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José García Domínguez

El FMI quiere a Podemos en La Moncloa

Que, pese a la incompetencia de sus muy altivos tecnócratas, el FMI siga siendo tomado en serio es uno de los grandes misterios de nuestro tiempo.

Más madera. El Gobierno de España tiene que obrar del mismo modo, exactamente del mismo modo, que hiciera Samaras en Grecia cuando las vísperas de la arribada al poder de Syriza en loor de multitud. Al parecer, esa es la muy clarividente conclusión a la que han llegado los cráneos privilegiados del FMI en su último informe sobre nuestro país. "Los burgueses", decía Lenin, "son tan necios que nos venderán la cuerda con que los ahorcaremos". Cuánta razón. Y es que al FMI le pasa como a los Borbones: nunca aprende y nunca olvida. ¿A qué extrañarse de que sus dictámenes y pronósticos macroeconómicos presenten un promedio de aciertos por debajo de los de Rappel y Aramís Fuster?

Lo del FMI, el que a pesar de la muy manifiesta incompetencia de sus muy altivos tecnócratas siga siendo siendo tomado en serio como supremo oráculo del saber económico, es uno de los grandes misterios de nuestro tiempo. Solo los informes oficiales sobre España que cometieron las sucesivas delegaciones del Fondo entre 2002 y 2007, periodo en el que se incubó la mayor burbuja de la historia delante de sus hieráticas narices, sería argumento suficiente para enviar a un internado de reeducación en el campo a todos sus directivos. No se enteraron de nada. Absolutamente de nada. España, su economía toda, estaba a cinco minutos de desmoronarse sobre sus cimientos, y el FMI seguía con su rutinaria cantinela de siempre, con la monserga de la "flexibilización" del mercado de trabajo, amén de la liberalización de los horarios comerciales, dos asuntos que a la postre no tendrían la menor influencia en la génesis del desastre.

Cuesta no restregarse los ojos al observar la fecha de su último dictamen previo al cataclismo, el que hizo público el 16 de mayo de 2007 y que como toda señal de alerta advertía al Gobierno español de un periodo de "crecimiento lento" en el futuro inmediato. ¡El 16 de mayo de 2007! Repito, el 16 de mayo de 2007. Cualquier vendedor de pisos a comisión sabía más que ellos sobre el estado real de la economía española. Descartada la teoría de la conspiración, descartada la manipulación de las fuentes estadísticas, descartada la incompetencia profesional, descartado un acceso de ceguera súbita, uno se pregunta qué pudo fallar. Y, entonces como ahora, lo que falló fue la ideología. Una ideología que, al igual que ocurría con el latín de los clérigos medievales, se expresa en un lenguaje completamente ininteligible para el común, el de los modelos matemáticos, en concreto el de algo llamado Dynamic Stochastic General Equilibrium Model, su particular Biblia. Pero esa es otra historia.            

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