidad a la situación. Y es que los escándalos de corrupción han situado las tasas de desaprobación a su gobierno en niveles récord del 70%.
Ante este escenario de incertidumbre, no sorprende que la perspectiva crediticia de Brasil sufra un nuevo varapalo, en línea con un riesgo fiscal creciente, una inflación demasiado elevada y unas tasas de actividad e inversión que siguen evolucionando de manera decepcionante.