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España dispara su competitividad: menos costes y más productividad

La relación entre costes y productividad es mucho más favorable que hace un lustro. La mejor prueba, el aumento de las exportaciones.

Parece una evidencia, pero no siempre está presente en el debate económico. Para que un país (o una empresa o un individuo) prospere lo que tiene que hacer es producir bienes o servicios que los demás quieran comprarle, bien porque sean de más calidad o más baratos que los de sus competidores. Los economistas muchas veces enmascaran esta realidad tras palabras técnicas: productividad, competitividad, flexibilidad, balanza comercial... Pero en realidad es todo más sencillo de lo que parece.

Por ejemplo, España vivió los años del boom sobre una burbuja de crédito barato centrado especialmente en el sector de la construcción. Hacíamos cientos de miles de casas cada año. Y muchas se vendían, en parte porque nos financiaban sin mirar demasiado a dónde iba a parar ese dinero o si había una demanda real para tanto ladrillo. El problema es que al final la burbuja explotó y nos encontramos con una enorme cantidad de deuda que devolver y miles de activos inmobiliarios que tenían un valor mucho menor del que creíamos, porque nadie los quiere.

Durante unos años pareció que no había recambio. Los seis millones de parados son, en buena parte y admitiendo un cierto grado de simplificación en el análisis, el resultado de la falta de respuesta a este cambio obligado de modelo productivo. Se nos cayó el castillo de naipes y no supimos cómo levantarlo de nuevo. Sólo una pequeña luz aparece en el horizonte desde hace dos años: las exportaciones. Los empresarios españoles han mantenido un crecimiento constante de sus ventas al exterior, limitando en parte el impacto de la caída de la demanda doméstica. Por ejemplo, en 2013, crecieron un 5,2%, hasta alcanzar un récord de 234.000 millones de euros.

Este jueves, la OCDE publicaba sus estadísticas de costes laborales. De nuevo, los datos vienen a reafirmar que las empresas españolas marchan en la buena dirección para ganar esa batalla de la competitividad, el primer paso necesario para comenzar a salir del pozo. Según las cifras de la organización que agrupa a los países más ricos del mundo, los costes laborales unitarios descendieron un 0,8% en el primer trimestre del año.

Ningún país de la OCDE, salvo Grecia y Japón, presenta una caída más acusada (y en el caso de los helenos, se debe mucho más a las extraordinarias circunstancias que viven que a un cambio real de las condiciones en las empresas). De esas ocho décimas, seis vinieron por la reducción en la compensación a los trabajadores (salario por persona empleada) y otras dos por mejoras en la productividad.

En lo que respecta a los costes salariales, está claro que siempre estamos ante una estadística polémica. Si suben mucho, empresarios y académicos alertan de la posible pérdida de competitividad; si caen, los titulares apuntan a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. En ambos casos, sólo hay parte de razón para estos argumentos. En realidad, lo importante no es tanto si suben o bajan los sueldos como su relación con la productividad. Si ésta sube, es lógico que los salarios lo hagan (de hecho, es lo que suele ocurrir).

Lo que no tenía mucho sentido es lo que pasó en España entre 2007 y 2010. Con una crisis que se estaba comiendo más de medio millón de empleos al año, los costes salariales seguían subiendo. Las empresas ajustaban sólo a base de despidos, sin recurrir a otras medidas (desde rebajas salariales más generalizadas a reducciones de jornada). Ahora, eso está cambiando, especialmente tras la reforma laboral. A nadie le apetecerá ver una minoración en su sueldo, pero sería peor que le hubieran despedido o la empresa hubiera quebrado.

Como puede verse en el siguiente gráfico, también del informe de este jueves de la OCDE, España fue, de los grandes países europeos, en el que más subieron los costes laborales entre 1999 y 2007. En parte eso podría ser debido a la mejora de la productividad. Pero había parte que era ficticia y que se pagó cuando llegaron mal dadas. Desde entonces, se ha revertido la tendencia. Y se nota, para bien.

Costes laborales unitarios. OCDE

En estos momentos, según las cifras de Eurostat, el coste laboral por hora trabajada en España está cerca de los 21 euros/hora, frente a los 28 euros de Italia o los 34 de Francia. A cambio, en productividad, Tomando una referencia de 100 para EEUU, los trabajadores españoles alcanzan un 78, frente a un 82 de media de la zona euro, 73 de Italia o 92 de Francia.

La relación coste/productividad es favorable ante nuestros vecinos, incluso ante aquellos más productivos porque nuestros menores costes lo compensan (puede verse con más detalle en esta presentación (pag. 35-40) de Arcano, la firma de asesoramiento financiero más optimista con sus análisis sobre España en los últimos años).

Productividad por trabajador (2012)

Evidentemente, el futuro a medio plazo hay que buscarlo en mejoras en la formación, que disparen la capacidad productiva de los empleados españoles. Pero, mientras, para atraer inversión e impulsar las exportaciones, no es una mala combinación producir más por el mismo coste.

En estos momentos, de entre los grandes países de la UE, España ya es el segundo, tras Alemania, en cuanto al volumen de sus exportaciones en relación a su PIB. Todo apunta a que si salimos de la crisis será siguiendo este camino. No será sencillo, pero tras seis años de malas noticias, no es un mal clavo al que agarrarse.

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