Una de las promesas electorales de Mariano Rajoy fue la de recuperar el prestigio internacional de España. Olvidar la imagen de un José Luis Rodríguez Zapatero aislado en el Consejo Europeo para volver a estar en los puestos clave y en las mesas negociadoras. "La España de Aznar", como se decía sin titubeos antes de llegar a la Moncloa. En la ONU, se consiguió entrar en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente. Pero el objetivo era, principalmente, contar otra vez en Bruselas.
El presidente dejó pasar otras batallas -como la de la Comisión Europea, consiguiendo un puesto menos relevante para Miguel Arias Cañete- porque su apuesta era la presidencia del Eurogrupo. "Cuando termine el plazo del actual presidente apoyaremos la candidatura de Luis de Guindos", le dijo Angela Merkel en su tierra, Santiago de Compostela, hace menos de un año. La líder alemana puso a España como ejemplo de recuperación, y su homólogo entendió que estaba todo hecho. Fueron momentos de euforia en la Moncloa.
Sin embargo, Holanda y Jeroen Dijsselbloem enseñaron los dientes, y las negociaciones se fueron poco a poco torciendo para España. Rajoy tuvo que reconocer la batalla y pedir el voto públicamente para Guindos mientras que éste se recorría las cancillerías comunitarias en busca de respaldos. Todo fue insuficiente, y el chasco este lunes enorme.
Por un lado, Guindos ya había avisado de que era el Eurogrupo o el Eurogrupo. No será diputado la próxima legislatura ni formará parte de un hipotético segundo Gobierno de Rajoy, según ha desvelado tanto en público como en privado. Por otro, el presidente se ha quemado con él en las negociaciones. "Las batallas se dan" porque "las que no se dan son las única que se pierden", se reafirmó en junio, cuando despachó en Bruselas con Mark Rutte, su homólogo holandés, sobre la espinosa cuestión.
Este lunes, sin embargo, Rajoy parecía adelantarse a los acontecimientos y en una rueda de prensa previa a la decisión del Eurogrupo se ponía la venda. "Lo que podemos decir, y lo digo con legítimo orgullo, es que en 2012 éramos el enfermo de Europa y que hoy es un país que puede crecer por encima del 3 por ciento este año y que ha salido una de las crisis más graves que ha vivido la economía española", destacó. Esa fue su principal arma negociadora.
"No se trata" de puestos
En presencia de Klaus Lohannis -el presidente rumano- y con muy pocas horas de sueño tras regresar de Bruselas por la crisis helena, Rajoy admitió que España no tiene una vicepresidencia de la Comisión, pero sí "una cartera muy importante como la de Energía, que antes tenía Alemania, a la que le han sumado Cambio Climático, que ates tenía Dinamarca". Sin embargo, cuando se supo ese veredicto, lo que dijo su entorno es que había que esperar al Eurogrupo. También aseveró que "es verdad" que España no está en el Banco Central Europeo, pero le echó la culpa a Zapatero porque "eso ya estaba decidido".
"No se trata de decir tengo que tener un puesto más yo aquí y voy a mirar si el de al lado tiene uno mejor o no, o si va a haber compensación o no", rechazó el jefe del Ejecutivo. Si bien, en realidad, Rajoy lo había apostado todo por el movimiento de Guindos, su gran negociador con la UE y organismos como el FMI, el rostro de la recuperación fuera del país. "Ha sido un fracaso. Hemos perdido", contestaba por mensaje de texto una alta fuente diplomática, que consideró que el contexto "no ha ayudado" al español, "con todo lo de Grecia" y Dijsselbloem "siendo en ese momento el presidente".
En plenas negociaciones, un ministro nada próximo titular de Economía ya avisó de que la pelea no era sencilla y criticó el optimismo de Guindos. "Montoro estará en encantado", tiró de ironía un diputado del PP, extendiendo la teoría de una pésima relación entre ambos. En Génova y la Moncloa la decepción fue grande y poco disimulada. "Es una mala noticia", respondió un miembro de la cúpula.
Una de las razones del fiasco que aducen en el Gobierno es la poca implicación de Merkel, con la que Rajoy se verá a finales de agosto en Berlín. Hace un año les dio su apoyo y creyeron que todo estaba ganado, pero en la práctica denuncian que "no ha presionado lo suficiente" para que Guindos fuera presidente y Dijsselbloem ha jugado bien sus cartas, con todo el eje de izquierdas -incluida Grecia- dándole su voto. Al final, una victoria "muy ajustada" en la votación clave y la constatación de que España "ha de estar más representada" en la UE.
El papel sobre Grecia
Rajoy pierde la batalla de su ministro, y también acusa su papel secundario en el rifirrafe mantenido con Alexis Tsipras, el primer ministro griego, en las últimas semanas. Tras los Consejos de Bruselas, los líderes europeos ofrecen comparecencias. En la de Rajoy, una inmensa mayoría de periodistas españoles. En las de Tsipras, Merkel y François Hollande, toda la prensa internacional. Ellos han sido los actores clave, los que se han reunido en los aledaños a las citas formales y han llegado a pactos.
El presidente ha telefoneado a Merkel en varias ocasiones, pero no ha estado en la foto. El domingo del referéndum, confesó que no iba a convocar un gabinete especial ni a mantener contactos al más alto nivel. Lo que hizo fue esperar acontecimientos y dejar hacer a Guindos, su hombre clave, el que le mantenía informado en todo momento. "Si todo el mundo cumple su parte y sus compromisos al final habrá en Grecia crecimiento, creación de empleo y mejorará el bienestar y la riqueza de los ciudadanos", dijo este lunes sobre el acuerdo.