Aunque la irrupción de internet ha supuesto todo un reto de reconversión para la industria del cine, lo cierto es que el segmento para adultos del sector había capeado razonablemente bien el cambio de paradigma que supuso la llegada del porno a la red. Sin embargo, esa capacidad de aguante se está viniendo abajo como consecuencia de los impuestos y las regulaciones que están introduciendo las autoridades en California.
La crisis empezó hace cuatro años, cuando los políticos de Los Ángeles promovieron la obligación del uso de preservativos en los rodajes. El sector explicó que esta práctica no tiene buena acogida entre los espectadores del cine X, pero las autoridades hicieron caso omiso. La cosa fue a peor en 2012, cuando se reforzaron los trámites sanitarios ligados a las grabaciones de cine para adultos celebradas en el condado de Los Ángeles.
Desde la industria denuncian que las subidas de impuestos han supuesto una carga adicional. A lo largo de la crisis se ha llegado a barajar una posible tasa aplicada ex profeso a la producción de películas para adultos. En cualquier caso, la industria del cine X ya venía pagando unos 36 millones de dólares al fisco cada año.
Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido una nueva normativa que añade nuevos requisitos de higiene a la industria, incluyendo la obligación de que los actores y actrices lleven gafas protectoras durante la grabación de las escenas. Esta regla ha sido la puntilla para la industria del porno en California.
El cine X huye de Los Ángeles
¿A dónde se van las empresas del sector? Muchas han optado por grabar en otros condados del sur de California, donde los impuestos y las regulaciones son más amables. También se ha dado un aumento significativo de la actividad en Nevada y Florida. La cuestión no es menor, ya que el 5% de todas las producciones cinematográficas que se autorizan en Estados Unidos son parte de la industria pornográfica.