Bien está que Rajoy haya recabado el apoyo de Angela Merkel para que España tenga más peso en el diseño del Eurogrupo y de la Comisión Europea durante la visita que la canciller alemana ha realizado a Santiago de Compostela. Pero ni ese respaldo ni los diplomáticos elogios que Merkel ha dirigido a la política del Gobierno deberían distraer a la ciudadanía del enorme ejercicio de hipocresía política protagonizado por Rajoy al salir en defensa de la "senda reformista" y de la "consolidación fiscal" –léase reducción del déficit y de la deuda-, así como al afirmar: "Empezamos a ver el fruto de las reformas acometidas, y que el esfuerzo de los españoles han valido la pena".
Lo cierto es que, teniendo en cuenta las propias previsiones de crecimiento del Gobierno para 2014, que apenas alcanzan el 1,5%, más valdría hablar de estancamiento; más aún si tenemos en cuenta las terroríficas previsiones de desempleo, ninguna de las cuales contemplan, ni a corto ni a medio plazo, un paro inferior al 20%. En cuanto a lo de la "consolidación fiscal", lo único que parece consolidado en España es el déficit por encima del 7%, a pesar de que Rajoy llegó al Gobierno con la promesa de reducirlo al 4,4%... en 2012. A pesar de la brutal subida de impuestos bajo el mandato del gallego, la deuda pública ha crecido a un ritmo y a unos niveles sin precedentes en los últimos cien años.
Quizá lo más indignante sea ese carácter fecundo y fructífero que ha querido dar el presidente al "esfuerzo de los españoles", habida cuenta de que España está a la cabeza de Europa en lo que a esfuerzo fiscal de los contribuyentes se refiere. Por culpa de un gasto público que no sólo no ha menguado sino que ha crecido, el infierno impositivo que padece el contribuyente español no sólo ha sido incapaz de equilibrar las cuentas públicas sino que es responsable de la tardanza, debilidad y fragilidad de la recuperación económica.
Rajoy podrá apelar a la ética del sacrificio y respaldar el "esfuerzo de los españoles", pero lo que está haciendo es reforzar un sobredimensionado e improductivo sector público al que no ha querido someter a cura alguna de adelgazamiento.
Por mucho que se muestre en sintonía con Merkel, lo cierto es que el trecho recorrido por Rajoy en la senda de la austeridad y de las reformas estructurales es aun más corto que ese tramo del camino de Santiago que ha hecho en compañía de la canciller alemana.