La dura crisis que ha atravesado España ha tenido el agravante de su larga duración. En Estonia ha ocurrido algo muy distinto: cierto es que el país báltico sufrió una caída del PIB aún más grande que la que ha experimentado la Vieja Piel de Toro, pero también es verdad que el ritmo de la recuperación ha sido intenso y acelerado.
Como explicó el ministro Jürgen Ligi, "la clave del éxito de Estonia es sencilla: tenemos un Estado pequeño e impuestos bajos". Esta receta incluye la aplicación de una ambiciosa agenda tecnológica encaminada a crear un auténtico "gobierno digital".
El resultado de esta apuesta se nota en el día a día de los ciudadanos. A través de los servicios en internet del gobierno de Estonia se puede hacer la declaración de la renta, crear una empresa, firmar o registrar contratos, recibir atención sanitaria y recetas farmacéuticas, participar en procesos electorales...
Ahorro para los contribuyentes
Más de un periodista español se ha interesado por este último punto. No es para menos: un tercio de los votos que sirvió para elegir al nuevo Primer Ministro, Taavi Rõivas, se emitió a través de la red. Sin embargo, otros aspectos del "gobierno digital" han recibido menos publicidad entre los medios españoles.
Un ejemplo es la agilización de trámites burocráticos. En los últimos años se han hecho 230 millones de procesos por vía electrónica. Además, las cifras oficiales apuntan que se han registrado 140 contratos legales a través de este mecanismo.
Evidentemente, esto ha permitido mejorar notablemente la eficiencia de la Administración Pública. En consecuencia, como reconoce el Primer Ministro, ha sido posible reducir la plantilla de empleados públicos alrededor de un 20%.
¿Qué inversión requiere este sistema? Según explica el gobierno de Estonia, basta con un gasto de 55 millones de euros que se consigna a mantenimiento, gestión y salarios. Este desembolso se queda en nada en comparación con los ahorros netos conseguidos.
Y es que, en términos de gasto, el sistema también sale muy bien parado. Según ha explicado el analista tecnológico Thomas Tamblyn, todas estas medidas se han traducido en una reducción del gasto público equivalente al 2% del PIB.