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La salida de Grecia del euro costaría a España casi 25.000 millones

Bruselas estudia extender seis meses el rescate a Grecia, mientras que la banca desempolva sus planes de contingencia ante su posible salida del euro.

Bruselas estudia extender seis meses el rescate a Grecia, mientras que la banca desempolva sus planes de contingencia ante su posible salida del euro.

Ahora que la salida de Grecia de la Unión Monetaria vuelve a estar encima de la mesa, surgen las primeras estimaciones en torno a su posible coste económico. El rescate internacional de Grecia asciende a más de 240.000 millones de euros.

Sin embargo, Syriza, favorito en las encuestas para liderar el Gobierno que salga de las urnas el próximo 25 de enero, pretende revertir los ajustes y reformas acordados con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), disparando el riesgo de que el país heleno abandone la moneda única.

Según los cálculos realizados por Eric Dor, director del IÉSEG School of Management, la factura de dicha salida para Alemania ascendería a 56.500 millones de euros, 42.400 millones para Francia, 37.300 en el caso de Italia, 24.800 para España, unos 11.900 para Holanda, 7.200 para Bélgica, 5.800 para Austria, 1.100 para Portugal y unos 300 millones para Irlanda.

Aunque, a priori, parecen cifras elevadas, los 195.000 millones de euros aportados por los socios comunitarios al rescate heleno equivalen a apenas el 4% del gasto público total de la zona euro en 2013. Además, a diferencia de lo acontecido en 2010, los bancos europeos ya no están tan expuestos a la deuda pública de Grecia, de modo que su impago sería mucho más manejable desde el punto de vista financiero.

Planes de contingencia en la banca

Por si acaso, las filiales europeas de bancos y entidades financieras internacionales ya están haciendo pruebas de estrés a sus sistemas internos y están "desempolvando" sus planes de contingencia elaborados hace un par de años ante de la posibilidad de Grecia abandone la eurozona, según The Wall Street Journal.

Según fuentes familiares con la situación, entre las firmas que se preparan para una hipotética marcha de Grecia de la Unión Monetaria tras las elecciones de este mes se encuentran Citigroup, Goldman Sachs Group o la firma de corretaje ICAP.

Los planes de las entidades incluyen controles detallados sobre las entidades de contrapartida que se pueden ver significativamente afectadas por la salida de Grecia, vigilan las exposiciones crediticias y prueban cómo proporcionar financiación transfronteriza a operaciones locales.

Algunas firmas también están preparándose para el impacto de este hecho en su sistema de pagos y llevando a cabo pruebas de plataformas de comercio de divisas para ver cómo podrían hacer frente a una nueva moneda griega o cómo lidiar con los posibles controles de capital.

Estos movimientos se producen mientras las encuestas siguen dando como favorito para las elecciones del próximo 25 de enero al partido de izquierda Syriza, que, sin embargo, ha mostrado su voluntad de que Grecia siga formando parte del euro, pero quiere renegociar las condiciones del rescate.

WSJ recuerda que en 2011 y 2012 algunas entidades financieras con significativa exposición en Grecia prepararon planes de contingencia para minimizar el impacto de una ruptura de la eurozona, y la situación actual hace que estén desempolvando los planes diseñados hace dos años.

Bruselas estudia extender el rescate a Grecia

Por su parte, la Comisión Europea (CE) propondrá una nueva prórroga de hasta 6 meses del rescate a Grecia para evitar problemas de liquidez y ante la incertidumbre creada por que venza el 28 de febrero la última ayuda europea y se negocie un nuevo crédito con el futuro gobierno griego, según a Efe un alto cargo comunitario.

La CE es consciente de la imposibilidad de que entre las elecciones anticipadas del próximo 25 de enero y el 28 de febrero se haya acordado un nuevo Gobierno de coalición. Los ministros de Finanzas y de Economía de la eurozona, reunidos en el Eurogrupo el pasado 8 de diciembre, ya prorrogaron el rescate hasta finales de febrero con el fin de permitir al Gobierno griego cerrar la quinta revisión del programa y no perder así el último desembolso europeo de 1.800 millones de euros.

En paralelo también prorrogó por el mismo periodo la disponibilidad de los bonos por valor de 10.900 millones de euros del fondo temporal de rescate de la zona del euro en la reserva del Fondo de Estabilidad Financiera del Estado Helénico, utilizada para recapitalizar a la banca helena.

Pero el calendario que sirvió de base a la decisión se ha trastocado con la convocatoria de elecciones para el próximo día 25 y exige a los socios de la eurozona revisar los planes para Grecia.

La apuesta actual de la CE es que, sea cual sea el nuevo escenario político en Grecia tras los comicios, haya una prórroga de la ayuda actual hasta que el Eurogrupo dé luz verde a un nuevo rescate "suave" con condiciones menos duras para Atenas en comparación con los dos programas completos de apoyo a Grecia, señaló un cargo de alto rango. El Eurogrupo se reunirá un día después de las elecciones, pero es poco probable que pueda tomar ya el 26 de enero alguna decisión.

La incertidumbre, el mayor riesgo

Así pues, las entidades financieras y las autoridades comunitarias se preparan para afrontar los nuevos riesgos derivados de la situación helena. Por último, ante un escenario de salida del euro, existen opiniones enfrentadas. Algunos analistas indican que Europa está mucho mejor preparada que en 2010, gracias a la creación de un Fondo de rescate europeo, la unión bancaria y los cortafuegos del BCE en forma de compras masivas de deuda. Por ello, los "efectos de contagio en otros países europeos estarían limitados", según el economista Holger Schmieding, del banco Berenberg.

Por el contrario, Jonathan Loynes, economista jefe para Europa de Capital Economics, afirma que no está claro que estas medidas de contención impidan que la salida de Grecia desencadene un ruptura mayor, ya que el Fondo de rescate europeo no es suficientemente grande para sostener a Italia y España en caso que precisen respaldo. La incertidumbre de los inversores podría traducirse en un aumento de los tipos de interés de la deuda periférica, desatando una nueva tormenta financiera y agravando la crisis económica que sufre la zona euro.

El problema es que "los antecedentes históricos muestran que es casi imposible mantener una unión monetaria intacta una vez iniciado el proceso de desintegración", según añade Christopher Dembik de Saxo Banque, en referencia a la caída del imperio austro-húngaro.

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