Este domingo El Mundo revela la historia de un joven alcalde que a sus 32 años ha conseguido con una fuerte rebaja fiscal saldar toda la deuda pública de la localidad alemana de Monheim.
Este joven, que ha puesto en jaque a la Federación de Municipios alemana, se llama Daniel Zimmermann. Desde 2009 es alcalde de Monheim, una ciudad de 43.000 habitantes cercana a Düsseldorf, y gracias al extraordinario saneamiento de las finanzas del ayuntamiento, ha sido reelegido con el 95% de los votos.
"Creo que la gente está satisfecha y es lo que se percibe en la votación. En las fiestas del año pasado ya habíamos pagado el último crédito y desde entonces estamos exentos de deuda. Incluso estamos ahorrando y disponemos ya de 130 millones de euros de reserva para el año que viene. Así debe ser de ahora en adelante", afirma Zimmermann.
El secreto de este saneamiento financiero no es la austeridad extrema, ni mucho menos, sino una fuerte rebaja de los impuestos a las empresas que puso en marcha apenas llegó a la administración local.
La sede fiscal más barata de Alemania
Así, Zimmermann ha hecho de Monheim la sede fiscal más barata de Alemania. "Al ofrecer tasas de impuestos muy bajos a las empresas, son muchas las que deciden trasladar aquí su sede, lo que automáticamente genera ingresos públicos y puestos de trabajo". "Gracias a eso podemos permitirnos el lujo de que todas las guarderías sean gratuitas, por ejemplo, y estamos a punto de inaugurar una nueva escuela de música", presume.
Curiosamente, Zimmermann combina con sorprendente comodidad la política de impuestos por los suelos con el gasto social generoso, sin adscribirse a ninguna ideología determinada. "No creo que los ciudadanos quieran elegir un alcalde con determinada ideología por encima de la posibilidad de elegir un alcalde que resuelva problemas", explica. Zimmermann, de hecho, no pertenece a ninguno de los partidos políticos convencionales. Fundó su propio partido cuando todavía estudiaba en el instituto del barrio, Peto, que en latín significa "yo propongo".
Detractores
El joven también tiene sus detractores, pero no están en su ciudad, sino en los ayuntamientos de las ciudades vecinas, que observan con alarma cómo aumenta a diario el número de grandes empresas y pymes que se mudan a Monheim en busca de un régimen fiscal más acogedor. "En Alemania ya hay tres o cuatro ciudades con este tipo reducido de gravamen para las empresas", dice Frank Schneider, alcalde de la vecina Langenfeld, "esto no puede seguir así porque el dumping fiscal causa a largo plazo más perjuicios que beneficios a las ciudades".
Pero Zimmermann solo ve beneficios: "El año pasado captamos hasta una empresa holandesa que paga actualmente en impuestos unos 4 millones de euros al año. El objetivo ahora es consolidar la contribución fiscal ofreciendo a ésta y otras empresas cuantas comodidades podamos, fidelizarlas a nuestro municipio".