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EDITORIAL

Ha ganado Tsipras: que no se salga con la suya

Tsipras ha ganado su referéndum tramposo e insensato, pero de ninguna de las maneras debe salirse con la suya. Por tramposo y por insensato, precisamente.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha conseguido validar en las urnas el órdago que ha lanzado a las instituciones europeas que mantienen con vida la desastrosa economía helena: el no a la propuesta reformista de la UE, defendido por los comunistas de Syriza y por los nazis de Amanecer Dorado, ha cosechado más del 60% de los votos, una victoria rotunda que, no obstante, pierde contundencia si se repara en el sorprendente hecho de que la abstención ha rondado el 40%. Ahora bien, la sorpresa es menor si se tiene en cuenta que entre el anuncio del referéndum y la propia votación apenas transcurrió una semana, que la redacción de la pregunta era confusa y que además ésta remitía a unos documentos comunitarios harto complejos que evidentemente no ha leído prácticamente ninguno de los convocados a las urnas. Todo esto no es mera anécdota sino la categoría: el referéndum que ha perpetrado Tsipras, en el fondo y en las formas, más que un homenaje ha sido un atentado a los principios, valores y libertades que informan los sistemas democráticos dignos de tal nombre. No es de extrañar que Nicolás Maduro se haya mostrado exultante con lo sucedido: en la Venezuela bolivariana saben perfectamente cómo plebiscitar las peores políticas liberticidas.

Tsipras ha ganado su referéndum tramposo e insensato, pero de ninguna de las maneras debe salirse con la suya. Por tramposo y por insensato, precisamente. Y por desleal e impresentable. No tiene fuerza y esta bochornosa votación no se la ha dado ni debe dársela. Toda la que adquiera es una concesión, y no merece ninguna.

Europa debe plantarse de una vez ante este irresponsable con vocación de tahúr, aguantarle el envite y hacerle así asumir las consecuencias de sus actos. Han de acabarse las contemplaciones ante alguien que, además, no tiene el menor propósito de enmienda. Tsipras y su tropa neocomunista siguen decididos a exigir al resto de los europeos que paguen y callen y nada exijan a cambio. Y a seguir insultándolos por ello, es decir, por prestarles lo que no tienen y por impedirles caer en la más absoluta miseria.

Europa no puede ceder un milímetro ante los chantajistas gobernantes griegos, que se disponen ahora a esgrimir lo refrendado por sus conciudadanos como justificante supremo. No lo es, sino una vil coartada para rehuir sus responsabilidades y obligaciones para con los organismos, Gobiernos y ciudadanos de la UE.

El por lo demás pasivo electorado griego no puede imponer nada a los esquilmados contribuyentes europeos. No pagar lo que se debe no es un derecho, mucho menos el vivir eternamente a costa del coaccionado prójimo. Los mandatarios europeos han de mantenerse firmes: es lo menos que pueden hacer por sus sociedades; lo más: hacer todo lo posible por alejarlas del abominable modelo griego, que quieren trasplantar a España los neocomunistas de Podemos, sin ir más lejos.

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