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La última campaña de Hacienda sobre el IRPF confirmó el antiliberalismo predominante en todas las administraciones, gobiernos y partidos. La campaña giró en torno a la idea de interconexión. No somos individuos aislados sino que los impuestos nos conectan: "Si no fuera por Cristina, Héctor no podría llevar a su hijo al médico". Es decir, si no fuera por los impuestos que paga Cristina, no habría sanidad pública.

El argumento es tramposo, porque parte de la base de lo que he denominado "la falacia del Estado que está", es decir, la creencia en que, como el Estado está, y hace cosas, esas cosas que el Estado hace porque está no se harían si el Estado no estuviera. Es decir, como hay sanidad pública, sin Estado no habría sanidad, lo que es un dislate.

El equívoco se veía con claridad en el lema central de la campaña: "Contribuir para recibir". Esto, una vez más, es una trampa que procura difuminar la política en la sociedad civil, donde, efectivamente, pagamos para recibir. Eso es el mercado que, por cierto, interconecta a las personas desde hace milenios, pero las interconecta con libertad.

En cambio, con los impuestos no vale lo de "contribuir para recibir", porque no pagamos impuestos para recibir cosas: los pagamos porque son obligatorios, y si no los pagamos podemos acabar en la cárcel. He ahí la gran diferencia entre el Estado y el mercado, entre la política y la sociedad civil.

Encima que nos quitan el dinero, sería un detalle que dejaran de insultarnos.

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