El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha dejado el terreno preparado para que la institución se embarque el próximo año en un programa de flexibilización cuantitativa (QE), en lo que sería la más ambiciosa y controvertida decisión de la entidad con el objetivo de combatir los riesgos de una inflación excesivamente baja y reactivar la titubeante economía de la zona euro.
El banquero italiano ha asegurado en su comparecencia ante los medios que los miembros del Consejo de Gobierno de la institución discutieron varias posibilidades de QE, y ha subrayado que la unanimidad no es necesaria para aplicarlo, aunque ha apuntado que la entidad no tiene aún decidido adoptar medidas adicionales en su próxima reunión.
"Ciertamente, hemos mantenido una discusión rica sobre diversas opciones de QE", admitió el banquero italiano en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, que mantuvo los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,05%.
Además, por primera vez el presidente del BCE expresó directamente su opinión de que "la compra de bonos soberanos entra dentro del mandato". "No seguir adelante con nuestro mandato sería ilegal", apostilló. En este sentido, Draghi apuntó que no hace falta la unanimidad de los miembros del Consejo de Gobierno para proceder con esta medida, aunque subrayó la importancia de lograr un consenso.
"No es necesaria la unanimidad, pero se trata de una medida muy importante y creo que puede diseñarse para lograr consenso y tenemos que recordar nuestro mandato", explicó Draghi, quien reconoció que el Consejo discutió la posibilidad de comprar "cualquier tipo de activo, salvo oro".
Asimismo, el banquero italiano indicó que, mientras el QE ha demostrado su eficacia en EEUU y Reino Unido, en Japón "es más complicado". No obstante, Draghi señaló la necesidad de esperar para evaluar la eficacia de las medidas ya adoptadas por la entidad antes de estudiar la posibilidad de alterar "su ritmo, tamaño y composición".
Hachazo a las previsiones económicas
El mensaje de Draghi respecto al programa de flexibilización cuantitativa ha venido precedido de una drástica revisión a la baja de las previsiones de inflación y crecimiento de la eurozona. En concreto, las nuevas proyecciones del BCE contemplan un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro del 0,8% este año y del 1% en 2015, mientras que en 2016 la economía de la eurozona crecerá un 1,5%.
Los anteriores pronósticos de la institución, publicados el pasado mes de septiembre, apuntaban a una expansión del 0,9% en 2014 y del 1,6% en 2015, que pasaría a ser del 1,9% en 2016. En este sentido, el banquero italiano señaló el impacto de la situación en la demanda doméstica y las exportaciones y advirtió de que predominan los riesgos a la baja, incluyendo la debilidad de las economías de la eurozona y los riesgos geopolíticos.
Asimismo, el presidente del BCE ha anunciado una notable rebaja de las previsiones de inflación de la entidad, que ahora prevé que se sitúe en el 0,5% este año, una décima menos de lo esperado en septiembre, mientras que en 2015 la inflación será del 0,7%, frente al 1,1% previsto anteriormente.
De cara a 2016, las nuevas previsiones del BCE contemplan un alza interanual de los precios del 1,3%, una décima por debajo de las previsiones anunciadas en septiembre. Una recomendación para los inversores más pacientes: no especulen con la posibilidad de que el precio del oro baje más.