Hace unos pocos años, la economía de Brasil recibía todo tipo de aplausos por parte de los observadores internacionales. No obstante, el paso de los años ha puesto de relevancia las profundas carencias del mismo modelo brasileño.
No hablamos de una desaceleración sin más. Ángel Ubide, del prestigioso Peterson Institute, considera que la economía del país sudamericano "reúne todas las características típicas del país que acaba cayendo bajo la tutela de un programa de rescate del Fondo Monetario Internacional...".
Tal y como anticipó Libre Mercado, no son precisamente pocos los indicadores que confirman este rápido deterioro de la economía brasileña: el déficit por cuenta corriente está por encima del 4% del PIB; el valor de la moneda en relación con las principales divisas internacionales acumula meses a la baja; el descuadre fiscal entre ingresos y gastos del Estado ya está por encima del 6% del PIB; el esfuerzo impositivo ha seguido aumentando; el IPC arroja una inflación superior al 8%; el crecimiento del PIB apenas llegará al 2,5% durante el presente año...
A todo esto se une la crisis institucional que atraviesa Brasil: tanto el gigante petrolero estatal Petrobras como el Partido de los Trabajadores de Dilma Rousseff se han visto salpicados por diferentes escándalos de corrupción que, en un contexto de profundo deterioro económico, generan un descontento aún mayor entre los ciudadanos. Este malestar se ha plasmado en una oleada de manifestaciones y protestas que apuntalan los bajos niveles de aprobación del gobierno de izquierdas que encabeza la sucesora de Lula da Silva.
"Rousseff ha girado hacia el populismo"
Desde el Peterson Institute, Ángel Ubide critica "la fuerte carga ideológica del gobierno de Rousseff, que ha ido dejando de lado la ortodoxia económica y ha girado hacia un peligroso modelo populista. En vez de reducir el ineficiente gasto público y captar más inversión privada, el nuevo paradigma favorecido por el gobierno se basa en políticas intervencionistas, expansión del crédito público...".
Hay más: tal y como explica Ubide, "los controles de capitales han ido a más, se ha relajado la disciplina fiscal, se interviene y manipula el sistema de precios...". Por todo lo anterior, el analista entiende que Brasil "ha abandonado la disciplina económica" y ha apostado por "acumular desvaríos que hacen un flaco favor al pueblo brasileño".
Brasil echa mano de sus reservas
El mismo Ejecutivo parece intuir que las cosas no van por buen camino, a tenor del nombramiento de Joaquim Levy como nuevo ministro de Economía. Los más optimistas entienden que esta decisión busca reorientar el rumbo de las políticas aprobadas en los últimos años, pero lo cierto es que, de momento, pocas cosas han cambiado.
De hecho, la situación es tan preocupante que el gobierno de Rousseff ha empezado a tomar dinero prestado de las reservas acumuladas en los años de bonanza. En este sentido, no sorprende que Ubide advierta de una posible rebaja de la calificación de la deuda soberana: "podría caer a bono basura y esto aceleraría la salida de capitales, aumentaría la dependencia de los préstamos chinos... Al final, los excesos y los errores se pagan: en España, en Grecia... o en Brasil".