En el día a día, muchas veces unimos desempleado con despido o cierre de una empresa, casi de forma inconsciente. Parece lógico pensar que si alguien que tuvo un trabajo lo dejó de tener fue porque o bien la compañía en la que trabajaba tuvo que echar la persiana o bien fue despedido. Muchos de los ejemplos que aparecen en los medios de comunicación cumplen con este perfil.
Pero lo cierto es que no es muy fidedigno. Porque para la mayoría de los parados, la razón de haber perdido su trabajo es que llegó la fecha de fin del contrato y no se renovó el mismo. Habrá quien diga que para un parado lo mismo es ser despedido que no ser renovado. Quizás para la persona no haya muchas diferencias, pero en lo que hace referencia al mercado laboral, su funcionamiento y el análisis de cómo mejorarlo, sí las hay.
Desde hace unos años, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica las llamadas "variables de submuestra" de la Encuesta de Población Activa (EPA) con resultados más detallados y un desglose que incluye diferentes estadísticas que no aparecen en la nota principal de cada trimestre. Quizás la más llamativa sea ésta que divide a los parados en función de la razón por la que perdieron su último empleo.
De acuerdo a los dados del INE, de los 5.610.000 parados que hubo de media en España en 2014, 5.090.000 habían trabajado antes y los otros 520.000 estaban buscando su primer empleo. Como puede verse en la tabla, de los desempleados con experiencia, 2.424.000 perdieron su último trabajo por "fin del contrato" (un 47% del colectivo de parados con empleo previo). Luego, además, había 1.397.000 personas que están en paro desde hace más de 3 años (un 17% del colectivo), por lo que no se les imputa una causa concreta. Lo lógico es pensar que muchos de ellos también tuvieron que dejar su trabajo simplemente porque se terminó el período fijado.
Mientras tanto, sólo 864.000 perdieron su empleo a causa de un despido o supresión del puesto de trabajo (incluye un expediente de regulación de empleo): apenas un 15% del total de parados o 1 de cada seis.
¿La explicación?
Hay alguna explicación que extraer de estos datos. Con cautela, porque hablamos de cifras sólo en España y no existe una comparación fiable para lo que ocurre en otros países, sí podemos intuir algunas respuestas. Al menos tres cuestiones llaman la atención:
- Menos despidos: como puede verse en el siguiente gráfico, el último año ha visto una caída muy importante en cuanto al número de parados que dicen haber sido despedidos como causa de la pérdida de su último empleo. De 1.109.000 a 864.000: 245.000 parados menos (una caída del 23%). La reforma laboral se fijó como objetivo que los ajustes fueran más por el lado de la flexibilidad interna (sueldos y otras condiciones) y menos por el despido. Ni mucho menos es un dato definitivo (habría que tener muchas otras condiciones en cuenta), pero la cifra podría apuntar en esa dirección.
- Demasiadas finalizaciones de contratos: el segundo dato que destaca es que haya más personas que declaran estar en paro por fin de contrato que la suma de despidos y parados por más de tres años. Que la forma natural de dejar de estar trabajando sea la llegada de una fecha es extraño en un mercado laboral moderno. Puede haber contratos a tiempo fijo y también están los contratos por obra o servicio determinado. Pero eso debería ser la excepción. La lógica dice que lo normal es que una empresa contrate porque necesita un empleado (sin más) y que le despida cuando decida que ya no quiera contar con él (porque no cumple sus tareas o porque se ha caído la facturación de la compañía). En España no es así. Aquí, las relaciones laborales (al menos una buena parte de ellas) tienen un principio y un fin determinados. Dualidad le llaman a eso. Para las carreras de cientos de miles de jóvenes, ésta es una característica terrible.
- Parados 'eternos': el tercer dato que llama la atención tiene que ver con esa categoría de parados que llevan más de tres años sin empleo. Es la única de las tres que crece. De 1.257.000 en 2013 a 1.397.000 en 2014. Es preocupante y da pie a una pregunta sin respuesta, ¿serán capaces estas personas de reengancharse al mercado cuando lleguen de verdad la vacas gordas?