Hablar de Guy Sorman es hablar de uno de los liberales franceses más importantes de las últimas décadas. De carácter amable y mente abierta, el filósofo galo es uno de los co-fundadores de Acción contra el Hambre y aparece de forma recurrente en las páginas de opinión de diarios como The Wall Street Journal o Le Figaro.
Sorman ha visitado España para participar en el Campus FAES 2014. En la sierra madrileña, el autor de Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo ha concedido a Libre Mercado la entrevista exclusiva que pueden leer a continuación.
Pregunta - Aunque ya tiene Vd. a sus espaldas numerosos libros y ensayos, uno de los más influyentes sigue siendo "La Economía no Miente". ¿Cuáles son las tesis centrales de este ensayo?
Respuesta - La principal tesis de este libro es que el debate sobre los principales ingredientes del desarrollo socioeconómico está ya zanjado: sabemos a ciencia cierta cuáles son los pasos que debe dar un país para alcanzar un mayor nivel de riqueza, porque hemos sido testigos de muchos experimentos y podemos extraer conclusiones.
En línea con todo esto, podemos decir que el elemento principal del progreso es el mantenimiento de un marco institucional estable, capaz de proteger los derechos de propiedad y de ofrecer certidumbre en el ámbito regulatorio y fiscal. Si a esto se le une un clima de respeto hacia el emprendimiento y el trabajo, entonces llegamos al progreso, que es la consecuencia natural de la libertad.
- Cuando le escuchamos hablar de la evolución del mundo en las últimas décadas, su visión optimista choca con la de muchos pensadores.
- En los últimos treinta años, el mundo ha experimentado un espectacular avance hacia la desaparición de la pobreza. Esto es algo que demuestran todos los estudios e informes sobre la cuestión. Por eso prefiero ponerme del lado de aquellos economistas que sí opinan que el mundo ha ido a mejor.
No tengo nada en contra de aquellas personas que no estén de acuerdo conmigo. El debate plural es un punto central en toda sociedad abierta. Eso sí: creo que es importante entablar discusiones basadas en la realidad. Por eso conviene subrayar los datos que sí tenemos disponibles, porque así podemos ver que cae la mortalidad infantil, que aumenta el bienestar y que las soluciones de mercado sí funcionan, al contrario de lo que ocurrió cuando se intentó el desarrollo por la vía socialista.
- Hay quienes anticiparon que esta crisis supondría el fin del capitalismo e iniciaría el declive de EEUU como superpotencia mundial. Vd. insistía en 2008 en que esta interpretación era equivocada. ¿Qué piensa ahora?
- Es importante recordar el ambiente intelectual que vivimos al comienzo de esta recesión. Por aquel entonces se decían cosas de este tipo: "Esta es la crisis definitiva del capitalismo", "Marx tenía razón", etc. En realidad, el mismo sistema capitalista se nutre y se enriquece de las crisis, son inseparables del mismo porque los procesos de innovación y de competencia requieren momentos de ajuste.
Entre quienes sí aceptan la economía capitalista encontramos dos visiones encontradas respecto al modo en que se deben capear estas situaciones. Los liberales clásicos abogan por dejar que el mercado se vaya reconvirtiendo y los keynesianos interpretan que el Estado tiene que intervenir. A menudo, esto se traduce en que los gobiernos hacen un poco de lo primero y un poco de lo segundo…
- Ciertamente, EEUU está en un escenario como el que Vd. describe. ¿Cómo valora la salud económica del país norteamericano?
- La tasa de paro se está reduciendo, acercándose ya al 6%. Hay que considerar que, en una economía de semejante tamaño, estos niveles de empleo son muy elevados. Por otro lado, la tasa de crecimiento se está recuperando, coqueteando con niveles de expansión que, traducidos a economías emergentes, supondrían aumentos del PIB del 10%.
Hay más aspectos que debemos considerar. Por ejemplo: el número de patentes registradas en EEUU sigue a la cabeza de los rankings internacionales, lo que refuerza los procesos de innovación y destrucción creadora que necesita toda economía para seguir avanzando.
- En el contexto europeo, lo más parecido a una superpotencia económica como EEUU es Alemania, país al que Vd. pone como ejemplo cuando analiza los pasos a seguir para sacudirnos definitivamente la crisis y recuperar el bienestar perdido.
- La experiencia histórica de Alemania ha sido dura. Ha sufrido el comunismo y el nacional-socialismo. Ha atravesado duros procesos de hiperinflación. Por eso que ahora hay un camino claro: el de la economía de mercado. Este modelo se construye alrededor de un consenso que abarca a conservadores, socialdemócratas, liberales… pero también a sindicatos y organizaciones empresariales. Ciertamente es una suerte que exista ese consenso en torno al liberalismo.
Por otro lado, la descentralización ha ayudado a Alemania, permitiendo que sus diferentes regiones se vayan adaptando a las necesidades de la economía del siglo XXI, cada una mediante diferentes estructuras. En cualquier caso, hay que subrayar que el éxito de EEUU o Alemania no es ninguna rareza pues, como comentábamos antes, los países que se acercan al paradigma liberal son aquellos que consiguen un alto grado de desarrollo y progreso.
- No se puede decir que su país esté avanzando en esa misma dirección. Cada vez hay más personas que ven a Francia como un ejemplo de retroceso.
- Tenemos problemas estructurales que nos están perjudicando notablemente. Por ejemplo, en Francia siempre hemos complicado sobremanera el trabajo de los empresarios. Fundar una compañía es muy difícil, por eso no sorprende que muchas de las grandes firmas de nuestro país sean proyectos creados hace mucho tiempo.
Incluso cuando las empresas ya están en marcha, los sindicatos complican mucho el desarrollo competitivo de las sociedades. No solamente eso: también hay que enfrentarse a una notable incertidumbre regulatoria y fiscal, que genera un clima de desconfianza y evita el desarrollo de una economía más sana.
En los últimos tres años, el gobierno galo ha anunciado todo tipo de planes fiscales y normativos que luego han sido desmentidos, enmendados, rectificados… El resultado es un escenario en el que la incertidumbre es máxima. Por suerte, la pertenencia a la Unión Europea ayuda a que el sector privado mantenga el pulso competitivo hasta cierto punto, pues tenemos estabilidad monetaria y además debemos adaptarnos a un mercado único continental.
- La tradición anti-capitalista francesa tiene hoy una nueva estrella: el economista Thomas Piketty. ¿Qué opinión tiene de sus trabajos sobre la desigualdad?
- La verdad es que he leído su libro El Capital en el siglo XXI y, en mi opinión, este libro no es un libro sobre economía, sino un libro político. Hay fragmentos de su análisis que cubren aspectos históricos y resultan muy interesantes; sin embargo, el argumento central se enmarca en el marxismo de siempre, planteando al capitalismo como un sistema condenado a la auto-destrucción.
Piketty habla de un capitalismo en el que los grandes empresarios dejarán de invertir y obtendrán su riqueza de las rentas generadas por el capital de forma casi automática. Esto alimentaría una desigualdad extrema que acabaría, en última instancia, con la economía de mercado. El problema con esta tesis es que la Historia no avala, en absoluto, este tipo de visión de la economía. De hecho, el capitalismo ha alimentando un gran avance de las clases medias, lo que contradice la interpretación pesimista que hace Piketty.
En última instancia, hay que recordar que el socialismo ha perdido todos sus referentes ideológicos y esto ha desatado una histeria por encontrar nuevas caras y nuevos argumentos. Con Piketty se cumplen estos objetivos, de ahí la popularidad que está alcanzando.
- Por último, y aprovechando su visita a España, quiero preguntarle por la evolución económica de nuestro país.
Me sorprende que se estén tomando decisiones muy difíciles por parte del Gobierno, a pesar de las presiones. Era importante flexibilizar el mercado laboral y se ha hecho. Por otro lado, también me llama la atención la resistencia de las familias españolas, cuyas redes de apoyo han servido para mitigar los negativos efectos de la crisis.
Poco a poco, los indicadores económicos muestran una recuperación. Más exportaciones, más inversión, más empleo… pero entiendo que muchas personas aún no perciben esos beneficios, por lo que el futuro político del país quedará legitimado porque la recuperación siga llegando a más gente.