La presidenta de la Asociación Profesional de Enfermeras de Ontario, la chilena Doris Grinspun, es una gran luchadora contra la privatización de la sanidad y, naturalmente, muy celebrada por el pensamiento único. Declaró:
Si desaparece la universalidad, no hay dinero que alcance para cubrir tu salud de forma individual. Si se privatiza el sistema, perdemos todos, los que no pueden acceder y los que sí. El problema es que no siempre se cuenta la verdad.
Una verdad fundamental que no se cuenta es que no hay manera de brindar ningún servicio gratis, y mucho menos universal. De tal manera que la verdad que no se cuenta es que la sanidad pública traslada la decisión de cuánto y cómo hay que gastar en sanidad desde los ciudadanos hasta los políticos, los burócratas y los grupos de presión. Tampoco se cuenta la paradójica verdad de que, una vez perpetrada la usurpación, en nombre los "derechos sociales", no sólo se usurpan los bienes de los ciudadanos, sino que a menudo el poder se enfrenta a contradicciones inmanentes a su propio ejercicio, prometiendo un derecho tras otro hasta que al final los impuestos suben considerablemente, pero tampoco "hay dinero que alcance".
Tampoco se dice la verdad cuando se dice que con la privatización "perdemos todos". Es obvio que no sería así, porque la privatización comportaría una gran reducción del gasto público y, por consiguiente, una gran subida de los ingresos de los ciudadanos, con lo que la sanidad sería accesible, como cualquier servicio.
Al mismo tiempo, como la sanidad sería provista por empresas en competencia, ello castigaría con dureza a los ineficientes y los despilfarradores, y no habría ya lugar para los abusos de políticos, burócratas, sindicalistas, etc., porque habría sólo una gran marea blanca, la marea de los ciudadanos libres disponiendo libremente de su propio dinero.
No dice la verdad doña Doris cuando asegura que con la privatización no habría dinero. Al contrario, cuando no hay dinero es ahora, porque el Estado lo arrebata a los ciudadanos por la fuerza. Curiosamente, esto no le parece mal a la señora Grinspun, que declara que se hizo enfermera para construir "un mundo más justo". Curiosamente, su prioridad no fue construir un mundo más sano.