Nueva advertencia del Bundesbank al Banco Central Europeo (BCE). El presidente del banco central de Alemania, Jens Weidmann, denuncia que el mecanismo de financiación extraordinaria (ELA, por sus siglas en inglés) del que, hoy por hoy, depende la supervivencia de los bancos griegos vulnera uno de los principios fundamentales de la zona euro y, por tanto, debería ser suspendido. Además, ha vuelto a criticar con dureza el programa de compras de activos del BCE (Quantitative Easing), demostrando, una vez más, su rechazo a la política monetaria de Mario Draghi.
El pasado febrero, el BCE empezó a desenchufar a Grecia del Eurosistema tras rechazar su deuda pública como aval para financiar a la banca helena, ya que el país dejó de estar bajo el paraguas del rescate internacional tras las reticencias de Atenas a cumplir las condiciones acordadas en el memorando.
Desde entonces, el sistema financiero heleno depende, directamente, del ELA para mantenerse en pie. Estos préstamos de emergencia son concedidos por el Banco Central de Grecia, pero dependen, en última instancia, de la autorización del BCE. Hasta ahora, Draghi ha facilitado cerca de 80.000 millones de euros a los bancos griegos a través de este mecanismo. Si el BCE cerrara el grifo, la insolvente banca helena tendría que echar el cierre, desatando el temido corralito y avanzando un paso más hacia la salida de la Unión Monetaria.
Sin embargo, Weidmann alerta ahora de que este particular salvavidas a Grecia vulnera el espíritu de la legislación comunitaria, ya que, en realidad, está sirviendo para financiar al Estado heleno por la puerta de atrás. El mandato del BCE prohíbe, al menos sobre el papel, prestar dinero a los gobiernos de la zona euro.
"Teniendo en cuenta la prohibición de financiar monetariamente a los estados, no está bien que los bancos sin acceso a los mercados [insolventes] reciban préstamos que, posteriormente, sirven para financiar a su gobierno, el cual tampoco tiene acceso a los mercados", según aclara en una entrevista al diario alemán Handelsblatt.
Es decir, los créditos extraordinarios del BCE a la quebrada banca griega están siendo utilizados para financiar, en última instancia, al también insolvente Estado griego mediante la compra de deuda pública a corto plazo, desvirtuando por completo la naturaleza de este mecanismo de asistencia, concebido, en teoría, para solventar problemas puntuales de liquidez bancaria.
Así, preguntado por si estaría a favor de cortar por completo el grifo que sostiene en pie a la banca helena, con el consiguiente riesgo de corralito y salida del euro por parte de Grecia, Weidmann recuerda que no es responsabilidad del BCE decidir "la composición de la zona euro o la concesión de ayudas", en referencia al desbloqueo del último tramo del rescate internacional a Atenas, de cuyo desembolso dependerá la quiebra o no de Grecia en las próximas semanas.
De hecho, el presidente del Bundesbank advierte que el futuro del país heleno en la moneda única depende "claramente" de los políticos, no de los bancos centrales. El BCE no es "omnipotente" y no está en condiciones de resolver los problemas de Europa, afirma.
Varufakis amenaza con impagar al BCE
La advertencia de Weidmann surge, además, en un momento muy delicado. Tras amenazar varias veces con impagar al FMI, ahora Grecia pide aplazar su deuda con el BCE. El ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, planteó el jueves que debería aplazarse el pago de 27.000 millones de euros en bonos que el país debe al BCE después de desembolsar 6.700 millones en julio y agosto.
"¿Cómo podría hacerse esto? A través de un canje. La idea de un canje entre el Gobierno griego y el BCE llena de miedo el alma del señor Draghi", dijo Varufakis. "Porque ustedes saben que el señor Draghi mantiene una gran lucha contra el Bundesbank, que es contrario a la expansión cuantitativa [QE]. El señor Weidmann, en particular, se opone a eso", agregó. Varufakis dijo que "permitir un canje como ése de nuestros propios bonos nuevos con estos bonos [...] daría excusas al señor Weidmann" que crearían "problemas al alivio cuantitativo del BCE".
Así, en lugar de cumplir sus compromisos y aplicar los ajustes y reformas que exigen sus acreedores internacionales para que Grecia salga de la crisis y devuelva sus deudas, Atenas quiere que el BCE le extienda un nuevo salvavidas para ganar tiempo, a sabiendas de que Alemana -y otros muchos socios- estarían en contra.
Weidmann critica las compras de deuda del BCE
En este sentido, Weidmann aprovecha la entrevista para arremeter de nuevo contra el plan de compra de activos del BCE. "La pregunta sigue siendo si el programa QE era realmente necesario, dado que nuestro principal objetivo es garantizar la estabilidad de precios y evaluar los riesgos y efectos secundarios que, inevitablemente, se producirán con este esquema". Y recuerda que, debido al QE, los bancos centrales de la zona euro se están convirtiendo en los mayores acreedores de los gobiernos, rompiendo la fundamental independencia entre políticas monetarias y políticas fiscales.
Pero sus críticas parece que, de momento, siguen cayendo en saco roto. El presidente del BCE, Mario Draghi, defendió la potencia demostrada por el QE, y aseguró que el programa se aplicarán "en su totalidad" hasta que se logren sus objetivos marcados. "En un entorno con una complejidad sin precedentes, el BCE ha adoptado una serie de medidas no convencionales para evitar un periodo demasiado prolongado de baja inflación y cumplir con su mandato. Estas medidas han probado hasta ahora ser potentes, mucho más de lo que algunos observadores habían previsto", afirmó.
En la conferencia Michel Camdessus sobre bancos centrales organizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Draghi remarcó que, aunque ya se han comenzado a ver "efectos sustanciales" de sus medidas en los precios de los activos y la confianza económica, lo que importa en última instancia es ver efectos similares en la inversión, el consumo y la inflación.
Por ello, el presidente del BCE aseguró que implementará "en su totalidad" el programa de compra de deuda tal y como se ha anunciado, hasta finales de 2016, y, en cualquier caso, hasta que se confirme un ajuste sostenido de la senda de la inflación. Así pues, la guerra abierta en el seno del BCE continúa...