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El déficit comercial se duplica

España se endeuda de nuevo con el exterior para financiar su consumo

El déficit comercial se duplica en el primer semestre debido, sobre todo, al aumento de las importaciones, lo cual es un síntoma de debilidad.

El déficit comercial se duplica en el primer semestre debido, sobre todo, al aumento de las importaciones, lo cual es un síntoma de debilidad.

Uno de los principales y auténticos brotes verdes que presenta la economía española empieza a mostrar los primeros síntomas preocupantes de debilidad. Se trata del sector exterior, uno de los escasos motores económicos del país en estos últimos años. Y no tanto por el frenazo exportador, como por el aumento sustancial de las importaciones.

España registró un déficit comercial de 11.882,4 millones de euros en el primer semestre del año, casi el doble que hace ahora un año, cuando esta misma brecha se situó en 5.824,2 millones de euros.

Según el informe del Ministerio de Economía publicado este lunes, las exportaciones moderaron su crecimiento, tras avanzar apenas un 0,5% interanual, hasta 119.265,3 millones de euros. Las importaciones, por su parte, sumaron 131.147,7 millones, lo que supuso una subida del 5,3%. De este modo, la tasa de cobertura (porcentaje de las importaciones que pueden pagarse con las exportaciones) se situó en el 90,9 %, lo que significa 4,4 puntos inferior a la del mismo período del año pasado (95,3%).

Es un indicador negativo, ya que significa que España se está endeudando de nuevo con el exterior (las importaciones superan a las exportaciones) para poder financiar su consumo e inversión a nivel interno, en lugar de emplear su propio ahorro (la exportaciones superan a las importaciones) o atraer grandes flujos de capital externo.

"Un país que importa más de lo que exporta es un país que consume más de lo que produce: un país que se endeuda. Y España se sigue endeudando", aclara el economista Juan Ramón Rallo. "Que con 6 millones de parados sólo podamos aumentar el gasto interno importando y no produciendo dentro ilustra nuestros problemas de fondo", advierte.

En esta misma línea, el economista Javier Santacruz añade que lo más preocupante de estos datos no es que no seamos competitivos (las exportaciones se estancan), sino que "las importaciones se disparan para financiar el consumo interno", como muestra el aumento internaual de la compra exterior de automóviles (+17,6%) y bienes de consumo no duradero (+19,1%).

De hecho, las importaciones no aumentan por los productos energéticos, que descienden un 4,1% internaual, sino por los bienes no energéticos (+8%), lo cual indica que la economía española precisa de nuevo financiación exterior para sufragar su consumo y, en menor medida, su inversión.

"Malas noticias", añade. Ambos indicadores reflejan, por un lado, el parón del comercio mundial, pero, por otro, un menor peso del sector exterior en el PIB nacional, ya que está contribuyendo negativamente.

La brecha exterior es clave

La brecha exterior de España es un factor clave. España ha vivido de prestado durante largos años, acumulando una ingente deuda externa para mantener su nivel de consumo e inversión -su nivel de vida-. Entre 2002 y 2007, España fue acumulando un creciente déficit exterior, ya que cada vez vendía menos al extranjero (exportaciones) y compraba más (importaciones), con lo que su deuda externa fue en aumento.

Este desequilibrio se refleja en un indicador muy concreto, el déficit por cuenta corriente, que en 2007 alcanzó un récord histórico próximo al 10% del PIB. Es decir, el conjunto del país precisó ese año una financiación exterior cercana a 100.000 millones de euros para sufragar su nivel de consumo e inversión.

Sin embargo, tras el estallido de la crisis, y por primera vez desde la entrada en el euro, empezó a registrar superávit por cuenta corriente, lo cual significa que dejó de pedir prestado al exterior, presentando incluso capacidad de financiación para comenzar a amortizar su deuda externa. Se trata de un dato importante porque las economías con superávit exterior registran, por norma general, un menor perfil de riesgo que las deficitarias, lo cual se traduce en menores costes de financiación (prima de riesgo país).

Además, cabe señalar que, por primera vez en la historia, España logra corregir este desequilibrio sin devaluar artificialmente su moneda sino mediante un proceso de ajuste interno, consistente en la depreciación relativa de activos, reducción de salarios y amortización de deudas por parte del sector privado. De hecho, si en las últimas tres devaluaciones de la peseta España consiguió mejorar hasta 4,7 puntos su saldo exterior, el ajuste actual asciende a más de 10 puntos del PIB en el último lustro.

Sin embargo, el hecho de que el déficit comercial vuelva a aumentar tras el mínimo repunte económico registrado en los últimos trimestres es una señal de debilidad, ya que demuestra la elevada dependencia que sigue teniendo España de la financiación exterior para mantener su nivel de consumo e inversión.

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