Por si las turbulencias que atraviesan los mercados europeos no fuesen suficientes, la economía mundial se enfrenta desde hace algunos días a un golpe imprevisto: se trata del profundo descalabro que están sufriendo las bolsas asiáticas, arrastradas por el desplome de la renta variable china.
En las últimas 24 horas, más del 50% de las 2.800 empresas que cotizan en los dos grandes índices del gigante asiático han suspendido la flotación de sus acciones en el parqué. En las últimas semanas, la bolsa de Shanghai acumula una caída superior al 30%. Semejante descalabro ha puesto en alerta al gobierno, que ha intentado frenar el desplome con distintas medidas aprobadas por la Comisión Reguladora del Mercado de Valores y el Banco Popular Chino.
"Pincha" la 'burbuja'
Aunque numerosos medios de comunicación se han limitado a analizar lo ocurrido en las últimas semanas, lo cierto es que los desajustes de la Bolsa china vienen de atrás. A lo largo del último año y medio, el mismo índice de Shanghai que ahora cede 30 puntos porcentuales había experimentado una espectacular subida cercana al 150%.
Mientras la Bolsa china subía como la espuma, los fundamentales de las sociedades cotizadas seguían una evolución mucho más modesta. De hecho, más que ir a más, lo cierto es que la economía del país ha experimentado una clara desaceleración en los últimos años, con las tasas de crecimiento más bajas en décadas.
Por tanto, es importante destacar que, aunque estamos ante una fuerte caída de la Bolsa china, esta dura corrección llega después de años de exuberancia irracional en los mercados de renta variable del país.
Efecto contagio
Los mercados bursátiles del sudeste Asiático se han visto contagiados por las fuertes caídas vividas en China. El pánico ha hecho que la Bolsa de Hong Kong caiga un 5,84%, hasta alcanzar su nivel más bajo desde el comienzo de la crisis.
La Bolsa de Singapur se dejó el 1,67% y la de Indonesia perdió 0,7 puntos porcentuales. Malasia también ha cerrado "en rojo" (-0,96%), al igual que Tailandia (-0,91%), Filipinas (-1,06%) o Vietnam (-1,13%). Más significativo fue lo que ocurrió en Japón: la Bolsa de Tokio registró su mayor caída anual, cediendo un 3,14%.
90 millones de pequeños inversores, arruinados
Las cifras divulgadas en la prensa asiática hablan de 90 millones de pequeños inversores que podrían haberse arruinado como consecuencia de lo ocurrido. Muchos de ellos habían entrado recientemente en este tipo de inversiones, ante la llamada de lo que pensaban que era un dinero fácil.
El gran problema es que muchos de ellos llegaron tarde a la fiesta: a comienzos de año se produjo el mayor aluvión (40 millones de nuevos inversores), pero para ese momento ya se habían esfumado los periodos de mayores alzas en el selectivo chino.
A esto se une el "efecto manada" con el que han respondido a los vaivenes estos inexpertos inversores. Las caídas de las últimas semanas se antojan más profundas de lo normal por ese motivo: quienes solamente habían entrado en bolsa con la perspectiva de obtener grandes réditos a corto plazo han sido los primeros en liquidar sus posiciones de manera agresiva en cuanto las acciones han entrado en números rojos.
Los pequeños inversores son ya el 80% del volumen de negocio de la Bolsa china, por lo que su comportamiento ha tenido un fuerte impacto en la evolución agregada del índice. Según apunta la agencia Efe, "las férreas restricciones que impone el gobierno sobre el flujo de capitales obliga a que esta sea una de las pocas formas de gestionar el ahorro. Las otras dos son comprar viviendas y dejar el dinero en el banco".
Esta última opción nunca ha sido muy atractiva, mientras que la carta inmobiliaria sí sedujo durante años a millones de trabajadores. Sin embargo, el desplome del ladrillo chino hizo de la bolsa la opción más apetecible para esos 40 millones de ciudadanos que ahora han visto cómo parte de su patrimonio se esfuma.
Según las encuestas del Centro de Investigación de las Finanzas de los Hogares, una cuarta parte de estos fallidos tiburones bursátiles ni siquiera tenía estudios de secundaria. Además, la mayoría carecía de estudios financieros.