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Los grandes lastres de la economía española: rigidez laboral, burocracia e impuestos

España se mantiene como la trigésimo quinta economía más competitiva en 2014, según el Foro Económico Mundial, por detrás de Chile e Indonesia.

España se mantiene como la trigésimo quinta economía más competitiva en 2014, según el Foro Económico Mundial, por detrás de Chile e Indonesia.

España se mantiene por segundo año consecutivo en el puesto 35 del Índice de Competitividad Global 2014-2015 que acaba de publicar el Foro Económico Mundial, por detrás de Puerto Rico, Chile e Indonesia, y justo por delante de Portugal, República Checa y Azerbayán. Sin embargo, la economía nacional ha retrocedido seis puestos en la clasificación internacional desde que estalló la crisis, ya que ocupaba la posición 29 en 2008, a la altura de Chile o China.

Los expertos del Foro destacan los esfuerzos realizados en el último año para reducir el déficit público, sanear el sistema financiero, fomentar el espíritu empresarial y mejorar la flexibilidad laboral. Pero, al mismo tiempo, ha empeorado la fiscalidad y la percepción sobre el funcionamiento de las instituciones debido, sobre todo, a la elevada corrupción política y a la existencia de una burocracia ineficiente.

En general, al igual que en años anteriores, el país sigue gozando de unas buenas infraestructuras en materia de transporte y de un alto nivel de acceso a la educación universitaria, aunque la entidad advierte en este último caso de la escasa calidad del sistema educativo español (puesto 88 del mundo) y pone en cuestión su utilidad real a la hora de proporcionar una fuerza laboral lo suficientemente preparada para contribuir al profundo cambio estructural que precisa el país.

Pese a estas fortalezas y debilidades, el informe señala los principales obstáculos que, hoy por hoy, sigue presentando la economía española para mejorar su competitividad y, por tanto, crecer y crear empleo sobre bases sólidas.

Las dificultades para acceder a la financiación encabeza esta particular lista de trabas (puesto 132 del mundo); seguida de la enorme rigidez laboral (120), la debilidad institucional (73), con especial mención a la ineficiente burocracia estatal; la elevada fiscalidad (127); la corrupción, que escala hasta situarse como el quinto mayor lastre del país; los problemas para atraer (103) y retener talento (107); o la insuficiente capacidad para innovar (60), debido a la baja inversión en I+D (52) o la escasa colaboración existente entre universidad y empresa (57).

Principales debilidades

Lo grave es que los lastres para la competitividad española no han cambiado mucho desde el estallido de la crisis, ya que en 2008 los principales obstáculos para generar riqueza eran, por este orden, la restrictiva regulación laboral, el acceso a la financiación, la ineficiencia administrativa, la inadecuada preparación educativa para el mercado laboral y los impuestos, entre otros factores menos importantes.

El estudio incluye doce pilares básicos para analizar la competitividad de un total de 144 economías, y España sale muy mala parada en cinco de ellos:

1. Instituciones: puesto 73 del mundo

En este ámbito, España destaca por la baja confianza en los políticos (puesto 117 del mundo); la corrupción, pagos irregulares y sobornos (50); independencia judicial (97); favoritismo en las decisiones del gobierno, también conocido comúnmente como capitalismo de estado (78); despilfarro en el gasto público (113); cargas regulatorias (123); seguridad jurídica en materia de disputas (90) y legislación (86); o transparencia política (105), entre otros factores.

2. Contexto macroeconómico: puesto 121 del mundo

Las peores notas en este ámbito son las referidas al déficit público (128) y la deuda (130).

Curiosamente, España es líder mundial en cuanto a la evolución de precios, gracias a su baja inflación, pese a que muchos economistas consideran este factor como un riesgo y no como una ventaja para la competitividad.

3. Mercado: puesto 65 del mundo

Aquí, el principal problema tiene que ver con los fuertes desincentivos fiscales para invertir (130), los elevados impuestos (127) o las numerosas trabas administrativas para abrir un negocio (puestos 118 y 99 del índice).

4. Regulación laboral: puesto 100 del mundo

Es, sin duda, uno de los ámbitos más débiles de la economía española, como bien demuestra la elevada tasa de paro que sigue sufriendo el país tras más de seis años de crisis.

No hay no un sólo factor que se salve en materia laboral, pese a los positivos avances que introdujo la reforma de 2012: escasa cooperación entre empresarios y trabajadores (93), rigidez salarial (117), elevados costes laborales (86), altos impuestos sobre el trabajo (130), débil capacidad para atraer (103) y retener talento (107), etc.

5. Sistema financiero: puesto 91 del mundo

Por último, aunque el Foro reconoce que España ha reforzado la solvencia del sistema financiero tras el rescate público y posterior saneamiento de las cajas de ahorros, sigue siendo un punto débil a tener muy en cuenta.

La peor puntuación en este ámbito tiene que ver con el escaso nivel de financiación empresarial mediante la emisión de acciones (102), las dificultades para acceder al crédito (132), el desarrollo de instrumentos de capital riesgo (100) y la solidez de la banca (112).

Las economías más competitivas

El discreto puesto que ocupa España en este Índice de Competitividad Global contrasta con el liderazgo que ostentan las economías más ricas y prósperas del planeta. Así, por sexto año consecutivo, Suiza lidera la clasificación mundial, seguida de Singapur, Finlandia y Alemania. A continuación, les siguen Japón, Hong Kong, Países Bajos, Reino Unido y Suecia.

En Europa, países como España (puesto 35 del mundo), Portugal (36) y Grecia (81) han realizado "avances importantes" en el último año para mejorar el funcionamiento de sus mercados y la asignación de sus recursos productivos, pero siguen afrontando grandes retos, según el Foro. Asimismo, advierte de que Francia (23) e Italia (49) se enfrentan a grandes problemas de competitividad debido a la ausencia de reformas estructurales y ajustes.

"Aunque persiste la brecha entre un Norte altamente competitivo y un Sur y Este retrasados, actualmente también puede observarse una nueva perspectiva de esta brecha de competitividad en Europa, esta vez, entre los países que llevan a cabo reformas y aquellos que no lo hacen", añade la entidad.

A este respecto, Xavier Sala-i-Martin, profesor de economía de la Universidad de Columbia (EEUU), explica que, "recientemente hemos visto que ha terminado el desacoplamiento entre las trayectorias de crecimiento entre las economías emergentes y los países desarrollados, que han caracterizado los años posteriores a la recesión mundial. Ahora observamos un nuevo tipo de desacoplamiento, entre los países de alto crecimiento y los de bajo crecimiento, tanto en el mundo emergente como en economías avanzadas. En este caso, la característica distintiva de las economías que son capaces de crecer rápidamente es su capacidad para lograr una mayor competitividad gracias a la adopción de reformas estructurales".

Por otro lado, el informe indica que algunas de las mayores economías emergentes siguen enfrentándose a dificultades a la hora de mejorar su competitividad. Arabia Saudí (24), Turquía (45), Sudáfrica (56), Brasil (57), México (61), India (71) o Nigeria (127) bajan puestos en la clasificación. Por el contrario, China (28) sube un puesto y se mantiene como la economía más competitiva entre los BRICS.

En Asia, la situación de la competitividad sigue presentando grandes contrastes. La dinámica competitiva del sudeste asiático es "notable". Tras Singapur (2), los cinco mayores países de la región (ASEAN-5) -Malasia (20), Tailandia (31), Indonesia (34), Filipinas (52) y Vietnam (68)- suben en la clasificación. De hecho, Filipinas es el país que más ha mejorado desde 2010.

Por último, Oriente Medio y África del Norte, afectada por la "inestabilidad geopolítica", no representa un cuadro homogéneo. Los Emiratos Árabes Unidos (12) ocupan el primer lugar en la región y suben siete puestos, por delante de Qatar (16). Sus buenos resultados contrastan claramente con los de los países de África del Norte, entre los que el mejor clasificado es Marruecos (72), y África Subsahariana.

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