A 24 horas del referéndum que decidirá el futuro de Grecia es casi imposible hacer un pronóstico. Por un lado, no hay encuestas demasiado fiables, entre otras cosas porque la premura con la que se convocó a los griegos a las urnas ha dejado poco margen, tanto para que los institutos demoscópicos hagan su trabajo como para que los ciudadanos se formen una opinión.
Por otro lado, nos encontramos con sorpresas continuas casi a cada minuto. En esta semana, hemos visto al Gobierno griego insultar a sus acreedores, convocar una manifestación por el "No", pedir que se mantuvieran las negociaciones, mandar una carta aceptando las condiciones de la troika, solicitar un nuevo rescate, amenazar con subir las exigencias a partir del lunes, rechazar esas mismas condiciones que ya había aceptado, insinuar que habrá acuerdo con un resultado u otro... Y eso por contar sólo las noticias que llegaban desde Atenas. En Bruselas, el caos ha sido similar, las idas y venidas, y los cambios de opinión, constantes.
A pesar de todo este lío y de las incógnitas que rodean al proceso, lo cierto es que hay un cierto consenso en que sólo hay dos alternativas. Si gana el "No", Grecia saldrá del euro. Si gana el "Sí", habrá acuerdo en los términos que el Eurogrupo puso sobre la mesa el pasado fin de semana. Sin embargo, no es tan fácil. Los siguientes son siete puntos que pueden dificultar una solución... pase lo que pase.
1 - El "rescate" ya no existe
El programa de "rescate" que mantenía a flote a la economía griega tenía fecha de caducidad. Desde la madrugada del martes 30 de junio al miércoles 1 de julio, Grecia se ha descolgado de dicho acuerdo y se ha quedado en el aire.
Evidentemente, si hay voluntad por las dos partes podría firmarse un nuevo pacto, pero el proceso no es tan sencillo como pudiera parecer. Hay que empezar de cero. De entrada, es necesario pactar un nuevo memorándum de condiciones en el que queden claramente detallados los compromisos asumidos.
Además, hay que recordar que las leyes nacionales de algunos socios europeos obligan a que se celebren votaciones parlamentarias que autoricen un nuevo programa. Es el caso de Alemania, donde el Bundestag tuvo que votar el pasado 27 de febrero a favor de prolongar el "rescate" que acaba de expirar.
Si sale "Sí", todo el mundo da por supuesto que los gobiernos europeos aceptarán volver a poner sobre la mesa el documento que desencadenó la convocatoria del referéndum. Pero en ese caso, ¿quién será su interlocutor? ¿Volverán a negociar con Syriza?
Si sale "No", la cosa se complica aún más. Tsipras asegura que este resultado no implica la salida de su país del euro. En realidad, le ha dicho a sus seguidores que le servirá para tener más fuerza en las negociaciones. Pero, en las negociaciones, ¿sobre qué? Como decíamos antes, es posible imaginar que la troika acepte rescatar la famosa propuesta del 25 de junio si gana el "Sí"... pero si gana el "No", esta posibilidad se aleja (y mucho), porque será complicado vender a sus electores que tras una bofetada como ésta se hacen más concesiones a Grecia.
2 - El 20 de julio
Esta semana Grecia no pudo evitar el impago de 1.600 millones de euros al FMI. Algo parecido podría ocurrir el 10 y el 20 de julio: en la primera de estas dos fechas, el Tesoro heleno debe refinanciar deuda por valor de 2.000 millones; en la segunda, enfrenta la devolución de 3.500 millones al BCE.
Pero hay más:
- En teoría, el 8 de julio Grecia iba a salir a los mercados con una subasta de bonos de corto plazo.
- El 13 de julio debe devolver otros 450 millones al FMI.
- El 14 de julio vencen 93 millones de un préstamo negociado en yenes.
- El 17 de julio toca pagar 71 millones de euros comprometidos en intereses de deuda a tres años que fue negociada el pasado año.
Y la cosa no acaba aquí: éste es el difícil calendario de financiación que enfrentará Grecia este verano. Las cifras y las fechas marean. No parece el mejor escenario para negociar.
Todo el mundo tiene marcado en rojo el lunes 20 de julio. Ese día Grecia tiene que devolver 3.500 millones al BCE. Este pago no es como lo del FMI, que puede retrasar la declaración de impago con trampillas técnicas. En este caso, si no paga, Grecia entra oficialmente en default (por ejemplo, entran en juego los seguros contra su quiebra) y se le cierran todas las vías alternativas de financiación.
Habrá quién diga que son sólo 3.500 millones. Pero como Atenas no tiene ya el paraguas del plan de rescate que expiró el martes, sólo los podrá conseguir convenciendo a sus socios de la UE. Y volvemos al punto 1: sea cuál sea el resultado del referéndum, hay numerosas dificultades para llegar a un acuerdo: ¿se superarán en 15 días?
3 - ¿Negociar con Tsipras?
Los problemas entre Grecia y la Troika han llegado al terreno personal. Desde que Syriza llegó al poder, las reuniones del Eurogrupo han sido mucho más entretenidas... pero no en el buen sentido. Ni Alexis Tsipras y Yanis Varufakis han logrado generar una buena química con sus colegas. Hay quien dice que se detestan. La imagen del ministro de Finanzas griego, expulsado del último Eurogrupo y marchándose en su furgoneta mientras los demás seguían discutiendo es inédita.
Todo esto tendrá su importancia el lunes. La confianza entre las partes es mínima. Y las cuestiones personales son importantes. Además, ya hemos dicho que tendrán apenas quince días antes del cumplimiento del límite con el BCE para tomar una decisión.
Varufakis ha asegurado que se irá si gana el "Sí". Tsipras lo ha insinuado, pero no lo ha dicho de forma explícita. Pero los tiempos son muy reducidos y el Estado griego está a punto de quedarse sin un euro en sus cajas.
La prensa destacada en Brusleas apunta a que la troika podría pedir a Atenas que nombre a un nuevo equipo negociador, con el ánimo de quitar de la ecuación al tándem que tantos problemas ha dado desde comienzos de año. Está claro que si gana el "No" Varufakis y Tsipras se sentirán reforzados, no es fácil imaginar que acepten enviar un emisario. Y si gana el "Sí", se los querrán quitar de encima, pero no hay ninguna ley que diga que lo conseguirán.
4- La letra pequeña
Esta última semana ha sido muy movida. Quizás lo que más ha sorprendido a la opinión pública es que el Gobierno griego ha parecido cambiar de opinión varias veces en pocas horas. Ya no se sabe si es descoordinación, táctica en la negociación, errores humanos, intento de engañar...
En cualquier caso, hay varias opciones a las que agarrarse: el martes Tsipras intentaba llegar a un acuerdo con el Eurogrupo a partir de una "propuesta trampa" que pedía más dinero sin hacer concesión alguna. Ese mismo día, por la noche, mandaba una carta en la que aceptaba (o eso parecía) las condiciones de la troika. Y unas horas después se descolgaba con un discurso incendiario a favor del "No". ¿Con qué nos quedamos?
Esto cobrará su importancia a partir del lunes. ¿Qué quiere decir el Gobierno heleno cuando asegura que aceptará el "Sí" o el "No"? ¿Hace referencia a todo el documento de la troika o sólo a las propuestas más importantes? ¿Cuál es la letra pequeña de las intenciones de Tsipras?
En condiciones normales, todo el mundo debería saber qué pasará en uno y otro caso. Pero no es cierto. No hay más que escuchar a unos y otros. Varufakis aseguraba este viernes que un "No" dará paso a un acuerdo rápido. Matteo Renzi dijo que ese resultado implicaría la salida del país del euro. Si cada uno le da un significado a las palabras, ¿de qué servirá la votación?
5 - La voz del pueblo
Cuando hay dos bandos con posiciones tan alejadas, introducir un factor externo en la negociación puede dificultarlo todo. El que gane el referéndum (si se puede decir así) se sentirá legitimado para no hacer ninguna concesión. Pero claro, la otra parte no tiene por qué verlo tan claro.
La voz del pueblo se hará notar, pero cuidado, la troika no tiene por qué sentirse aludida por un "No". Pensemos en los gobiernos de Alemania, España, Eslovenia o Francia; o en el FMI; o en el BCE. Cada uno de ellos responde ante opiniones públicas diferentes, con motivaciones diferentes. Electoralmente, para todos los demás políticos de Europa será muy complicado vender un acuerdo con el actual Gobierno griego. Al igual que Tsipras y Varufakis piensan en clave interna (¿cómo mantenerme en el poder?, también lo hacen los demás políticos implicados.
Por eso no es tan descabellado pensar en una victoria de Tsipras con el siguiente escenario: el Gobierno griego se enroca (como las urnas han legitimado mi apuesta no me muevo un centímetro) y la troika también se queda quieta (nuestra propuesta ya no está sobre la mesa). ¿Qué pasaría en ese caso?
6 - El factor Syriza
Syriza es un partido nuevo y, como sucede a menudo en estos casos, está muy lejos de la unanimidad. Se han publicado muchos análisis sobre el ala izquierda de la formación, los puros, que exigen a Tsipras que no se mueva. Pero no todos dentro del partido opinan igual.
Como explicaba hace unos días Libre Mercado, importantes figuras de Syriza han cambiado de bando. Los parlamentarios Stelios Kouloglou, Kostas Chrysogonos y Dim Papadimoulis están pidiendo el "sí" en el referéndum. Es más, se dice que el vice primer ministro, Dragasakis, pidió a Tsipras que estudiase la cancelación del referéndum y llegase a un acuerdo con la Troika.
De hecho, no son pocos los analistas que intuyen que detrás de la convocatoria del referéndum se esconden motivos de política interna (reforzarse ante el electorado y sus rivales en el Parlamento) e incluso de control del propio partido. De esta forma, si sale el "No", Tsipras se legitima; si sale el "Sí", puede decirle a los miembros más radicales de Syriza algo del tipo "yo no quería, pero me obligan a hacerlo". La pregunta es si esta facción aceptaría este argumento, especialmente si gana el "No". Yanis Varufakis aseguraba este viernes que existe un acuerdo medio cerrado con la troika y que se firmará, con un resultado u otro... Pero vete a decirle eso a los comunistas de la vieja escuela que aguardan agazapados en Syriza. Tsipras cree que lo tiene todo controlado y puede que el enemigo esté en casa.
7 - Al borde del colapso
Hay un último factor que nadie parece tener en cuenta, pero que ganará importancia según pasen las semanas: la economía griega está cerca del colapso. Tsipras tiene razón cuando dice que la deuda a la que tiene que hacer frente la generaron los partidos clásicos (Pasok y Nueva Democracia), pero se le olvida decir que en enero de este año, cuando él llegó al poder, la tendencia estaba cambiando. Grecia crecía por primera vez en la crisis, el acuerdo con la UE parecía cercano e incluso había un ligero superávit primario.
Esto es importante porque las condiciones de los acuerdos se basaban en ese escenario, el de una Grecia que comenzaba a remontar. Cuando la troika exigía un recorte de gastos determinado o establecía un objetivo de superávit primario, lo hacía en un escenario de crecimiento. Ahora las cosas han cambiado: Grecia ha vuelto a la recesión, se han hundido los ingresos fiscales y sectores clave, como el turismo, han sufrido los efectos de la incertidumbre política.
Tsipras se enfrenta a una fuerte caída de la actividad y el corralito bancario tendrá consecuencias aún más negativas. En las últimas semanas se ha acelerado la fuga de depósitos, el aumento del paro y el desplome de la inversión. Todo esto quiere decir que alcanzar los objetivos de déficit, ingresos y gastos será más difícil. Por lo tanto, cuando se comience a negociar el nuevo rescate (ése que debe empezar de cero) las condiciones podrían ser aún más duras. Es un círculo vicioso de difícil solución: Syriza se niega a aceptar las condiciones de la troika, la actividad económica sufre las consecuencias de la falta de acuerdo, este parón provoca que las condiciones tengan que ser más duras para alcanzar los objetivos previstos, el endurecimiento de las condiciones aleja el acuerdo... y vuelta a empezar. ¿Habrá alguien capaz de romper esta dinámica?