El Premio Nobel de Economía Milton Friedman solía decir que "nada es gratis". En el caso de la reforma sanitaria aprobada por la Administración Obama, el Ejecutivo estadounidense sí ha reconocido que aprobar nuevo modelo acarrearía un aumento del gasto público; no obstante, la Casa Blanca mantuvo desde el primer día que el coste sería barato y asequible.
Tan confiado estaba Obama de la sostenibilidad de su reforma que no dudó en aprobarla con el rimbombante nombre de Ley para la Sanidad Asequible. Sin embargo, los estudios de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos han tirado por la borda la narrativa del gobierno demócrata.
De acuerdo con el estudio dedicado a esta cuestión, el coste de la reforma sanitaria de Obama a lo largo de la próxima década ascenderá a la friolera de 100.000 dólares de dinero público por cada hogar que se acoja a este nuevo modelo de cobertura. En el caso de contrataciones individuales, el nuevo seguro coordinado por el gobierno de Washington supondrá un desembolso fiscal de 50.000 dólares por persona.
Las cifras del documento publicado por la Oficina Presupuestaria del Congreso son para echarse a temblar. Por ejemplo, considerando el coste agregado de la reforma, se calcula que el gobierno gastará casi dos billones de dólares para poder financiar el costoso sistema diseñado por Obama. De hecho, solamente en impuestos y tasas se espera un aumento del esfuerzo tributario equivalente a 643.000 millones de dólares.
30 millones de personas, sin cobertura
El exhaustivo informe, de quince páginas, calcula que entre 24 y 27 millones de personas accederán a un seguro médico bajo la Ley para la Sanidad Asequible. Sin embargo, también se estima que entre 29 y 31 millones de personas seguirán sin tener ningún tipo de cobertura médica como consecuencia de las lagunas y los sobrecostes que acarrea la reforma de Obama.
Las cifras, eso sí, parten del cálculo optimista emitido por el gobierno. De acuerdo con estas proyecciones, la afiliación alcanzada por la reforma sanitaria se duplicará entre 2015 y 2025. Sin embargo, los datos de los últimos años apuntan a una ejecución inferior a los objetivos previstos. Si dicha tendencia se mantuviese a lo largo del tiempo, el agujero fiscal resultante de las medidas aprobadas por Obama sería aún mayor.