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EDITORIAL

El tercer rescate a Grecia retrata a la izquierda

Está visto que la izquierda más insensata no tiene la menor intención de aprender la lección griega.

El tiempo dirá si el tercer rescate a Grecia sirve para lo mismo que los dos anteriores o, por el contrario, para que Atenas acometa de una vez las reformas estructurales que ese país necesita para tener un Estado sostenible y capaz de responder a tantas deudas contraídas. Lo que ya se puede señalar, sin embargo, es la gran paradoja que supondría que Alexis Tsipras se convirtiese en el mejor y más fiel aliado de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), como así sería en caso de que el primer ministro griego cumpliera las nuevas condiciones acordadas en este tercer rescate.

Como bien recuerda Manuel Llamas, el líder de la coalición de extrema izquierda Syriza llegó al poder en enero con un programa electoral centrado en tres grandes objetivos: rechazar el rescate, revertir los recortes de gasto y las medidas de liberalización económica que pedía la Troika e impagar la deuda pública. Es decir, justo lo contrario que se ha comprometido a hacer a cambio del rescate.

Es evidente que una cosa es predicar y otra, muy distinta, dar trigo. Por eso el Gobierno español ha hecho muy bien en someter a votación parlamentaria nuestra participación en el tercer rescate a Grecia, al que deberemos aportar unos 10.150 millones de euros. La propuesta ha sido aprobada con el apoyo de la mayoría de los grupos y el rechazo de la Izquierda Plural y otros partidos de izquierda integrados en el Grupo Mixto. La toma pública de posición de cada partido es especialmente conveniente en este asunto tan sensible a la demagogia de oposición. Frente a las tentaciones que tienen los socialistas para competir en populismo con la extrema izquierda, el PSOE tendrá que asumir su respaldo a un plan de rescate que, entre otras cosas, exige al Gobierno griego reformar el sistema público de pensiones (elevación de la edad de jubilación a los 67 años, recorte de prestaciones y limitación de prejubilaciones), eliminar los subsidios a los agricultores, implantar un estricto calendario de privatizaciones de empresas y activos públicos, subir el IVA, flexibilizar el mercado laboral y liberalizar el sector de los servicios.

Ni que decir tiene que la oposición a la participación española en el rescate griego de la Izquierda Plural y otros partidos de izquierda no radica en su desconfianza en el Gobierno griego, sino en su disconformidad a que esta ayuda financiera se brinde precisamente con condiciones y con intereses. Está visto que la izquierda más insensata no tiene la menor intención de aprender la lección griega.

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