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Las contradicciones del programa de Podemos: ¿industria o servicios, consumo o ahorro?

La formación propone una cosa y la contraria con apenas un par de párrafos de diferencia. ¿Qué es lo que piden realmente?

La formación propone una cosa y la contraria con apenas un par de párrafos de diferencia. ¿Qué es lo que piden realmente?
Pablo Iglesias en una de sus conferencias | Archivo

¿Cuál es el programa económico de Podemos? Teniendo en cuenta que hablamos de una formación presente de forma constante en los medios de comunicación y con unos líderes que se multiplican en las tertulias, debería tener una respuesta clara. Pero lo cierto es que no la hay.

Por un lado, están las propuestas con las que el partido se presentó a las Elecciones Europeas; por otro, está el documento que Vicenc Navarro y Juan Torres prepararon en noviembre del pasado año; ahora, tenemos sobre la mesa el programa de las elecciones andaluzas; y la pasada semana conocimos el informe "Reorganizar el sistema de cuidados", que incluye numerosas medidas que entran de lleno en el capítulo económico.

Nadie pide que los tres documentos sean iguales. Sería imposible que lo fueran, entre otras cosas porque cada uno se elaboró para una circunstancia y porque sus autores tampoco son los mismos. Pero lo que llama la atención no es eso. Lo interesante es que en cada uno de estos programas pueden encontrarse medidas directamente contradictorias entre sí.

De hecho, en ocasiones, incluso dentro del mismo documento hay afirmaciones opuestas: en una misma página, en párrafos casi consecutivos, se pide una cosa y la contraria. Y no hablamos de temas menores. Las cuatro siguientes preguntas son sólo una muestra:

- ¿Consumo o no consumo?: una de las primeras ideas que vienen a la mente cuando se piensa en el programa económico de Podemos es el bar de Pablo Iglesias. No es que el líder de la formación tenga una cafetería, pero cada vez que alguien le pregunta pone este ejemplo para explicar los males de la economía española. Por ejemplo, en la entrevista que le hizo Jordi Evole hace unos meses en Salvados, Iglesias explicaba: "Si tú entras ahora en un bar, el problema que tiene el dueño no es pagarle un sueldo más elevado al camarero. El problema es que la gente no entra y no se toma cañas. Tú pregúntale qué le importa más, si pagarle más al camarero o que la gente no consuma".

Es decir, lo que necesitamos para salir de la crisis es más consumo. De todo tipo, incluido el de cañas. En la misma línea, en el programa de Vicenc Navarro se piden medidas para "estimular la demanda interna" y se asegura que los proyectos de inversión pública servirán como motor de arranque para impulsar la economía española. Parecería que el partido abandona el comunismo clásico en el que nació y se abraza el keynesianismo del que renegaban hace un par de años sus dirigentes. Incluso, hace unos días conocíamos que Iglesias plantea un nuevo Súper Plan E de 100.000 millones. Y cada vez que tiene ocasión, Iglesias culpa a la "austeridad" alemana de los males de los países del sur de Europa.

Es más, en el documento sobre "cuidados" que presentó esta semana, también aparece esta misma idea. Se prometen miles de nuevos puestos de trabajo en guarderías públicas, nuevos centros de atención a los dependientes y más protección social en forma de todo tipo de subvenciones y ayudas. No se dice cómo se pagará, pero sí se asegura que este gasto será "un motor decisivo para la demanda interna".

El problema llega dos párrafos más allá. En ese mismo programa de "cuidados", Podemos asegura que "es urgente cambiar radicalmente las pautas de consumo de la población, lo que no puede realizarse sin una catarsis social que apueste por un cambio de valores, abandonando los de ostentación y el despilfarro". Al mismo tiempo, en el documento de Navarro y Torres se pide acabar con el "consumismo" y en el programa de las andaluzas se alerta del "modelo de ocio basado en el consumismo desaforado". Y en todos los programas que Podemos ha presentado se critica el modelo "consumista" de la sociedad occidental, se apela a una nueva sociedad "sostenible" (es decir, que consuma menos) y se alerta contra el crecimiento sin freno que, en su opinión, persiguen los países capitalistas.

¿En qué quedamos? ¿Tomar cañas en el bar es consumo o consumismo? ¿Dónde está el límite? ¿Dos cañas? ¿Tres cañas? ¿Dos cañas y un par de raciones? ¿Se puede hablar de "impulsar el consumo" y de acabar con la austeridad y al mismo tiempo pedir una "catarsis social y un cambio de valores" que termine con el consumismo y la ostentación? En los programas de Podemos, sí.

- ¿Industria o servicios?: esto parecía claro, hasta esta semana. Siguiendo una tradición arraigada en las formaciones de izquierda, Podemos apostaba en su programa electoral por reindustrializar España y acabar con un modelo que, en su opinión, sólo se basaba en los servicios.

Así en su programa Podemos denuncia que "el índice de producción industrial es ahora unos siete puntos más bajo que a fiales de 2007". No es sólo culpa de la crisis: "Desde la mitad de los años ochenta del siglo pasado se había venido produciendo una progresiva pérdida de peso de las actividades del sector agrícola y ganadero y del industrial. el peso de la agricultura, ganadería y pesca en el Pib cayó un 57% de 1985 a 2007 y su empleo un 75%, y los de la industria un 44% y 72% respectivamente. Es decir, la economía española venía sosteniéndose en un modelo que perdía constantemente su capacidad de generar innovación, productividad y valor añadido que son las palancas reales del progreso económico. Un auténtico callejón sin salida del que hay que salir cuanto antes y al que no se puede volver". Incluso habla de "desertización industrial".

Por todo eso, sorprende que en el documento "Reorganizar el sistema de cuidados" la formación asegure: "No podemos permitirnos basar el aumento de actividad en sectores depredadores del medio ambiente como la construcción o el automóvil. Los cuidados, por el contrario, son una actividad desmaterializada".

¿En qué quedamos? En esta cuestión, la formación se encuentra atrapada en una de las clásicas trampas de la izquierda post-comunista, la que ha acogido el ecologismo y el anti-consumo como banderas ante el fracaso de la producción centralizada. Así, por una parte, se habla de economía verde, de reducir el consumo de energía y de una nueva sociedad sostenible. Al mismo tiempo, se defienden las subvenciones al carbón y se rechazan los procesos de reconversión industrial o cierre de plantas, por muy contaminantes que éstas sean, entre otras cosas porque entre los trabajadores industriales es donde se encuentra buena parte de su base electoral.

Llegados a este punto, oodríamos preguntarnos: ¿Podemos quiere servicios ("actividades desmaterializadas") o industria? ¿Hay que cerrar fábricas de coches y pedir un plan E de 100.000 millones o apostar por los "cuidados" como impulso de la actividad? ¿Qué es más criticable: convertir España en la Florida europea o llenar el país de fábricas? En principio, no tendría por qué escogerse entre una y otra. Los países más prósperos suelen ser competitivos en todas las ramas. Pero es que es el propio Pablo Iglesias el que plantea una confrontación entre una cosa y la otra, como si fueran incompatibles. Ahora bien, lo que no queda claro es cuál es la decisión final.

- ¿Colapso demográfico o sistema sostenible?: desde sus inicios, Podemos ha defendido el sistema público de pensiones ante lo que califica como "ataques". En su opinión, no hay ningún problema de sostenibilidad y los que así piensan sólo defienden oscuros intereses asociados a los planes privados. Vicenc Navarro, el ideólogo de la formación, ha defendido en las tribunas de prensa que no existe ningún peligro para las pensiones gracias al incremento de la productividad.

Por eso, sorprende encontrar en el último programa sobre "cuidados" la siguiente frase: "En 2040, el número de personas dependientes será el doble que en 2008. Por otro lado, si en 2010 había 40 personas entre 15 y 64 años por cada 10 mayores de 65, en 2060 solo habrá 15". Y alerta de que el sistema actual es "obsoleto, insuficiente, injusto e insostenible".

Pero cómo se compagina todo esto. Por un lado, se propone recortar los años de actividad, adelantando la edad de jubilación. Además, se habla claramente de reducir la jornada a 35 horas semanales. Son dos medidas que en teoría deberían reducir el monto total de las contribuciones. Pero al mismo tiempo, se prometen más prestaciones para los mayores de 65 años, tanto en forma de pensiones como de cuidados y servicios de dependencia. Es decir, vamos a trabajar menos y a cobrar más. ¿Es esto compatible? Parece difícil imaginar cómo, pero el papel del programa de Podemos lo aguanta todo. Incluso aunque admitan que los 4 trabajadores por pensionista de 2010 se convertirán en 1,5 en 2060.

- ¿Cuál es el modelo?: quizás la cuestión más polémica de todas las que rodean a Podemos. Sus críticos les acusan de ser un mero apéndice del Gobierno venezolano que les habría financiado con el objetivo de construirse un aliado sólido en Europa. Y lo cierto es que hasta poco antes de las elecciones europeas, ni a Pablo Iglesias ni a Juan Carlos Monedero parecía importarles demasiado la identificación con el régimen chavista. A comienzos de 2013, hace apenas dos años, el líder de Podemos aparecía en la televisión pública venezolana declarando su admiración por la revolución bolivariana y asegurando que como español sentía "envidia" al visitar aquel país.

Desde entonces han pasado muchas cosas. Para empezar, los resultados de las elecciones europeas y los pronósticos de las encuestas, probablemente inesperados incluso para ellos. Pero sobre todo, pesa el colapso económico del país caribeño, derivado del desplome de los precios del petróleo y de una economía intervenida e ineficiente. Las colas, las cartillas de racionamiento, los estantes vacíos en el supermercado, las manifestaciones de los opositores,... Venezuela ya no es un activo de cara a la opinión pública española y hay que buscar otro modelo.

Por eso, en Podemos aseguran casi en cada intervención pública que su referente son las democracias nórdicas: Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia o Finlandia. Como gancho electoral tiene sentido: son países prósperos, con alta calidad de vida y que siempre han resultado atractivos para el centro izquierda, el votante al que Iglesias y los suyos quieren cortejar. Por eso, en los últimos programas presentados (el de Navarro y Torres o el llamado de "cuidados" se suceden las referencias a la escuela finlandesa, el número de funcionarios suecos o el gasto público danés.

El problema es que todas estas referencias se quedan simplemente en eso. Se dice que España debería tener el mismo número de funcionarios que Suecia, pero no se menciona que en el país nórdico muchos de estos trabajadores públicos están sometidos al mismo régimen que los privados, también en lo que hace referencia a los despidos. Tampoco se dice nada acerca de cómo ese elevado nivel de gasto público o impuestos se combina medidas que hace que estos países estén entre las economías más libres del mundo, con menos carga regulatoria y más flexibilidad. Según el último Índice de Libertad Económica del Wall Street Journal y la Fundación Heritage, incluso a pesar de su elevadísima presión fiscal, Dinamarca es la 11º y Suecia la 23º economía más libre del planeta. España está en el puesto 49º. ¿De verdad es esto lo que quieren los chicos de Pablo Iglesias? ¿Nos están diciendo que con ellos mejoraremos en el ranking del WSJ?

En este sentido, la contradicción del modelo viene porque leyendo los programas de Podemos uno podría llegar a la conclusión de que quieren ser como Suecia, pero sin aplicar ninguna de las medidas que han hecho que este país alcance su actual nivel de prosperidad. Es decir, se compra la marca, pero no los ingredientes: ¿despido prácticamente libre como en Dinamarca? Anatema. ¿Pensiones públicas con un sistema nocional complementado con una bolsa de capitalización individual como en Suecia? Ni pensarlo, sólo alguien vendido al sector financiero podría plantear algo así. ¿Servicios públicos cogestionados por el sector privado como pasa en estos dos países? Una privatización encubierta destinada a dejar a los más necesitados en la cuneta.

En esta cuestión del modelo, Podemos todavía tiene que definirse, ¿quiere de verdad ser como Suecia o sólo quiere decir que quiere ser Suecia? Parece un juego de palabras, pero es la principal pregunta que deberían aclarar antes de las elecciones. Por ahora no hay respuesta.

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