"Derecho a una renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo. La renta básica no reemplaza al Estado de Bienestar". La propuesta 1.12 del programa de Podemos es, sin duda, la medida estrella de todas las que el partido de Pablo Iglesias planteó antes de las últimas Elecciones Europeas. El documento no ofrece una cifra concreta, simplemente habla de "un valor correspondiente al umbral de la pobreza".
Según los datos de Eurostat recogidos por la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por una renta básica presentada en el Congreso este mismo año, hablamos de un umbral de alrededor de 645 euros al mes (con alguna reducción para los menores de 18 años a cargo de sus padres). Y eso es lo que Podemos pretende que todos los ciudadanos cobren del Estado sin ningún tipo de requisito. Porque una cuestión muy importante es que la renta básica no va dirigida a incapaces o personas que no pueden, por edad o enfermedad, valerse por sí mismas. Esta propuesta va dirigida a todos los habitantes de un país "por el mero hecho de serlo".
Desde hace unos años, la renta básica es una de las propuestas estrella de la izquierda. La idea parece atrayente. Pagar a todos los habitantes de un país un sueldo mensual que, teóricamente, les permitiría vivir con dignidad. Lo cobraríamos todos: desde el parado hasta el multimillonario. De esta forma se evitan, según sus promotores, los incentivos perversos que se crearían si sólo se pagase a los que no tienen otros ingresos.
Es decir, si un trabajador cobra 1.000 euros y le ofrecen 650 euros por no hacer nada, todos podemos intuir que podría dejar su empleo porque no le compensase. Para que no ocurra eso, también el que tenga ingresos tendrá derecho a los 650 euros de la renta básica, que se añadirán a su sueldo.
Ante una propuesta de este tipo, surge rápidamente una pregunta, ¿cuánto cuesta y quién lo pagará? En el programa de Podemos no hay demasiada concreción a este respecto. Sobre el coste, no se dice nada; sobre la forma de financiarlo, apenas hay un mención a "una reforma progresiva del IRPF y la lucha contra el fraude fiscal", pero sin ninguna cifra concreta que respalde esta afirmación.
Es evidente que no resulta sencillo medir en todos sus aspectos una medida que implicaría un cambio tan radical. Pero es que en el documento ni siquiera se intenta.
Juan Ramón Rallo ha hecho un preciso cálculo, tomando en cuenta todos los factores que incluye la formación de Pablo Iglesias. Por ejemplo, lo que se ahorraría el Estado, teniendo en cuenta que muchos de los que ahora reciben pensiones muy bajas, prestaciones por desempleo reducidas o subsidios de subsistencia pasarían a cobrar simplemente la Renta Básica.
Según sus cuentas, "el coste neto de la renta básica universal oscilaría entre el 20% (si sólo se reconociera a nacionales) y el 25% (si se reconociera a todos los residentes legales) del PIB". Esto quiere decir que las finanzas públicas tendrían que cargar con un peso adicional de entre 200.000 y 250.000 millones de euros. Tras cinco años con déficits públicos disparados y una deuda cercana al 100% del PIB, no parece una tarea sencilla.
Fraude e impuestos
Así, lo primero sería conocer cuánto se puede recaudar por las vías propuestas por Podemos (subida del IRPF y lucha contra la economía sumergida). En lo que hace referencia al fraude fiscal, la cifra más repetida en España en los últimos años es de 80.000 millones. Se supone que ésta es la cantidad que se deja de recaudar debido a que cerca del 25% de la actividad económica escapa de las garras de Hacienda.
El problema es que para recaudar ese dinero habría que llevar el fraude fiscal a cero (algo que ningún país del mundo ha conseguido) y presuponer que ninguna de las actividades que ahora se hacen en negro dejarían de hacerse si hubiera que pagar impuestos. Ambos supuestos son extremadamente poco probables, como explica también Juan Ramón Rallo.
Pero incluso aunque tomemos esa fantasiosa cifra de 80.000 millones de euros, aún quedarían unos 150.000 millones para financiar la renta básica. ¿Cómo? Pues a través de subidas de impuestos. En el programa de Podemos no hay ninguna propuesta al respecto, más allá de referencias genéricas a incrementos de todos los tributos y la creación de algunos nuevos.
Por eso, para hacernos una idea aproximada quizás lo mejor sea acudir a las palabras de uno de los principales promotores de esta iniciativa en España, el economista Daniel Raventos, presidente de la asociación Renta Básica. Ellos sí han hecho este cálculo, aunque con datos sólo para Cataluña. Pues bien, incluso aunque hacen algunas afirmaciones difícilmente sostenibles, estiman que para financiar esta prestación habría que imponer un tipo único del IRPF del 50% (49,57%) a toda la población.
Esto implicaría que la gran mayoría de los contribuyentes por IRPF pagarían mucho más de lo que abonan ahora. Habría parte de la población que podría salir beneficiada (los que no tienen ingresos) a cambio de que aquellos que más impuestos pagan fueran doblemente castigados.
Pero incluso así, resulta difícil imaginar un escenario en el que se recaudarían esos 250.000 millones extra que necesitaría Podemos. Si a la presión fiscal existente en España (33%) se le suman otros 25 puntos del PIB, nos situaríamos a la cabeza de Europa en cuanto a recaudación tributaria. Teniendo en cuenta que nuestra renta per cápita es inferior a la media de la UE, el esfuerzo fiscal de los españoles (lo que pagan en relación a su riqueza) llegaría a niveles casi insoportables.
Y eso, teniendo en cuenta que la presión fiscal está en un nivel artificialmente bajo debido a la crisis, porque los tipos impositivos ya están entre los más altos de Europa. Además, los expertos apuntan a que nuestro país ya habría pasado el punto máximo de su particular Curva de Laffer. O, lo que es lo mismo, que subir más los impuestos no servirá para incrementar la recaudación.
Los incentivos
Incluso así, podríamos suponer, como un mero ejercicio teórico, que se implanta la renta básica y que en un primer momento se consigue recaudar todo lo necesario para financiarla. A partir de aquí, queda por saber cómo evolucionaría la sociedad en un supuesto como éste. No hay muchos puntos de apoyo, puesto que ningún país del mundo ha aprobado una ley así para toda su población, pero se pueden hacer algunas suposiciones.
Está claro que una renta de este tipo supondría un fuerte desincentivo para trabajar. Es cierto que la cantidad no es muy elevada, pero las situaciones vitales de cada hogar también son muy diferentes. Por ejemplo, pensemos en matrimonios con hijos y en el que los dos padres trabajan: uno de ellos podría pensar en dejar su empleo con mucha más facilidad que en la actualidad.
Del mismo modo, en el caso de un estudiante universitario, sus incentivos para acabar cuanto antes los estudios se desplomarían, quizás empezara a pensar en estudiar un Máster tras la licenciatura. En familias de 4-5 miembros, a lo mejor sumando lo que reciben todos por la renta básica no es necesario seguir empleado o puede que con trabajos de media jornada o temporales sea suficiente.
La cauística es muy larga. Pero imaginemos que un 5-6% de los trabajadores ocupados actualmente tomase una decisión en este sentido. No es una cifra muy elevada, pero supondría un millón de personas menos pagando impuestos para financiar esa renta básica. Y además implicaría que muchos de ellos tendrían derecho a prestaciones que ahora mismo no se les pagan (recordemos que la renta básica es compatible, según sus promotores, con el resto del Estado del Bienestar).
¿Quién pagaría para cerrar este nuevo agujero? Y eso por no hablar, como apunta Rallo, del efecto moral que tendría sobre el conjunto de la sociedad. ¿Qué pensarían aquellos que cada día trabajan o buscan un empleo respecto a sus conciudadanos que simplemente se dejan llevar esperando el maná público? A ninguna de estas preguntas responde el programa de Podemos.