El execonomista jefe del Banco Central Europeo (BCE) y exvicepresidente del Bundesbank Jürgen Stark destaca por ser un rara avis en el mundo académico, sobre todo en lo referido a política monetaria.
Stark, hasta hace poco uno de los grandes halcones del banco central de Alemania por su férrea defensa de la ortodoxia monetaria, dimitió de su cargo a finales de 2011 por su rechazo frontal a la compra de deuda pública por parte del BCE que puso en marcha el expresidente de la institución Jean Claude Trichet. Desde entonces, Stark ha aprovechado sus escasas, pero valiosas, comparecencias públicas para alertar sobre los riesgos que conlleva la actual política de los bancos centrales contra la crisis.
En estos últimos días ha lanzado duras advertencias a este respecto. En una conferencia organizada por el Ludwig Von Mises Institute de Alemania, recomendó a los asistentes protegerse, directamente, frente a un probable colapso del sistema monetario mundial. Stark habló sin tapujos.
Así, por un lado, señaló que los bancos centrales, incluido el BCE que ahora dirige Mario Draghi, "han perdido por completo toda capacidad de control y perspectiva sobre la situación económica", tal y como recoge el economista Javier Santacruz en OroyFinanzas.
El sistema monetario fue salvado "in extremis" en 2011 mediante una acción concertada de los principales bancos centrales a nivel mundial. Pero, según Stark, todo el sistema es "pura ficción". Las autoridades monetarias están dando palos de ciego desde 2008 para tratar de evitar un segundo Lehman Brothers, pero, en caso de suceder, "el sistema no sobrevivirá", alertó.
El problema de fondo es el propio modelo monetario. Es decir, la impresión de papel moneda sin respaldo real y el multiplicador por el que los bancos comerciales pueden expandir el crédito sin control -sin necesidad de ahorro previo-. Por ello, Stark recomendó protegerse de esta ficción destinando parte del ahorro a la inversión en tradicionales "valores refugio", como puede ser el oro o la plata.
El BCE desincentiva las reformas
Asimismo, en otra conferencia pronunciada la semana pasada en París, durante un acto de renta fija de la gestora BNY Mellon. el exconsejero del BCE señaló que la frágil recuperación de Europa no se debe a la ausencia de estímulos monetarios (tipos bajos, compra de deuda, etc.) y fiscales (más gasto público) sino a la lentitud del desapalancamiento y a la falta de reformas estructurales.
"Se está produciendo un lento progreso en la corrección de capacidades y no ha habido reformas suficientes. Especialmente, en países como Francia e Italia. Desde mi punto de vista, la posición de Draghi no incentiva a tomar nuevas medidas de carácter estructural", aseguró Stark.
Es decir, lejos de ayudar, la laxa política monetaria del BCE está dificultando la recuperación, tal y como avanzó Libre Mercado en múltiples ocasiones. La clave para crecer, crear empleo y salir de la crisis sobre bases sólidas, según Stark, radica en aumentar la competitividad. Y, para ello, "hay que seguir ganando en flexibilidad. Se han hecho progresos, pero aún no son suficientes". Por ello, zanjó que "la situación ha mejorado, pero la crisis no ha terminado".
En cuanto al desplome de las primas de riesgo en el seno de la Unión Monetaria, indicó que las causas no se deben sólo a las palabras de Draghi pronunciadas en julio de 2012, en donde se comprometió a hacer "todo lo necesario" para evitar la ruptura del euro, sino también a la puesta en marcha del Mecanismo de Estabilidad Europeo (ESM), a los avances en la Unión Bancaria y a la decisión del BCE sobre el OMT [nuevo programa de compra de deuda pública].
En este sentido, "las probabilidades de impago, tal y como está reflejado en los mercados, están demasiado bajas", añadió. El experto se mostró muy crítico con el descenso del riesgo producido por la caída de los diferenciales y de los seguros contra impago (CDS), pues lo atribuye, especialmente, a la acción artificial del BCE.
"La apreciación del capital ha hecho más fuerte al euro. Pero, ¿ha terminado la crisis? Los mercados están distorsionados, la amplia liquidez a nivel global se está desplazando hacia Europa. No deberíamos estar muy contentos con lo que ha pasado", reflexionó.
Más reformas y ajustes para salir de la crisis
Por otro lado, criticó los rescates masivos de bancos en el conjunto de la UE. Así, "mientras que en Estados Unidos el rescate de bancos se limitó a los años 2008 y 2009, en Europa se ha seguido salvando entidades hasta 2012". Stark puso cifras a este argumento, y aseguró que hasta 2012 Estados Unidos había dejado caer 450 bancos. En Europa, por el contrario, habían quebrado poco menos de 100.
En cuanto al riesgo de deflación en la zona euro, llamó a la prudencia. "Tenemos que ser prudentes a la hora de utilizar esta expresión. Hay que monitorizar de cerca el riesgo de desinflación y deflación, pero no hay que olvidar que el BCE está preparado para actuar y que, prácticamente, no hay riesgo de deflación en este momento".
En concreto, Stark ve probable que el BCE tome alguna decisión "próximamente" y habló de una tasa negativa de depósitos. "El objetivo sería evitar que los bancos lleven su dinero al BCE para que ese dinero se traslade a la economía. Pero, ¿se puede obligar a las entidades financieras a prestar? No lo tengo claro. La verdad es que deberíamos cuestionarnos la efectividad de una medida de estas características", añadió.
En concreto, el economista cifró la probabilidad de inflación negativa en los próximos meses entre el 10% y el 20%, descartando una japonización de la eurozona. El argumento empleado para descartar un riesgo real de deflación descansa sobre la mejora de la confianza del consumidor: "La gente no está posponiendo sus decisiones de compra, sino que se ha producido un ajuste significativo en el comportamiento de los agentes económicos en su forma de consumir, pero han mejorado el ahorro y el consumo privado". Pese a ello, sí detectó una similitud entre Japón y la UE, que tiene que ver con "posponer durante demasiado tiempo la reconversión del sistema bancario". En este sentido, advirtió de que "no estamos cerca de la solución".
Asimismo, teorizó con la idea de generar inflación de forma artificial para contribuir al crecimiento del PIB, tal y como recomiendan numerosos economistas e instituciones. "La recomendación del FMI es que la tasa de inflación se sitúe en el 4%. Pero que los bancos centrales generen inflación elevada de forma artificial no es sostenible".
Su receta, por el contrario, consiste en más reformas estructurales, haciendo hincapié en la necesidad de flexibilizar mucho más el mercado laboral. "Hay que promover el crecimiento real, no el crecimiento nominal", insistió. "La carencia de ajustes y consolidación del sistema bancario es la explicación de por qué todavía el PIB está rezagado, junto con la falta de más reformas estructurales", concluyó.