El partido de Pablo Iglesias promete acabar con la crisis económica con el particular recetario estatista que viene aplicando desde hace tiempo, en mayor o menor grado, el peronismo argentino y el chavismo venezolano. Su modelo es la llamada "democracia socialista del siglo XXI" o, tal y como afirmó Juan Carlos Monedero -mano derecha de Iglesias- desde Argentina, implantar un "leninismo amable", al menos en esta primera fase inicial.
En concreto, Podemos propone "democratizar" la economía española, lo cual, en la práctica, significa disparar el peso del Estado con más gasto público, más impuestos y la nacionalización completa de los sectores considerados "estratégicos", como es el caso de la banca o la energía, al tiempo que se aboga por implantar una renta básica, reducir la edad de jubilación, expropiar viviendas o impagar la deuda pública, previa "auditoría" de la misma.
En última instancia, Podemos apuesta por salir del euro para que España se integre en "una nueva moneda" junto a otros países del sur de Europa", tal y como señaló el propio Monedero. Iglesias también defiende esta salida, y aporta más detalles al respecto:
¿Qué es, entonces, lo que debería hacer una fuerza política democrática que ganar las elecciones en un país del sur de Europa? Yo no tengo dudas. Debería tomar el control de la política monetaria saliendo del euro e inmediatamente devaluar [...]
En resumen, mucho más Estado y menos mercado. Pero, ¿qué efectos tendría la aplicación de este recetario? Basta observar lo que ha pasado en Argentina y Venezuela, dos de los principales referentes políticos y económicos de Podemos, para demostrar que este estatismo radical también acaba conduciendo a la ruina económica, además de incrementar la corrupción política o restringir la libertad de expresión.
Argentina y Venezuela cabalgan hoy hacia el caos económico y social, inmersos en la hiperinflación, el desabastecimiento, la crisis y la quiebra del estado. Sin embargo, la historia de ambos países viene de muy atrás. Argentina era un país muy rico a principios del pasado siglo. Hasta la Primera Guerra Mundial, su renta per cápita era similar a la de EEUU, llegando incluso a acumular el 50% del PIB de toda América Latina en 1913.
En concreto, desde 1870 hasta 1914, su renta se disparó un 125%, pasando de 1.468 a 3.302 dólares anuales (medidos a precios constantes de 1990), muy por encima del crecimiento medio que registraron el resto de grandes potencias. De hecho, en 1896, su riqueza era equiparable a la de EEUU, y al comienzo de la I Guerra Mundial muy similar a la de Europa y superior a la de Alemania y Francia. Por entonces, la renta de los argentinos era un 40% superior a la de españoles e italianos.
Durante los años 20, Argentina se mantuvo como uno de los 10 países más ricos del planeta, con una riqueza comparable e incluso superior a la mayoría de países europeos, similar a Francia o Alemania, y mayor que Italia o Japón; el salario promedio seguía superando al que percibían los europeos. De hecho, durante los años 30, EEUU, Canadá, Australia y Argentina se mantenían entre los países más ricos del mundo.
Al término de la II Guerra Mundial, y pese a atravesar un período político convulso en los años previos, caracterizado por la sucesión de dictaduras militares y un creciente intervencionismo y proteccionismo económico, la riqueza de Argentina (4.665 dólares en 1946) se mantenía muy por encima de la media europea (+21%) y de Alemania (2.217), Francia (3.855), España (2.179) o Italia (2.162 dólares anuales), entre otros países a uno y otro lado del Atlántico.
Pero entre 1914 y 1946 destaca, sobre todo, el crecimiento experimentado por EEUU, cuya renta media pasó de 4.800 a 9.200 dólares (+90%), y, especialmente, por Venezuela, ya que su riqueza se multiplicó por seis (de 1.000 a casi 6.000 dólares per cápita). La economía venezolana siguió avanzando con paso firme durante los años posteriores, hasta tal punto que en 1957 su PIB por habitante (10.058 dólares) rozaba el de EEUU (10.920), gracias a su potente industria petrolera.
Es decir, hasta mediados del pasado siglo, Argentina y Venezuela eran grandes potencias económicas, con rentas muy superiores al resto de América Latina -muy por encima de Chile-, más ricas que la mayoría de países europeos y codeándose de tú a tú con EEUU.
Sin embargo, a partir de ahí comienza su particular decadencia, tal y como muestra el anterior gráfico -vía Perpe-. El militar Juan Domingo Perón logra la Presidencia de Argentina en 1946, instaurando el denominado justicialismo ("justicia social") junto a su mujer Eva Perón, un modelo de profundo intervencionismo económico que se mantiene casi intacto desde entonces bajo el dominio político del peronismo.
Algo similar sucede en Venezuela, solo que más tarde, a finales de los años 70, tras la nacionalización de la industria petrolera (nace PDVSA), la utilización gubernamental de los petrodólares para disparar el gasto y la deuda pública, así como el comienzo de una incesante ronda de devaluaciones monetarias que provocarán elevadas tasas de inflación. La situación económica se agrava posteriormente, con la llegada al poder de Hugo Chávez a finales de los 90, y la progresiva estatalización del sector productivo.
El resultado se observa en cifras. La renta per cápita de Argentina pasa de 4.665 dólares en 1946 a 10.256 en 2010, lo cual supone un crecimiento medio inferior al 2% anual. Pero lo relevante es que, durante ese mismo período, el mayor capitalismo de Europa -pese al nacimiento y desarrollo del Estado del Bienestar- multiplica por seis la riqueza media del Viejo Continente -de 3.600 a casi 21.000 dólares por cabeza-.
- Francia pasa de 3.855 en 1946 a 21.477 dólares en 2010 (+457%), aumentando más del 7% anual.
- Alemania: de 2.217 a 20.661 dólares (+832%), creciendo casi un 13% anual de media.
- España: de 2.179 a 16.797 dólares (671%), a un ritmo del 10,5% anual.
- Italia: de 2.168 a 18.520 dólares (754%), casi un 12% anual.
Al mismo tiempo, EEUU se asienta ya como primera potencial mundial, tras triplicar su renta, desde los 9.200 dólares en 1946 hasta rondar los 30.500 en 2010 -tomando siembre como base el valor del dólar en 1990-. Así pues, en los últimos 60 años, Argentina ha pasado de ser una potencia rica a una economía de nivel medio-bajo, con una renta un 50% inferior a la europea y hasta un 66% por debajo de la de EEUU.
Y lo mismo sucede en Venezuela, que pasa de codearse con EEUU en 1957 a convertirse en un país casi en vías de desarrollo en la actualidad. Desde entonces, su riqueza real no solo no ha subido, sino que ha retrocedido un 2%. Es decir, los venezolanos son hoy más pobres que a mediados de los años 50. Su PIB per cápita apenas rondaba los 9.900 dólares en 2010, un tercio de la renta estadounidense y menos de la mitad que en Europa.
Por el contrario, destaca la evolución registrada por Chile desde los años 80. Entonces, su renta media era de apenas 5.680 dólares, un 30% menos que Argentina y casi un 50% menos que Venezuela. En 2010, sin embargo, tras poner en marcha políticas favorables al libre mercado, el PIB per cápita de los chilenos roza los 14.000 dólares al año, el más alto de América Latina, superando en cerca de un 40% a argentinos y venezolanos, y aproximándose a muchos países europeos.
Caso aparte merece Cuba, cuya renta se mantiene casi intacta desde la implantación de la dictadura comunista de los Castro. En la actualidad, apenas supera los 3.000 dólares al año, según los datos históricos recopilados por The Maddison Project, situándose como uno de los países más pobres del continente americano y del mundo.
El milagro capitalista del sudeste asiático
Pero el declive de los referentes socialistas latinoamericanos es todavía más llamativo si se compara con el espectacular enriquecimiento que han experimentado algunos países del sudeste asiático, aplicando justo la receta económica contraria a la de Podemos.
Basta echar un vistazo al siguiente gráfico para percatarse de la divergencia existente entre ambos modelos. En 1950, la riqueza de Argentina y Venezuela era superior a la de Chile, pero aún mayor si se comparaba con Corea del Sur, Hong Kong, Singapur o Taiwán.
Sin embargo, mientras el sudeste asiático abrazaron el capitalismo de forma progresiva en las pasadas décadas, el socialismo acabó triunfando en Argentina y Venezuela al tiempo que el comunismo se impuso por la fuerza en Cuba y Corea del Norte. Los resultados hablan por sí solos:
- La renta de Corea del Sur se ha multiplicado por 25, pasando de 854 en 1950 a 21.701 dólares al año en 2010, y duplica la de argentinos y venezolanos.
- Taiwán ha evolucionado de forma muy similar: de 916 a 23.292 dólares.
- Hong Kong ha pasado de 2.218 a 30.725 dólares.
- Y Singapur se ha disparado de 2.219 a 29.038 dólares.
- Corea del Norte es la gran excepción de la zona, ya que su renta ha pasado de 854 a 1.122 dólares desde la imposición del comunismo. Sus vecinos del sur, gracias al capitalismo que tanto aborrece Podemos, son 20 veces más ricos que los comunistas del norte.