A lo largo de los años, tanto Bill como Hillary Clinton se han mostrado partidarios de la existencia del Impuesto de Sucesiones, argumentando que su aplicación "evita que EEUU se convierta en una economía marcada por la riqueza heredada". Sin embargo, los Clinton han sido pillados en una serie de complejas maniobras de planificación financiera que, en la práctica, reducirán notablemente su factura tributaria por este concepto.
De este modo, evitan la incidencia total de un gravamen que podría llegar al 40% del patrimonio cedido en herencia. Así, el esquema legal escogido por el matrimonio se inspira en fórmulas habituales entre las grandes fortunas. La clave radica en el establecimiento de un "trust" o fideicoimiso.
Un escándalo político
Transfiriendo la titularidad de los activos inmobiliarios a este tipo de vehículo legal, los Clinton consiguen que las apreciaciones en el valor de mercado de sus activos queden exentas del pago del Impuesto de Sucesiones. La estrategia empezó a implementarse en 2010, con la creación del "trust" correspondiente. Un año después, en 2011, el matrimonio cambió la titularidad de su residencia neoyorquina, nombrando como nuevo responsable al fideicomiso.
Aunque las maniobras descritas son perfectamente legales, su aplicación por parte de la familia Clinton se antoja difícilmente justificable desde el punto de vista político. Ya en los años 90, Bill y Hillary se mostraban a favor de la existencia de este gravamen.
Más recientemente, en 2008, la exsecretaria de Estado defendía incluso que este impuesto pasase del 40% al 45% en su tipo máximo, que se aplicaría además a partir de un umbral más bajo, fijado en 3,5 millones de dólares en vez de en los 5,34 vigentes.
La factura fiscal de los Clinton
En su defensa, los Clinton han argumentado que, solo entre 2000 y 2007, sus pagos al Fisco federal superaron los 33,8 millones de dólares. Esto equivale al 31% de los ingresos declarados durante dicho periodo, que ascienden a un total de 109 millones de dólares. Por comparación, en 1990, el matrimonio ganaba 286.000 dólares al año y pagaba 50.900 en impuestos, un gravamen efectivo de casi el 19%.
Si Hillary Clinton opta a la Presidencia en 2016, el matrimonio hará pública más información sobre sus pagos a Hacienda. De momento, la exsecretaria de Estado se está centrando en su faceta de conferenciante, actividad que le reporta la friolera de 200.000 dólares por charla.
Bill, todo un 'gurú'
Esta nueva fuente de ingresos no supone una gran novedad para su esposo Bill, que entre 2001 y 2013 ha impartido casi 550 charlas en todo el mundo. Este tour le ha permitido embolsarse un total de 104,9 millones de dólares, según The Washington Post. De esta cifra, 56,3 millones provienen de conferencias impartidas en el extranjero, incluyendo países como China, Japón, Canadá o Reino Unido, entre otros.
El principal cliente de Clinton es la industria financiera, ya que las entidades de Wall Street han contratado al expresidente en más de 100 ocasiones, reportándole 19,6 millones de dólares a lo largo de este período. Su caché en 2013 llegó a los 500.000 dólares en una cena de gala en honor al Premio Nobel de la Paz Shimon Peres.