Allá por 2003, cuando su periplo presidencial apenas comenzaba, no pocos analistas criticaron la decisión del mandatario colombiano Álvaro Uribe de convertir la ciudad de Cartagena de Indias en una suerte de paraíso fiscal para nuevas inversiones en el ámbito de la hostelería, la restauración y los desarrollos inmobiliarios.
La propuesta del Ejecutivo colombiano fue la siguiente: desde dicho año hasta 2017, todo proyecto de construcción y rehabilitación enmarcado en los sectores antes mencionados quedaría exento de pagar impuestos durante la friolera de treinta años. La consecuencia ha sido un boom económico sin parangón, tal y como había anticipado el entonces presidente Uribe.
La bella localidad del Caribe colombiano tiene hoy 10.000 habitaciones de hotel más. La oferta de hospedaje roza ya las 300 instalaciones. Estas cifras de la Oficina Turística, compartidas por Bloomberg, confirman que la apuesta liberal del Gobierno colombiano ha tenido excelentes resultados.
De hecho, conforme el país latinoamericano ha consolidado sus avances en materia de seguridad y crecimiento económico, el desarrollo de Cartagena de Indias ha ido a más. Los próximos años vendrán marcados por la apertura de nuevos hoteles de lujo, entre los que se encuentran dos establecimientos de la cadena Hilton. También Four Seasons, Intercontinental y Sheraton preparan aperturas en el corto plazo.
En total, estas inversiones internacionales aumentarán la capacidad de los hoteles de la ciudad en más de 3.000 nuevas camas, que se suman al antes mencionado aumento de 10.000, que ya es una realidad. Como explica Bloomberg, "hay pequeños hostales de la ciudad que van a ser reformados y reconvertidos, multiplicando por cinco su valor".
Los empresarios locales admiten que el coste de la vida ha subido a lo largo del periodo observado. Sin embargo, también advierten que Cartagena "era una ciudad sin ley, un lugar sin orden, sin inversión…". El reto que plantea el desarrollo es llevar la nueva prosperidad de la urbe a todos los sectores de la población, si bien el balance del potente desarrollo de Cartagena invita al optimismo.
Por ejemplo, solamente entre 2012 y 2014, y a pesar de la crisis económica que atraviesan muchos países de la OCDE, el Aeropuerto de Cartagena ha visto aumentar la llegada de pasajeros en más de un 180%. En 2013 fueron 3 millones de personas las que pasaron por las terminales de dicha infraestructura, a la que cada vez llegan más aerolíneas regionales e internacionales.
La derrama económica que genera todo este movimiento turístico no solamente beneficia al sector del transporte o al ámbito hotelero, sino que supone un potente estímulo para la restauración local, donde la gastronomía colombiana ha encontrado un nuevo punto de referencia.
Lo mismo puede decirse del ámbito comercial. La llegada de boutiques de grandes marcas extranjeras se ha sumado a la pujanza de las artesanías locales para producir un ambiente de compras vibrante y sofisticado.