La Renfe francesa (SNCF) no ha dado con las medidas. La renovación de los trenes impulsada por la empresa pública francesa de ferrocarriles en sus líneas de Trenes Express Regional se ha encontrado con un problema mayúsculo: los trenes no caben en muchas estaciones. La compra de 2.000 nuevos vagones dentro del plan de modernización del SNCF se hizo sin verificar previamente las medidas máximas para ser operativo.
El semanario satírico Le Canard Enchainé, quien ha destapado el asunto, revela que hasta 1.200 estaciones francesas no pueden recibir estos trenes, al superar en 20 centímetros la anchura permitida. También las plataformas que se despliegan con la apertura de la puerta -como apoyo al pie- superan las medidas establecidas.
Ante tal desastre, el Réseau Ferré de France (RFF) ya ha destinado la primera partida presupuestaria para tratar de arreglar el problema. En concreto, el Gobierno francés ya ha movilizado 80 millones de euros, destinados a emergencias, para ampliar 300 estaciones, la mayoría situadas en la región Midi-Pyrénés, la más afectada. Asimismo, el RFF estima que deberá gastar otros 240 millones de euros para reformar el resto de estaciones y cambiar la plataforma rodante.
Las críticas no se han hecho esperar. La polémica ahora es quién pagará la factura. El RFF y el SNCF se culpan mutuamente. Por su parte el Presidente de la Asociación de Regiones de Francia, Alain Rousset, ha mostrado su enfado a los medios y asegura que tendrán como próximo objetivo estandarizar los comandos entre el RFF y el SNFC para que no haya más divergencias.
Representantes del RFF han asegurado a los medios que no piensan pagar ni un duro de la factura. Sin embargo, también estos mismos representantes han señalado que se espera que las reparaciones para modificar las plataformas rodantes "supondrán sólo 50 millones de euros, poco más del 1% del presupuesto anual del RFFF, que asciende a 4.000 millones de euros".
La compra de los vagones de gran capacidad, de la constructora francesa Alstom y la británica Bombardier, se debió a la necesidad de aumentar el volumen de carga ante el crecimiento del tráfico en el TER. El director del RFF, en declaraciones a Le Figaro, asegura que "cuando hicimos las pruebas, antes de 2012, vimos que no habría que efectuar adaptaciones en la plataforma rodante". Por su parte, el semanario que ha destapado el error del ente público asegura que el SNCF envió a los constructores datos de sus estaciones que datan de hace tres décadas.