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Juan Ramón Rallo

¿Qué entiende Cáritas por exclusión social?

Acaso a Cáritas le parezca que hay demasiados pocos pobres y se vea en la tentación de inflar exageradamente su número.

Todos los medios de comunicación han destacado en sus noticiarios que, según un reciente informe de Cáritas, el 25% de los españoles vive en una situación de exclusión social severa o moderada por culpa de la crisis. Es más, según ese mismo informe, únicamente el 34,3% de los españoles disfruta de una integración plena en sociedad. Preocupantes cifras que describen un país casi tercermundista: uno donde la inmensa mayoría sobrevive al borde de la miseria, parasitada por una minoría privilegiada y castuza.

Acaso sorprenda al lector saber que en todos los indicadores no financieros de privación material (cuántos españoles pueden ahorrar frente a imprevistos, cuántos no tienen automóvil, lavadora, teléfono, ordenador, ducha, inodoro o luz natural en sus habitaciones, cuántos viven en barrios afectados por la delincuencia...) estamos mucho mejor que hace 20 años y, en su mayoría, también mejor que hace 10; o que España es el país de Europa que más ha visto reducida su desigualdad salarial desde 1995; o que el crecimiento económico que hemos vivido entre 1973 y 2011 ha beneficiado más a las rentas bajas que a las altas. Y es que estos datos, también recogidos en el informe de Cáritas, han tenido  nula repercusión en la prensa.

Mas mi objetivo no es remarcar las lecturas positivas que podría tener el informe, a poco que la prensa no optara en comandita por adoptar un enfoque amarillista y populista, cuanto responder a una pregunta muy simple: cuando Cáritas nos indica que el 25% de los españoles padece de exclusión social (o que el 65,7% no está "plenamente integrado"), ¿a qué se está refiriendo? A la postre, más allá de las etiquetas, eso es lo relevante: ¿en qué situación real se encuentra ese 25% (o 65,7%)?

Cáritas elaboró el año pasado un Indicador Sintético de Exclusión Social (ISES) con 35 parámetros, que es el que actualiza y utiliza ahora. Una persona está integrada plenamente en la sociedad cuando su situación no se ajusta a ninguno de esos 35 parámetros, se halla en integración precaria cuando convive con uno, padece exclusión moderada cuando experimenta dos o tres y sufre exclusión severa cuando soporta cuatro o más. Copio a continuación los 35 indicadores, así como el porcentaje de españoles que la sufre, para que podamos valorarla con más elementos de juicio.

% personas 2007

% personas 2013

Personas que viven en un hogar cuyo sustentador principal está en paro desde hace más de un año.

1,1%

9,2%

Personas que viven en un hogar cuyo sustentador principal tiene un empleo de exclusión: vendedores a domicilio, vendedores ambulantes (apoyo), vendedores ambulantes (marginal), empleadas del hogar no cualificadas, peones agrícolas eventuales temporeros, recogedores de cartón, repartidores de propaganda, mendigos.

3,1%

3,7%

Personas que viven en un hogar cuyo sustentador principal tiene un empleo de exclusión: que no tiene cobertura de la Seguridad Social (empleo irregular).

3,5%

3,2%

Personas que viven en hogares sin ocupados, ni pensionistas contributivos, ni de baja, ni con prestaciones contributivas por desempleo del INEM.

4,7%

7,6%

Personas que viven en hogares con personas en paro y sin haber recibido formación ocupacional en el último año.

8,7%

36%

Personas que viven en hogares con todos los activos en paro.

2,3%

12,3%

Pobreza extrema: ingresos inferiores por hogar al 30% de la renta familiar mediana equivalente. Umbral estable en euros constantes como media de los 3 años (2.891€ en 2007, 3.014€ en 2009 y 3.273€ en 2013).

3,5%

7,3%

Personas que viven en hogares que no cuentan con algún bien considerado básico por más del 95% de la sociedad (agua corriente, agua caliente, electricidad, evacuación de aguas residuales, baño completo, cocina, lavadora, frigorífico) y que no pueden permitírselo.

No hay información

1,6%

Derecho de elegir a tus representantes políticos y a ser elegido: personas que viven en un hogar con alguna persona de 18 o más años de nacionalidad extracomunitaria (sin convenio de reciprocidad).

8,4%

6,1%

Capacidad efectiva de ser considerado y de influir en el proceso de toma de decisiones colectivas: no participan en las elecciones por falta de interés y no son miembros de ninguna entidad ciudadana.

4,2%

8,5%

Personas que viven en hogares con menores de 3 a 15 años no escolarizados.

2%

1,6%

Personas que viven en hogares en los que nadie de 16 a 64 años tiene estudios: de 16 a 44, sin completar EGB, ESO o graduado escolar; de 45 a 64, menos de 5 años en la escuela.

5,5%

3,3%

Personas que viven en hogares con alguna persona de 65 o más que no sabe leer y escribir o no ha ido a la escuela.

5,4%

4,1%

Infravivienda: chabola, bajera, barracón, prefabricado o similar.

1,6%

0,8%

Deficiencias graves en la construcción, ruina, etc.

1,4%

1,8%

Humedades, suciedades y olores.

7,6%

10,2%

Hacinamiento grave (<15 m2 persona).

6,9%

7%

Tenencia en precario (facilitada gratuitamente por otras personas o instituciones, realquilada, ocupada ilegalmente).

2,7%

1,6%

Entorno muy degradado.

0,5%

2,7%

Barreras arquitectónicas con discapacitados físicos en el hogar.

2,6%

5,5%

Gastos excesivos de la vivienda (ingresos - gastos viv. < umbral pobreza extrema con umbral estable).

5%

14,1%

Alguien sin cobertura sanitaria.

0,6%

0,3%

Han pasado hambre en los 10 últimos años con frecuencia o la están pasado ahora.

2%

4,5%

Todos los adultos con minusvalía, enfermedad crónica o problemas graves de salud que les generan limitaciones para las actividades de la vida diaria.

1,1%

1,2%

Personas que viven en hogares con alguna persona dependiente, que necesitan ayuda o cuidados de otras personas para realizar las actividades de la vida diaria y que no la reciben.

0,8%

1,1%

Personas que viven en hogares con enfermos, que no han usado los servicios sanitarios en un año.

0,7%

1%

Personas que viven en hogares que han dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos.

5,4%

15,8%

Alguien en el hogar ha recibido o recibe malos tratos físicos o psicológicos en los últimos 10 años.

No hay información

2,7%

Personas que viven en hogares con relaciones muy malas, malas o más bien malas.

1,5%

0,8%

Personas que viven en hogares con alguna persona que tiene o ha tenido en los 10 últimos años problemas con el alcohol, con otras drogas o con el juego.

No hay información

2,6%

Alguien ha sido o está a punto de ser madre adolescente sin pareja.

2%

1%

Personas que viven en hogares con alguna persona que tiene o ha tenido en los 10 últimos años problemas con la justicia (antecedentes penales).

2,5%

1%

Personas sin relaciones en el hogar y que no cuentan con ningún apoyo para situaciones de enfermedad o de dificultad.

2,8%

2%

Personas que viven en hogares con malas o muy malas relaciones con los vecinos.

1,6%

0,5%

Personas que viven en hogares con alguna persona en instituciones: hospitales y pisos psiquiátricos, centros de drogodependencias, de menores, penitenciarios, para transeúntes o mujeres.

0,3%

0,2%

Sinceramente, muchos de los elementos que aparecen en este listado me parecen una absoluta frivolización de la pobreza que no entiendo que una asociación como Cáritas consienta. Es cierto que Cáritas en todo momento habla de exclusión social y no de pobreza, pero la organización debería ser consciente de la demagógica equiparación que suele hacerse entre ambas, sobre todo cuando se las vincula a la crisis actual. Y facilitar -e incluso promover- una completa manipulación del significado de las estadísticas en un sentido vejatorio para los verdaderamente pobres debería estar en los antípodas de los objetivos sociales de Cáritas.

Ni estar peleado con tus vecinos, ni estar peleado con tu pareja, ni tener un abuelo semianalfabeto, ni ser madre soltera, ni vivir en un hogar con ciudadanos extracomunitarios ni ser apolítico equivale a ser pobre. Es más, diría que ni siquiera equivale a estar excluido socialmente. Y, sin embargo, acabo de mencionar seis indicadores que, en caso de que coincidieran en una misma persona, la calificarían como de "severamente excluida" de la sociedad (esto es, la categoría más grave posible dentro del informe de Cáritas). De hecho, basta con que coincida uno de ellos para que esa persona no esté "plenamente integrada" en sociedad, o que haya dos de ellos para que el individuo esté parcialmente excluido de la sociedad. Es decir, con dos de los anteriores seis criterios… usted integraría ese 25% de los españoles a los que la crisis ha empujado a una situación de exclusión social según Cáritas.

El colmo del despropósito, claro está, se halla contenido en el parámetro 32, a saber, "haber tenido problemas con la justicia en los últimos 10 años": vamos, que para Cáritas todos los políticos condenados por haber saqueado y construido fortunas personales a costa de los contribuyentes… deben figurar como no integrados plenamente en sociedad. Y si la corrupción les ha llevado a pelearse con sus vecinos o con su pareja comenzarían a formar parte de ese 25% de españoles excluidos de la sociedad. Delirante.

En este sentido, que la exclusión social haya aumentado del 16,3% en 2007 al 25,1 en 2013 (nota: la crisis en todo caso habrá causado el aumento de nueve puntos en la exclusión social entre 2007 y 2013, no los 25 puntos de 2013) se explica por un elemento de sobra conocido: el paro. Los problemas relacionados con el paro abarcan seis de los 35 indicadores, de manera que no es tan complicado que una persona se encuentre en varios de ellos (y además en alguno de los otros 29 indicadores). Sólo el punto 5 (personas que viven en hogares con personas en paro y sin haber recibido formación ocupacional en el último año) aumenta del 8% al 36%: algo de sobra conocido por todo aquel que siga la evolución de nuestra tasa de paro.

Y si por "aumento de personas excluidas socialmente" queremos decir "aumento de personas en paro", ¿a qué se debe tanta algarabía con el informe de Cáritas? Al cabo, la EPA que se publica trimestralmente ya recoge esa misma información. Pues la algarabía se debe a que los datos que presenta Cáritas pueden ser manipulados e instrumentados políticamente: cosa que se ha hecho sin pudor alguno y a lo que Cáritas se ha prestado orgullosamente.

Lo anterior no significa, claro está, que los indicadores desagregados que presenta Cáritas sean inútiles. Únicamente implica que la cifra del 25% de excluidos sociales hay que desecharla por descabellada. Pero el listado anterior sí nos permite conformarnos una imagen de qué porcentaje de personas lo están pasando verdaderamente mal durante esta crisis: el cruce de los puntos 7 (pobreza extrema), 8 (carencia de bienes básicos), 14 (infraviviendas) o 23 (haber pasado hambre en los últimos diez años) nos indica que el porcentaje de españoles que puede estar atravesando dificultades verdaderamente acuciantes (dificultades que, en todo caso, se habrían considerado el estándar de normalidad hace 40 o 50 años) se halla en torno al 5%, frente al 2-3% del pico de la burbuja de prosperidad de 2007.

Ese 5% de españoles son el público objetivo al que atiende Cáritas y que debido a su volumen absoluto -más de dos millones de personas- es comprensible que esté desbordando sus instalaciones. Pero el 5% no es ni el 25% ni el 66%: acaso a Cáritas le parezca que hay demasiados pocos pobres y se vea en la tentación de inflar exageradamente su número.

Cáritas es en muchos sentidos una organización ejemplar a la que todos tenemos mucho que agradecer. Pero que sea ejemplar en muchos sentidos no significa que lo sea en todos: frivolizar e instrumentar el verdadero drama de la pobreza en aras de un mayor autobombo y de la defensa de un modelo de Estado omniabarcante no debería entrar en su agenda. Y, por desgracia, se está convirtiendo en parte constituyente de la misma.

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