Hace pocos días fallecía el hombre más rico de Alemania, pero también uno de los más desconocidos. Karl Albrecht, fundador junto a su hermano Theo (fallecido en 2010) del imperio Aldi, falleció a los 94 años de edad con una fortuna estimada en más de 17.000 millones de euros. De su funeral sólo trascendió que fue sencillo, privado y para un grupo muy reducido de personas.
Karl y Theo Albrecht habían aprendido el negocio desde pequeños en la tienda de alimentos regentada por sus padres y que les sirvió como banco de pruebas para su futura empresa. Tras el final de la Segunda Guerra mundial, y desde 1948, ambos hermanos expandieron el negocio familiar hasta alcanzar las más de 300 tiendas, pero en los años 60 el aumento progresivo de la competencia les llevó a desarrollar su innovador concepto con el objetivo de mantener los precios al nivel más bajo posible.
Lograron mantener los precios bajos mediante decisiones empresariales como potenciar los alimentos en conserva -en lugar de frescos que resultan más caros para las cuentas de la empresa-, ausencia de publicidad, e incluso, falta de estanterías. Mucho se sabe de su negocio, pero muy poco se conoció de su vida. Su discreción, timidez y la austeridad que rodeaba sus vidas les hicieron ser grandes desconocidos para el resto de sus compatriotras.
Aparentemente, cultivaba orquídeas y jugaba al golf, pero solo, en su campo privado, según publica BBC. Esa dicotomía entre riqueza y austeridad es factor común en otros empresarios multimillonarios alemanes como el dueño de la cadena Lidl o la familia propietaria de BMW.
Tan sólo existen dos fotos públicas de Dieter Schwarz, propietario de la cadena rival de Aldi. Se sitúa en el puesto 29 en la prestigiosa lista Forbes. Sin embargo, poco o nada se conoce de su vida más allá de que está casado y tiene dos hijos.
Lo mismo que sucede con el dueño de Lidl ocurre con la familia Quandt, dueña de BMW. Susanne Klatten, hija de Herbert Quand, el hombre que convirtió el BMW en una de las marcas de coche más valoradas del planeta, heredó el 12,5% de la compañía. Pese a estar entre las cincuenta personas más adineradas del mundo, siempre ha pretendido permanecer en el anonimato. De hecho, hasta el hombre con el que se casó no supo cual era su verdadera identidad hasta que su relación no fue lo suficientemente sólida.