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Carlos Rodríguez Braun

Mujica

Uno de los aspectos más reveladores de la progresía europea con respecto a América Latina es su paternalismo selectivo.

Uno de los aspectos más reveladores de la progresía europea con respecto a América Latina es su paternalismo selectivo.

Juan José Millás entrevistó al presidente uruguayo José Mujica, y ambos describieron las consignas y contradicciones del pensamiento único.

Uno de los aspectos más reveladores de la progresía europea con respecto a América Latina es su paternalismo selectivo. Así, si alguien quiere cambiar el mundo a tiros en Europa nos parece intolerable, lo llamamos terrorista y pensamos que lo mejor es que esté en la cárcel. Si algún día sale, y se presenta a las elecciones, seguimos sospechando de él. En cambio, si es latinoamericano, nos parece todo estupendo. El Che Guevara es un héroe, cuando nada de lo que hizo sería admitido en España. En América Latina, sí. Ya se sabe, es que somos tan pintorescos allí… ¿verdad?

Naturalmente, la violencia que es condenable es siempre la que es hostil a la izquierda. Así, Guevara es un santo, pero Pinochet un demonio. Y, en fin, si no hay libertad de prensa en Cuba… pues, que se aguanten, porque no son europeos… ¿verdad? Y, naturalmente, si hay violaciones de los derechos humanos, siempre son en Chile, nunca en Cuba. Si hay desaparecidos, siempre son en la Argentina, jamás en ningún país comunista. Si hay opresión, explotación, mentira y contaminación, siempre es en países capitalistas y la culpa es de los malvados empresarios. Y así siguiendo.

Y así sigue Millás, según el cual Mujica fue un "guerrillero". Qué romántico, ¿verdad? No dice ni una sola palabra sobre lo que hicieron de hecho los famosos guerrilleros en América Latina. Jamás nadie dice ni una sola palabra sobre eso. Hubo unas pérfidas dictaduras que se impusieron sólo por la maldad inherente de unos criminales, de derechas, claro está, mientras que la izquierda nunca hizo nada malo, los guerrilleros nunca violaron los derechos humanos de nadie, etc. etc.

Esto es repugnante, pero habitual. Lo que no es tan habitual es la expresión abierta de la contradicción económica. Proclama el presidente uruguayo, dramáticamente, que los que mandan son… tachán, tachán… "los grandes poderes financieros". A continuación, y sin que él mismo ni por supuesto el señor Millás detecten contradicción alguna, don José aclara quién manda en realidad: "Más del 50 % del movimiento bancario está en manos del Estado. La banca privada es débil". Todo en la misma entrevista.

Y en la misma entrevista donde se habla del gran poder de las fuerzas capitalistas el propio Millás, sin apuntar que igual hay un problema entre lo que dice en un momento y un minuto después, va y dice: "Todos los sectores estratégicos de Uruguay están nacionalizados".

Las gansadas son torrenciales, con frases del estilo de Smiley como "O gobernamos la globalización o la globalización nos gobernará a nosotros", o que el malvado "neoliberalismo" hostiga los "derechos", y lo que usted quiera sobre el cambio climático, o incluso que la monarquía española cuesta “un disparate”. Pero una y otra vez se repite una cosa y la contraria a propósito del supuesto gran poder de las finanzas. Por ejemplo, “se ha descuidado la economía productiva, subordinándola al engranaje financiero”. Poderoso engranaje, ¿verdad? Pues al mismo tiempo el presidente asevera: “Los bancos de fuera, como el Santander, son una plaga en Uruguay, pero no pueden hacer nada, los tenemos agarrados del pescuezo”, y nos enteramos de que los bancos más fuertes son… ¡del Estado!

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