Un argumento habitual entre quienes abogan por aumentar la intervención del Estado en la economía es el de la desigualdad. Según este razonamiento, un rol más importante de las Administraciones redundará en menos diferencias de ingresos entre los ciudadanos. Sin embargo, las cifras nos dicen algo muy distinto.
El Luxembourg Income Study ha calculado el Coeficiente Gini de desigualdad para veintidós economías desarrolladas. El informe desglosa en primer lugar las diferencias de ingresos en el contexto del mercado, para detallar a continuación el dato resultante de ajustar las cifras de acuerdo con el impacto de los programas de gasto público, impuestos, transferencias y redistribución de rentas.
Si nos fijamos en la desigualdad que genera el mercado, el coeficiente Gini que encontramos en España es de 0,57 puntos, idéntico a países como EEUU, Noruega, Holanda o Suecia. Por encima de este umbral se sitúan Israel (0,58), Finlandia (0,58), Grecia (0,6), Alemania (0,6), Reino Unido (0,63), Irlanda (0,63) y Polonia (0,65).
De acuerdo con el cálculo del Luxembourg Income Study, la desigualdad de ingresos generada en el contexto del mercado es algo más baja en Dinamarca (0,56). Por su parte, Canadá, Australia y Corea del Sur suman 0,55 puntos de Coeficiente Gini, apenas dos centésimas por debajo del resultado alcanzado en la Vieja Piel de Toro. Algo más grande es el diferencial con Austria (0,55), Eslovaquia (0,54), Luxemburgo (0,52), Japón (0,49), Suiza (0,47), Corea del Sur (0,44) o Taiwán (0,42).
De media, las veintidós economías desarrollas incluidas en el estudio arrojan un Coeficiente Gini de 0,56 puntos, por lo que el resultado cosechado por España es apenas superior al promedio en 0,1 puntos.
Ajustando los datos al "gasto social"
No obstante, una vez consideramos el rol del Estado, encontramos que la "mano visible" de las Administraciones Públicas españolas deja a España como el cuarto país con mayor desigualdad de ingresos. En concreto, tras corregir la renta que obtienen los ciudadanos en el mercado con el impacto del gasto público, los impuestos, las transferencias y los programas de redistribución, vemos que España pasa de ser un país de desigualdad media a ser una de las naciones desarrolladas con mayor Coeficiente Gini.
Para ser precisos, esta medición arroja una puntuación de 0,38 en el caso español, lo que nos coloca en cuarta posición de la tabla, a la par con Canadá, Grecia y Australia. Por encima de estos cuatro países se ubican Estados Unidos, Israel y Reino Unido (el país del Tío Sam se anota un Coeficiente Gini de 0,42 puntos, frente al 0,41 de israelitas y británicos).
Por debajo del 0,38 obtenido por España figuran Noruega y Corea del Sur (0,37), Polonia, Taiwán y Alemania (0,36), Finlandia, Irlanda y Eslovaquia (0,35), Japón, Austria, Holanda, Suecia y Dinamarca (0,33), Luxemburgo (0,32) y Suiza (0,31).
Llama la atención que el país helvético, quizá la economía más capitalista de todas las analizadas, logra situarse a la cola en los datos de desigualdad tanto en la medición de mercado como en el cálculo ajustado a los programas del "Estado del Bienestar".