Bien está que Rajoy haya negado la responsabilidad del gobierno español en lo que ha denominado la "frustración creada por la izquierda radical" en Grecia. Ahora bien. Una cosa es que la poca o mucha frustración de los votantes de Syriza se deba exclusivamente a un partido que había hecho recaer la financiación de su disparatado programa de gobierno en el resto de contribuyentes europeos, y otra muy distinta que Rajoy esté legitimado para hablar de frustración.
Sin minimizar la decepción que puedan ya sentir los votantes de Syriza, convendremos en que la de los votantes del PP tampoco es precisamente poca, tal y como señalan todas las encuestas. Y eso, con una diferencia: Alexis Tsipras habrá frustrado a sus votantes por falta de acreedores, mientras que Rajoy ha frustrado a los suyos por falta de principios.
En lugar de afrontar el desbocado déficit y endeudamiento público únicamente por la vía de la reducción del gasto público -tal y como hubiera sido previsible en quien se había opuesto a las subidas de impuestos como forma de atajar déficits aun superiores que los que había registrado España en 2011- Rajoy prefirió, nada más llegar al gobierno, incrementar la presión fiscal y el nivel de endeudamiento dejado por Zapatero, dejando prácticamente intacto el gasto público. En lugar de llevar a cabo un drástico programa de adelgazamiento del sector público, Rajoy prefirió mantener –tal y como ya hizo el Zapatero de los últimos años- una impostada "política de austeridad" que, en realidad, ha elevado el peso del sector publico del 38% del PIB en 2007 al 42% a finales de 2014.
Otro tanto podríamos decir del resto de su programa, tan ambiciosamente reformista, que luego se ha limitado, básicamente, a una reforma a medias de nuestro encorsetado mercado laboral. O de otras muchas frustraciones ajenas al ámbito propiamente económico que ha causado su irreconocible gobierno, ya sea política hídrica, separación de poderes, lucha antiterrorista, modelo energético o modelo autonómico.
Lo cierto es que el peso de la acción de gobierno de Syriza va a recaer en los sufridos contribuyentes –presentes y futuros- no en mayor medida que lo que lo ha hecho el gobierno de Rajoy. Y si esto resulta frustrante para los votantes de Syriza, imagínese como lo será para los votantes liberal/conservadores de este país. Ciertamente, bien pueden ya buscarse otro partido.