Desde hace años, no pocos economistas, políticos y analistas han puesto encima de la mesa la posibilidad de eliminar el dinero en efectivo como medida contra la economía sumergida. Como informó Libre Mercado, Dinamarca ya ha empezado a dar los primeros pasos en esta dirección, apostando por anular el uso de efectivo en ciertos sectores.
Pues bien, el caso danés no es, ni mucho menos, un ejemplo aislado. De hecho, la vecina Francia acaba de aprobar una serie de medidas que, justificadas por motivos de seguridad nacional, supondrán un fuerte avance hacia la eliminación del dinero en efectivo. Así lo ha anunciado Michel Sapin, el ministro de Finanzas del país galo.
La primera de las medidas aprobada por el Ejecutivo de Manuel Valls contempla un tope de 1.000 euros para los pagos en metálico. Hasta ahora, el umbral fijado por las autoridades era tres veces más alto, llegando a los 3.000 euros.
También los no residentes y turistas se verán afectados por la medida: sus operaciones en efectivo no podrán superar los 10.000 euros, frente a los 15.000 que se venían permitiendo. Los nuevos topes empezarán a aplicarse a partir de septiembre de este mismo año 2015.
Un 'control policial' sobre las finanzas
El Elíseo también ha apostado por reforzar los controles al cambio de divisas: desde enero del próximo año, cualquier operación de este corte por un valor superior a 1.000 euros tendrá que aportar su número de identificación fiscal a un nuevo registro.
El Gobierno francés ha reconocido que la medida afectará a numerosos ciudadanos, ya que la transacción media asciende a 800 euros, apenas 200 por debajo del nuevo tope a partir del cual se aplicarán las restricciones.
Control a las entradas y salidas de capital
La cruzada contra el efectivo también involucra al sistema inmobiliario. Las nuevas medidas aprobadas por la República gala incluyen la posibilidad de congelar la venta de cualquier activo en caso de que haya sospechas sobre la operación. A esto se unen los topes que limitarán los pagos en efectivo dentro del sector inmobiliario.
Por último, el Gobierno francés también ha decidido ampliar su vigilancia sobre las cuentas que hasta ahora gestionaban sin apenas supervisión los estancos del país. Los 80.000 clientes de estos vehículos financieros pasarán ahora a un modelo de control similar al de las entidades bancarias tradicionales.