Antonio Busquets y Víctor Sánchez probablemente nunca serán nombres reconocibles para el gran público. Sin embargo, al menos en lo que hace referencia a la información económica, son dos de los personajes de los que más se ha hablado en las últimas semanas.
Son "los peritos". Así, sin más, se les denomina en los titulares. Y no parece necesario hacer ninguna aclaración adicional. Porque si alguien habla estos días de "peritos" todos entendemos que hace referencia a los dos expertos adscritos al Banco de España a los que el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu pidió que elaboraran un informe para el caso Bankia.
Desde que se conoció su contenido, hace algo más de un mes, el documento, de más de 400 páginas, ha sido polémico. Para la acusación ejercida por Unión Progreso y Democracia, es la prueba más evidente de la estafa que se vivió en la entidad y que va más allá de lo que en un principio se planteó.
La razón es que el informe aseguraba que Bankia salió a Bolsa con unas cuentas maquilladas, que no reflejaban una "imagen fiel" del estado de su balance. Si esto fuera así, el número de afectados se multiplicaría. Ya no sólo serían los preferentistas, sino que cualquiera que hubiera acudido a la OPV de la entidad tendría un motivo para plantear su reclamación.
Pero no todos han aceptado de buen grado el juicio de los técnicos del Banco de España. De hecho, incluso este organismo salió apenas unas horas después de publicado el informe para desmarcarse del mismo y recordar que el documento no era oficial y que respondía al trabajo de dos expertos, que habían sido recomendados al juez Andreu, pero habían realizado su tarea de forma independiente y siguiendo sus propios criterios. Y eso por no hablar del FROB o la propia BFA-Bankia, que desde el comienzo mostraron su disconformidad con las conclusiones (aunque de forma discreta, manteniendo el perfil bajo que siempre han buscado en este caso).
Esta semana, le tocaba el turno a los peritos de defender su informe ante el juez, los abogados de las defensas y las acusaciones. La declaración se lleva a cabo a puerta cerrada, pero las fuentes coinciden en que existe cierta tensión entre los representantes del FROB y BFA-Bankia y los peritos. El informe no sentó demasiado bien. Y, sobre todo, si es aceptado, podría dar lugar a que se multiplicasen las reclamaciones con el perjuicio económico que eso implicaría.
Por ahora, parece que unos y otros mantienen sus posiciones. Los peritos apenas han reconocido que pudieron equivocarse cuando acusaron de cobrar remuneraciones indebidas al equipo directivo de Bankia. Un tema llamativo para el gran público, pero de poca relevancia en las cuestiones de fondo. En lo que hace referencia a las cuentas de 2011 y a los errores contables, su postura es la misma que hace un mes. Hasta que el juez emita sus conclusiones, no se podrá saber quién le ha convencido. Por ahora, hay seis grandes preguntas que todavía no tienen respuesta:
1. ¿Estaban todos 'en el ajo'?: éste es quizás el aspecto más polémico de los documentos. Los peritos no lo dicen explícitamente, pero no cabe otra conclusión posible de su lectura. Como explica Nicolás M. Sarriés en su blog, Un cuento corriente, probablemente el más completo e informado sobre el caso Bankia de los que se publican en España, "para que todo lo que se dice en estos dos informes sea cierto (una estafa que acabó afectando a cientos de miles de accionistas y preferentistas que no conocían el verdadero estado de las cuentas) hace falta que colaboraran" cientos si no miles de personas.
Directivos, políticos, auditores, personal de las cajas y de los supervisores... Todos ellos tuvieron que incumplir con su cometido, de forma dolosa o por falta de diligencia, para que se sostenga lo que denuncian los peritos. Resulta difícil aceptarlo y no sólo por lo que tiene de conjura entre tantas personas con tantos intereses distintos. Es que en muchos casos ni siquiera tiene demasiada explicación qué ganarían algunos de los implicados en el falseamiento del estado contable de Bankia.
Pero además, queda una pregunta sin respuesta. ¿Qué hacía el Banco de España en Bankia? Porque el organismo tenía un equipo empotrado en la entidad, con el trabajo de supervisar sus cuentas y comprobar que se ajustaban a las exigencias legales. Los peritos no nombran a sus compañeros, una omisión cuanto menos curiosa en un informe tan prolijo. En este sentido, en sus declaraciones de esta semana, se han limitado a apuntar que no saben qué hizo este equipo de inspección y que no han analizado el contenido de sus informes.
2. ¿Existen diferencias entre ellos?: la defensa cree que es la principal incongruencia. Los abogados del FROB y Bankia aseguran que entre los dos informes existe una diferencia de unos 5.100 millones en los ajustes exigidos a la entidad. De esta forma, su argumento sería algo así como "si no son capaces de ponerse de acuerdo entre ellos sobre cuántos ajustes había que hacer, cómo pueden acusar a Bankia de haber engañado con sus cuentas".
En los interrogatorios, los expertos han mostrado hasta ahora un frente común. Aseguran que no hay diferencias relevantes entre sus dos versiones y que sus conclusiones son las mismas. Las cifras que no cuadran las asocian a diferencias en el criterio temporal empleado y a que Busquets ofrece menos estimaciones concretas que su compañero.
3. ¿Fraude o error?: que en Bankia se hicieron las cosas mal es una evidencia. La entidad ha quebrado y ha tenido que ser recapitalizada con 22.000 millones de los contribuyentes españoles. Pero eso no es suficiente para que exista delito. Cientos de empresas han quebrado durante esta crisis sin que sus gestores hayan acabado ante los tribunales. La clave está en si los gestores sabían (o debían haber sabido) cuál era el estado real de las cuentas cuando las presentaron.
La versión de la defensa es que no hubo fraude. Lo que se produjo es un deterioro en los libros de la entidad como consecuencia de la agravación de la situación económica y de la aplicación de la nueva normativa en materia de capitalización. De hecho, aseguran que Bankia se había protegido más (con provisiones y descuento del valor de los activos) que la media del sector. Y que la quiebra llegó porque se fueron materializando pérdidas imprevistas, especialmente en lo que hace referencia al sector inmobiliario.
En este relato, Bankia no es una excepción. Hay que recordar que todo el sector bancario español tuvo que afrontar a lo largo de 2011 y 2012 sucesivos ajustes en sus cuentas, como por ejemplo los que implicaron los llamados Decretos De Guindos, que supusieron importantísimos recortes en la valoración de los activos de todas las entidades. En eso consistió el famoso saneamiento del sector, en reconocer las pérdidas. El problema de Bankia es que esta operación dejó sus cuentas tan dañadas que necesitó de la ayuda pública para no quebrar (es decir, para seguir haciendo frente a sus obligaciones de pago frente a depositantes y otros acreedores).
En este punto es en el que los peritos han sido más contundentes. En su opinión, sí se podía saber a la hora de publicar las cuentas de 2011 (y a la hora de reformularlas por el nuevo equipo gestor) que estos créditos serían impagados. Por eso, en sus declaraciones han asegurado que la evolución económica no afectó al deterioro de los activos y que ya desde 2010 estos debían haber sido clasificados como subestándar, dudosos o morosos, según los casos. Según esta versión, el problema no fue el cambio de la normativa o que el colapso económico desatara una ola de impagos. El problema estaría en que se produjeron errores contables en las cuentas de 2011 que no deberían haberse producido.
Sin embargo, de momento ni el juez ni el fiscal Anticorrupción tienen claro si lo que hubo en Bankia fue una "serie de imprudencias" cometidas por los exdirectivos de la entidad o si éstos actuaron con "dolo", es decir, con intención de quebrar la misma en cuyo caso sí que habrían incurrido en la comisión de determinados delitos.
4. ¿Había o no provisiones?: en lo que hace referencia a la cuestión de fondo, es probablemente el tema más relevante. La entidad asegura que tenía hasta 9.000 millones de euros en provisiones genéricas. O lo que es lo mismo, incluso aunque se hubiera anotado los deterioros pedidos por los peritos, habría tenido fondos de sobra para cubrirlos. Por lo tanto, no había la posibilidad de que se produjese ese daño patrimonial que los peritos creen que se escondía en las cuentas de 2011.
Los peritos creen que esas provisiones no podían usarse en el sentido marcado por Bankia. Por un lado, porque aseguran que ya se habían usado. Por otro, porque no la normativa no permite que con provisiones genéricas se cubran este tipo de pérdidas. Al que no esté muy involucrado en el caso le puede parecer un detalle muy técnico. Pero es fundamental. La explicación de los expertos resulta extraña, si las provisiones no están para cubrir pérdidas, ¿entonces para qué son? Y también es raro que en una cuestión técnica (para qué se pueden usar estas provisiones) no haya acuerdo entre las partes, pero así es.
5. ¿También Goiri?: de todo el informe, la parte más sorprendente es la que hace referencia al nuevo equipo gestor. Los peritos acusan a la directiva de José Ignacio Goirigolzarri de haber presentado unas cuentas con errores contables en la reformulación que plantearon a las tres semanas de llegar a Bankia. Por un lado, llama la atención el apunte, porque en estos veinte días ya se aplicaron ajustes por valor de más de 4.000 millones de euros. Pues bien, los expertos del Banco de España creen que debían haber ido más allá (hacer más ajustes en el valor de los activos) y que no es razonable que no lo hicieran. Pero surgen varias cuestiones a este respecto.
Lo primero es qué ganaba Goiri con esto. La lógica apunta a que, cuando se hizo cargo de la entidad, al nuevo equipo gestor lo que le convenía era poner la cosa lo más fea posible. De esta forma, conseguían más ayudas con las que sanear el balance y se cubrían las espaldas ante un posible deterioro de la entidad. Esto no sólo era lógico, sino completamente comprensible. Hablamos de mayo de 2012, con el país prácticamente en quiebra y un enorme nubarrón sobre las cajas de ahorros. Lo que se le pidió a Goirigolzarri es que arreglase Bankia de una vez por todas y eliminase todas las dudas sobre su balance. Vamos, que la orden era que fuese todo lo conservador que la situación requería. En esta situación, ¿ocultar pérdidas? No tiene ningún sentido.
Pero si se admite el primer planteamiento, casi resulta aún más extraña la segunda llamada de atención de los peritos a la actual directiva. Los expertos creen que la entidad no se apuntó los activos fiscales diferidos y debería haberlo hecho. Pero esto habría reducido las pérdidas de la entidad y la necesidad de ayudas públicas.
Como apuntamos, parece lógico que el equipo de Goiri, si acaso, pecara de prudente, dada la situación en la que llegó a Bankia. Lo extraño llega cuando se combinan ambas acusaciones: según los informes de los peritos la nueva directiva habría falseado los balances en dos direcciones contrarias a la vez. Dicen que por un lado ocultaba pérdidas (en teoría para aparentar que su balance no estaba tan mal) y por otro no usaba los activos fiscales (que le habrían ayudado a mejorar aún más ese balance que quería maquillar). Esto ya entraría en el terreno de lo muy absurdo.
6. ¿Quién pagará?: esta pregunta no puede resolverse con el informe de los peritos, pero en realidad es la más importante. Lo que está en juego en este caso son los 3.100 millones que Bankia captó con su salida a Bolsa. Las reclamaciones por preferentes y otros problemas ya están asumidas por la entidad. Y los tribunales han fallado en numerosas ocasiones al respecto.
Pero en lo que hace referencia a la OPV, por ahora no parecía que fuera a haber compensación a los afectados. Pero si se llega a la conclusión de que los libros con los que salió al parqué estaban falseados, posiblemente habrá que devolverles su inversión. Eso sí, en este punto hay que recordar que BFA-Bankia es un banco público, que se nacionalizó con el dinero de los contribuyentes. El objetivo de la nueva directiva es devolver estas ayudas, que ascendieron a unos 23.000 millones de euros.
La entidad ya ha confirmado que tendría fondos de sobra para afrontar una eventual decisión judicial negativa. Pero tengamos claro lo que eso significaría: habría 3.100 millones menos para devolver a los contribuyentes. En este juego, no cabe una solución intermedia, o los accionistas de Bankia pierden su inversión definitivamente o los dueños del banco (todos los españoles) les compensan.