El famoso intelectual argentino Mario Bunge afirmó sobre el capitalismo: "Los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han quedado igual o peor." Como se ve, son menester nuevas ediciones del Perfecto idiota latinoamericano.
Esto que dice el señor Bunge que pasa no ha pasado nunca en el capitalismo, y mucho menos en las décadas recientes, en las que ha habido una evidente reducción de la pobreza en el mundo. Sostener que los pobres están igual o peor es una gansada monumental.
Despotricar contra los ricos también es una tontería, porque los ricos sólo son malos si son ladrones, pero no si se enriquecen en el mercado. Asimismo, hay que observar que los ricos no son un grupo petrificado donde se repiten siempre las mismas personas, familias y empresas.
Ante diagnósticos tan flojos no cabe esperar conclusiones profundas. La de don Mario es: "lo ideal no es que el Estado sea patrón, sino que los trabajadores sean los patrones, que los que trabajan posean y administren sus empresas, un poco lo que ocurre con la pyme familiar".
Otra vez, Bunge no tiene ni la menor idea de lo que sucede con las empresas, y en particular con las familiares: numerosas empresas cierran, y las familiares también. En su boba recomendación de que los trabajadores no sean trabajadores sino capitalistas, este ilustre pensador está olvidando la diferencia fundamental entre un trabajador y un capitalista, que consiste en que éste último puede perder todo su capital.
¿Por qué no pedirá Bunge, sin ir más lejos, que los Gobiernos bajen los impuestos y cotizaciones sociales, para enriquecer a los trabajadores, en vez de recomendar lanzarlos a la aventura empresarial, siempre más peligrosa que la asalariada o profesional?