El 30 de marzo de 2015, tras proclamar a Manuela Carmena como candidata a la Alcaldía de Madrid, los dirigentes de Ahora Madrid presentaron un programa de acciones prioritarias que se comprometieron a aprobar en los primeros cien días de gobierno.
Entre los cinco compromisos urgentes anunciados por los de Carmena estaba el de "parar la privatización de los servicios públicos, la externalización de servicios municipales a grandes empresas y la venta de patrimonio público".
Este pronunciamiento no era, ni mucho menos, un mensaje aislado. De hecho, en las 45 páginas del programa electoral de Ahora Madrid también se hablaba de "revisar concesiones de instalaciones deportivas municipales a empresas".
El centro Barceló tendrá gestión privada
Sin embargo, ya con Manuela Carmena en la alcaldía, las promesas electorales de Ahora Madrid se han convertido en papel mojado. Y es que el consistorio de la capital de España acaba de aprobar la privatización de la gestión del centro Barceló.
Este céntrico polideportivo pasa así al manejo de la empresa Carpa, ligada al Grupo Forus. A cambio, se programa un canon de 608.000 euros y el compromiso de una serie de inversiones valoradas en 1,5 millones de euros. Además, Carpa se hará cargo de una factura anual de 950.000 euros en distintos conceptos (coste de servicios, sueldos de personal, mantenimiento, etc.).
25 años de gestión privada
El expediente de contratación se decidió en un procedimiento abierto en el que la última palabra la tuvo la mesa del distrito Centro. El plazo de ejecución abarca el periodo comprendido entre 2015 y 2040, por lo que la gestión privada se prolongará durante 25 años improrrogables una vez se formalice el contrato.
El acuerdo permite, además, que se produzca una segunda capa de privatización en el marco de gestión del polideportivo. ¿Qué significa esto? Que en el ámbito del servicio de cafetería, la empresa concesionaria podrá, a su vez, abrir un proceso para designar como gestora a otra compañía. Una cadena de subcontrataciones y privatizaciones que parece chocar frontalmente con el discurso económico de la izquierda radical.